En su libro Politics in Mexico, Roderic Ai Camp da una descripción muy clara de lo que es en nuestro país el liderazgo político. Señala que «el liderazgo político mexicano debería entenderse como una estructura jerárquica y traslapada de camarillas relacionadas entre sí».
De acuerdo con Roderic, las camarillas son grupos de individuos que tienen intereses en común y que confían los unos en los otros para aumentar sus oportunidades dentro del liderazgo político.
Entendiendo el acontecer político desde la perspectiva del escritor norteamericano no debe sorprendernos el reciente nombramiento de Arturo Escobar y Vega como subsecretario de gobernación en el área encargada de la prevención del delito; de la misma manera en que no nos sorprendieron ni los nombramientos de inicio de sexenio ni los malos resultados entregados por los personajes nombrados. Es evidente que entre toda la clase gobernante hay intereses en común y que estos poco tienen que ver con el interés de los ciudadanos.
La llegada del exlegislador del Partido Verde a un puesto en la administración pública es una muestra más de que el presidente entiende el poder como un asunto de cuates y de cuotas. Parte de su fracaso se lo debe precisamente a esta práctica.
Arturo Escobar es la más reciente evidencia de que el presidente no tiene un compromiso con los ciudadanos, sino con sus allegados y que el poder lo reparte, usando los términos del militante ecologista, como premios a las lealtades y no como responsabilidades a los funcionarios.
Cuando se habla de una nueva estrategia contra la delincuencia, centrándola en la prevención y se le da el mando del área a un sujeto sin idea del tema, con un historial personal que raya en el delito y con una tendencia partidista orientada a la venganza, sólo podemos augurar un nuevo fracaso en una de las áreas en las que de por sí había poco avance.
Pero este fracaso se va a sumar a los muchos otros de un gabinete que, conformado con polifacéticos y multifuncionales miembros de la misma camarilla, lleve al gobierno de Enrique Peña Nieto a la mediocridad gubernamental tan padecida, tan criticada y a la vez, tan continuada.
Pensar en el porqué Arturo Escobar está en la Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación invita a pensar en el porqué Rosario Robles estuvo en la Secretaría de Desarrollo Social desde donde coordinó 233 programas federales de desarrollo social con inversiones de 905, mil millones de pesos y que en tres años generó dos millones más de pobres; esto nos lleva a preguntarnos por qué quien fracasó en la Secretaría de Desarrollo Social ahora se va a la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano y se quiere llevar a esta dependencia programas que ya no son de su competencia como el de atención a zonas prioritarias.
El pensamiento no se debe centrar en un nuevo funcionario ya que ha sido toda una secuencia desde el primer día de ésta administración.
Emilio Chuayffet y Aurelio Nuño, el primero como Secretario de Educación Pública y el segundo cómo su relevo en la misma y artífice de la reforma educativa, se limitaron a crear y medio a implementar un nuevo marco jurídico que solo varió en las relaciones laborales con el magisterio sin que haya verdaderos cambios en el sistema, pues subidos en la ola tecnológica y con un gasto anual cercano a 300 mil millones de pesos, México es el país de la OCDE con menor número de computadoras por alumno y conectividad en las escuelas.
Aurelio Nuño recibió una oficina que después de tanto gasto tiene a un México en el que sólo el 42 por ciento de los estudiantes de 15 años tiene acceso a una computadora en su casa o en la escuela y 9 por ciento de estos estudiantes nunca ha usado una computadora.
Además, 43 por ciento de los estudiantes no tiene acceso a internet ni dentro ni fuera de la escuela y hay 15.5 estudiantes por computadora a diferencia de nuestros socios de la Alianza del Pacífico como Chile y Perú, donde el número cae a 4.7 y 7.9 estudiantes por ordenador, respectivamente.
El gran creador de la reforma educativa, y hoy secretario del ramo, tiene su primer fracaso cuando a pesar de la reforma ya son 22.6 millones de mexicanos en edad escolar que están fuera del sistema educativo.
Pensar en los funcionarios del gabinete peñista nos lleva a recordar al secretario de Hacienda, cuyas ideas, hechas crecer por el ejecutivo, tienen la economía del país con el freno puesto, pues sus políticas fiscales han sido meramente recaudatorias y su política de gasto ha sido verdaderamente inútil.
Los ingresos tributarios en 2014 representaron 10.5 por ciento del Producto Interno Bruto cuando de 1980 a 2012 fueron del 8.7 por ciento del PIB. El aumento no significó nada, pues los recursos generados no se orientaron a un gasto que impulsara el crecimiento, es decir, que generara valor agregado pues se terminó creciendo a una tasa menor al promedio de los últimos 30 años.
Los impuestos que tendrían una función disuasiva sólo tuvieron efectos recaudatorios, como el IEPS a los alimentos con alto contenido calórico que recaudó 20 mil millones de pesos, mientras se siguieron consumiendo 11,000 millones de litros de refresco en 2014.
Para el siguiente año, en el que se proyecta una recaudación similar a éste, el gasto de inversión disminuye en 162,181 millones de pesos. Sólo la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, la mayor creadora de infraestructura pública, disminuye su gasto de inversión un 24.4 por ciento para 2016.
El flamante secretario no se ha puesto a considerar que para impulsar el crecimiento es necesaria la inversión en proyectos productivos que generen empleos.
Respecto al tema de seguridad se contemplan dos rubros: el de la prevención y el de la persecución de los delitos. En este último punto la actuación de Jesús Murillo Karam, así como la de la ahora procuradora, Arely Gómez, son las de unos funcionarios leales a su jefe y comprometidos con sus intereses, mas no con el Estado de Derecho.
El reporte del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias de la ONU, al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, hace patente que en México, la impunidad es generalizada, perdura como patrón crónico y favorece la perpetración de las desapariciones forzadas. El caso de OHL, con la implicación del propio presidente y los extremos de la fabricación de delitos, confirman el régimen de impunidad y hacen patente que la camarilla que ocupa el gobierno tiende a proteger sus intereses y para ello, no entiende de límites.
En un investigación titulada A la sombra de la Revolución intelectuales como Lorenzo Meyer y Héctor Aguilar Camín aseveraban que «tenemos como muchos mexicanos, la impresión de que México avanza hacia una nueva época histórica que dice adiós a las tradiciones más caras y a los vicios más intolerables de la herencia histórica que conocemos como Revolución Mexicana». No es así, por el contrario, la segunda alternancia confirma que, como bien lo decía hace poco Manuel J. Jáuregui, entre más cambia el PRI, más se parece a lo que siempre ha sido.
El nombramiento de Arturo Escobar, un tipo que llega por amiguismo o cuota y además marcado por el escándalo y al que no se le reconoce capacidad, condena al fracaso a la estrategia de prevención pues no sólo no se le ven méritos, sino que se le ve con desconfianza.
Fracasará como casi todo el gabinete ha fracasado, pues relacionan su puesto con la figura del poder y no con la idea de servir. Fracasan porque desde la presidencia se restableció un sistema de camarillas y no de capacidades, pero principalmente, porque el presidente gobierna para sus amigos y no lo hace para los mexicanos.
El problema no es el nombramiento del nuevo subsecretario, pues sólo es uno más de la camarilla del presidente. Lo inquietante es que el hecho de que, para integrar su gobierno, Enrique Peña Nieto sólo recurre a su grupo de amigos y socios, hombres incapaces preocupados mas por sus intereses de grupo, que por el interés de la nación.
A LA MITAD DEL FRACASO
Nuevamente le pido su apoyo para el proyecto que he iniciado en unión con los jóvenes de Régimen-Editorial que planea la publicación de la obra A la mitad del fracaso.
El proyecto se encuentra abierto en la página de crowdfunding fondeadora.mx, en la siguiente dirección: https://fondeadora.mx/projects/libro-a-la-mitad-del-fracaso desde donde le invito a registrar su aportación.