Mi adiós a Carmen

por Manelick de la Parra

Junio 22 2015.

Manelick,

Os espero el viernes 26 de Junio a las 14 horas en Diagonal, 580, Principal 2ª – 08021 Barcelona.

Hasta pronto,

Carmen Balcells

Esta fue la penúltima comunicación de Carmen Balcells, mi “Chamaca” con quien comí, junto a mi Gabriela, en una espléndida tarde de Junio donde ella se quejaba, con voz autoritaria y irrevocable, que al pescado le faltaba sal, que seguramente esas Doradas eran de agua encharcada del Paseo de Gracia y que por lo tanto no sabía a nada, salvo a turistas.  Con este exabrupto que enrojecía a sus meseras, continuaba con clara conversación sobre la venta de la agencia -Mi problema es que la agencia es “intangible”, no tiene activos, porque yo no vendo tubos ni pantaletas, yo vendo talento y esto no está clasificado por las leyes mercantiles que no sirven para nada.- me aseguraba dando sorbitos al vino.-

¡Palurdos que no se dan cuenta que un manuscrito de “Cien Años” o de “La Casa Verde” llenas de correcciones, tachaduras, subrayados y flechas con pluma roja, hechos por los mismos escritores o por mi!, ¿no tienen valor? ¡Tontos. Tontos…-replicaba sin parar. Y luego una sonrisa sarcástica con su mirada firme. -Pero a esos escritores los saqué de sus boardillas y han pagado impuestos por millones, gracias a su talento y lo “intangible” de mi agencia. Ese es el gran problema que debo terminar antes de Septiembre. Afortunadamente hay otro que, aun siendo mi enemigo por tantos años, El Chacal, es de mi calaña y está interesado en comprarme por lo menos la mitad de lo “intangible”.

¡Ya veremos!-dijo para acabar de un solo trago el vino fresco de aquella tarde en su casa. Y como si se hubiese acabado para siempre el tema, giró hacia los ojos azules de Gabriela, le extendió una mano con un inmenso cariño y le pregunto con el soplo de una abuela -¿Y tu qué haces con este señor que conozco desde hace más de treinta años y que cada que viene por Barcelona, comemos, hablamos y siempre me dice los mismo cuentos? Por supuesto Gabriela no se le ocurrió otra cosa qué responder–Pues a mi sus cuentos me encantan.

Y entonces Carmen soltó esa carcajada inteligente y sonora que hacía que el candil de cristal iniciara un ligero pendular que duraría toda la tarde.

Saltaba de un tema al otro, sin avisar, asumiendo que éramos suficientemente rápidos para seguir sus jeroglíficos intelectuales que pasaban de anécdotas de Isabeles, Marios, Garcías, Asturias, Nerudas, Celas, Julios y un número infinito de escritores. Pero mientras los mencionaba no era para alabarlos, sino para contar intimidades que provocaban su risa acompañada de una mirada perspicaz. Los quería como a sus hijos y nos estaba relatando sus travesuras.- Pero no lo cuenten- nos advertía, porque yo negaré que lo he dicho y eso me resulta fácil, porque el día que me pregunten sobre mis indiscreciones ya estaré bailando una sardana en otro planeta. Y otra carcajada que hacía ahora temblar las tacitas de café oscuro y dulce de la media tarde.

Se hizo un silencio mientras probábamos unos postres que a mi me parecieron abominables pero Gabriela se comió cuatro en menos de dos minutos.

-Yo no los debería comer- dijo Carmen mirando su plato- por órdenes del doctor, pero como se murió hace un mes ya no le hago caso- y emparejándose a Gabriela se los acabó comiendo todos.

Aproveché para iniciar una anécdota de mi vida y en cuanto dije las primeras palabras ubicando la historia, sentí su mano regordeta tomar la mía y me interrumpió.-Querido Manelick, se me mejor que tu el final de tu historia pues me la contaste hace muchos años en el Restaurante “La Gran Dama” , aquí en frente, en Diagonal, mientras comíamos una Exqueixada de bacallá, ¿ te acuerda?- mirándome con sus ojos cristalinos llenos de picardía.

-Recuerdo el bacalao mas no que ya te la había contado.

-Pues que mala memoria y eso es muy malo para los escritores pues se empiezan a copiar a sí mismos.

Bueno, a los negocios, que no creo que siempre me vienes a verme sea por mis lindos atributos y menos ahora que ya estoy sumida en esta silla de ruedas y siempre con la preocupación de tener que abandonarlos súbitamente porque las enfermedades que me cargo no avisan, por lo cual les pido que si eso pasa, se acaben su café y se van. Ya nos veremos otro dia.- dijo categóricamente.

-En cuanto cierre la venta de “intangibles” y ponga en mi lugar a Cristóbal, que es el único que entiende de esto, tu serás mi primer representado en mi calidad de agente independiente porque aunque vieja y enferma, si no trabajo me muero. Así que en Septiembre te das una vuelta por Barcelona, yo tomo el timón y tu alzas las velas de tus escritos.

Yo le prometí que volvería y nos levantamos de la mesa Gabriela y yo y la abrazamos. Ella soltó varias lágrimas calladas por ese cutis jamás truncado por una arruga. Ella sabía que no me volvería a ver porque estaba su muerte anunciada.

En Julio 2 recibí este úlimo correo:

Mi querido Manelick

En el día de hoy y mañana se está decidiendo, como bien dices, mi futuro. Te tendré al corriente de todo, pero me olvidé de decirte que te dejaste encima de la mesa del almuerzo unos cuantos chiles, que he puesto en un cacharrito de cristal muy simpático al lado de las vinagreras para los inocentes que crean que pican poco.

Hasta siempre, muchacho.

Un abrazo para los dos.

Carmen Balcells

CB/ap

Carmen, la que se llevó los vientos literarios del siglo veinte al bolsillo.

Catalana contumaz e irremediable.

Descansa ahora en Septiembre que ya no trabajas.

Tu “Chamaco”

Manelick de la Parra,

Septiembre 22 2015 ( dos meses después)