Cuando Irvine Welsh escribió Trainspotting en 1993 nunca adivinó el éxito que tendría. Para el chico escocés de clase trabajadora que había dejado la escuela a temprana edad para después probar su talento en muchas cosas (incluso como técnico reparador de televisiones y radios), la fama y el dinero llegaron rápidamente.
En 1978 el joven Welsh iba y venía de Edimburgo a Londres siguiendo la locura de la escena punk de la época. Tocó en varias bandas y conoció de cerca las experiencias con las drogas que narra en la novela que lo haría famoso después; personajes de la vida real en los que se inspiró para crear a Renton, Begbie, Sick boy y Spud.
Años después, ya con un trabajo estable y casado por primera vez, se estableció definitivamente en su natal Edimburgo. En entrevista para esta reportera en la ciudad de Xalapa, en octubre de 2013, durante el Hay Festival (publicada en sinembargo.mx), confesó que odiaba estar sentado detrás de un escritorio todos los días:
“Probablemente era más miserable haciendo esos trabajos de 9 a 5, en los que sólo esperas el día de paga. Era más difícil vivir esa vida que la de un drogadicto que va de una fiesta a la siguiente, y a la siguiente… Mejor eso que pasar de un trabajo de mierda al siguiente, y de ése al que sigue”.
Pero fue mientras estaba en uno de esos trabajos de mierda, durante las horas muertas, que escribió Trainspotting. La novela se convirtió en un éxito inmediato. No sólo por la manera cruda en la que describía la vida de estos personajes adictos a la heroína, sino también por el constante humor negro y el uso de un lenguaje totalmente escocés. Estos elementos se convertirían en constantes en su obra posterior.
Por si fuera poco, tres años después, el cineasta Danny Boyle la llevó al cine, con Ewan McGregor y Robert Carlyle encabezando el reparto, el propio Welsh en un papel incidental y un soundtrack en el que destacaba la interpretación de Iggy Pop de Lust for life (Lujuria por la vida), como una metáfora de lo que estaría a punto de vivir el escocés, desde ese momento y para el resto de su vida. Ese año, 1996, también se publicó la traducción al español en Anagrama.
Con Trainspotting vinieron la secuela Porno y la precuela Skagboys. Pero la obra de Welsh no se limita esta trilogía; el escritor tiene otras novelas igual de ácidas y oscuras, como Crimen, la historia de un detective de Edimburgo que investiga a una red de pederastas, o Las pesadillas del marabú, en la que describe el mundo de los fanáticos del fútbol y de lo que son capaces de hacer por su equipo.
Welsh también tiene libros de relatos, como Col recalentada, Acid house o Si te gustó la escuela te encantará el trabajo, además de guiones para televisión, lo que cada vez disfruta más, como me contó en la entrevista de 2013 que ya mencioné:
“Si ahora fuera joven y estuviera empezando, probablemente me convertiría en un escritor de guiones para la televisión o en un productor de televisión en lugar de un novelista”.
Irvine Welsh está de vuelta en México. Con Reino Unido como país invitado de honor, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara será el escenario en el que el escritor presente su más reciente novela traducida al español y publicada también por Anagrama: La vida sexual de las gemelas siamesas. Además, participará en una charla con el mexicano Guillermo Fadanelli, así como en el Encuentro Internacional de cuentistas el viernes 4 de diciembre y asistirá a la puesta en escena de su entrañable Trainspotting, bajo la dirección de Gabriel Retes.
El autor de Trainspotting en la FIL de Guadalajara
Por Irma Gallo