Salvaguardar su patrimonio inmaterial y sumergido en Colombia

Por Adalys Pilar Mireles*

Bogotá (PL) La declaratoria del género vallenato como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y el hallazgo del galeón San José en las proximidades de Cartagena de Indias, son dos de las buenas noticias celebradas por los colombianos en 2015.
El valioso botín hundido junto a ese navío en 1708 es codiciado por rescatistas estadounidenses, España y por descendientes de pasajeros y tripulantes.
Pero más allá del valor de la carga compuesta por lingotes de oro, plata, doblones y esmeraldas, expertos llaman la atención en torno a su significación como reliquia arqueológica sumergida, testigo de episodios marítimos acontecidos en la época colonial.
Construido en 1698 partió 10 años después de Cartagena rumbo a Cádiz acompañado de una flotilla de 20 naves y custodiado por 66 cañones de bronce, los cuales tenían la misión de defender el cargamento.
Cerca de las islas del Rosario naufragó el San José luego de una batalla con una escuadra británica comandada por el capitán Charles Wagner.
El galeón transportaba monedas y otros tesoros destinados a rellenar las arcas del rey Felipe V, quien enfrentaba la guerra de sucesión y esperaba riquezas procedentes de sus colonias en América, entre ellas Colombia, parte de las cuales quedaron en las
profundidades del Caribe.
Aún en el fondo del mar, el barco y los objetos a él asociados pudieran ser expuestos en un proyectado museo, el cual tendrá como sede a la ciudad de Cartagena, según anuncios del presidente Juan Manuel Santos, quien ha reiterado que el pecio es propiedad de la nación andina por hallarse en sus aguas jurisdiccionales desde
hace más de tres siglos.
La inclusión del vallenato en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad fue también motivo de satisfacción para los colombianos, que defienden con orgullo ese tradicional género.
Ese ritmo surgió de la fusión de expresiones oriundas del norte del país, entre ellas las canciones de los vaqueros del Magdalena Grande, los cantos de esclavos africanos y las manifestaciones danzarias de los pueblos indígenas radicados en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Asoman también en esas melodías elementos de la poesía española y el uso de instrumentos de origen europeo.
El vallenato nació en una vasta región enmarcada por los ríos Magdalena, Cesar y Ranchería, el mar Caribe, la Sierra Nevada de Santa Marta y las estribaciones de la Serranía del Perijá, hace más de 200 años.
Según apuntes históricos está presente desde tiempos ancestrales en la región sabanera de los departamentos Bolívar, Sucre y Córdoba; interpretado con el acordeón diatónico, la guacharaca y la caja.
Su popularidad permitió que se extendiera a todas las regiones de Colombia y naciones vecinas como Panamá, Venezuela, Ecuador, México y Argentina.
Casi simultáneamente la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) incluyó a la música de marimba, los cantos y bailes tradicionales del pacífico sur (Colombia) y de la provincia de Esmeraldas (Ecuador) en la Lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, manifestación compartida
por los habitantes de ambas regiones fronterizas.
Tal melodía surge de la mezcla de sonoridades provenientes de un xilófono, tambores y maracas.
Los hombres y mujeres aficionados a esa modalidad cantan relatos y poemas, acompañando sus interpretaciones con movimientos rítmicos del cuerpo, en celebraciones de carácter ritual, religioso o festivo para celebrar la vida, rendir culto a los santos o despedirse de los difuntos.
Se trata de una tradición africana conservada por descendientes de negros esclavos.
Este elemento, ya inscrito en 2010 por Colombia en solitario, en adelante se amplía a la vecina nación y sustituye al registrado de manera precedente.
Dichos reconocimientos deberán ser secundados con iniciativas conservacionistas para garantizar la perpetuidad en el tiempo del vallenato y la música de marimba, salvaguardando su esencia.
Adicionalmente en 2015 la Dirección de Patrimonio restauró emblemáticos edificios e iglesias, entre ellas la Quinta Teresa, una casa construida en Cúcuta en 1893; cuatro capillas paeces del Cauca, que datan del siglo XVIII; mientras avanza la
reconstrucción de la basílica de Monguí (Boyacá), de igual centuria.

*Corresponsal de Prensa Latina en Colombia.

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