La vicepresidenta de la Comisión Especial de Reclusorios de la ALDF, Rebeca Peralta León, afirmó que se trabajará en el diseño de políticas públicas y ordenamientos legales que permitan mejorar la calidad de vida de las y los internos en las cárceles del Distrito Federal, que se respeten en todo momento sus derechos humanos y para que los modelos de reinserción social sean efectivos con el fin de que no sufran el rechazo de la población al momento de dejar la prisión.
Al concluir sus recorridos por los Centros de Reinserción Social de la Ciudad de México con una visita al módulo conocido como El Diamante, localizado en el Centro Varonil de Santa Martha Acatitla, considerado como de alta peligrosidad, la legisladora del PRD señaló que, junto con las autoridades penitenciarias, deberá impulsarse una estrategia integral para combatir los problemas que se presentan al interior de los reclusorios.
En este contexto, este reportero dio constancia que el ahora pomposamente sitio denominado El Diamante, fue antes de que el PRD se convirtiera en gobierno de la ciudad de México, la famosa “ZO”, que perduró por décadas y que también fue ilustrada con el nombre del Pabellón de la Muerte.
“Z” por ser la Zona; y “O”, del Olvido, es decir, la Zona del Olvido (ZO) o mejor también conocido El Apando de Santa Martha, el cual sigue siendo una cárcel insertada dentro de la propia y macabra penitenciaría de Santa Martha Acatitla, localizada en la parte trasera de dicho penal, hoy remodelada desde la época de Rosario Robles, cuando figuró como Jefa de Gobierno del DF, al relevar al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, debido a su postulación como candidato del PRD a la Presidencia de la República.
De tal suerte, que en El diamante y/o Zona del Olvido y/o El Apando de Santa Marta y/o los pabellones de la Muerte, prevalece como el confinamiento para presos de alta peligrosidad, es decir, se castigan corporalmente a los internos que hayan cometido otros delitos como asesinatos entre los propios internos, o quienes pretenden influctuosamente organizar motines dentro de la cárcel, sin éxito alguno.
La legisladora, sin embargo, destacó la colaboración brindada por las autoridades del sistema penitenciario del DF, encabezados por el subsecretario Antonio Hazael Ruíz Ortega, para convivir y conocer la problemática de los internos:
“Sabemos bien que falta mucho por hacer en la materia, sin embargo estamos ciertos que desde la ALDF y la comisión que encabezo se pueden lograr muchas mejoras para brindar una mejor calidad de vida a los internos, respetando en todo momento sus derechos humanos”, reiteró.
Es necesario garantizar el respeto de los derechos humanos en el sistema carcelario con el objetivo de que los 36 mil 116 internos hasta el pasado ocho de enero lleven una vida digna durante el tiempo que estén en prisión, agregó.
La diputada Rebeca Peralta externó su disposición de generar las condiciones para la aplicación de modelos de reinserción social efectivos que permitan que las personas que salgan de las cárceles tengan empleo y no “caigan en la tentación de volver a cometer un delito.
“Iniciaremos pláticas con las autoridades del Distrito Federal para ver de qué manera se pueda ayudar a las mujeres y hombres que dejan las prisiones de la ciudad, y un buen inicio sería reforzar la entrega de seguros de desempleo y que sean contratados en los talleres del gobierno capitalino”, agregó.
La legisladora comentó que otro aspecto en que trabajará la Comisión Especial de Reclusorios será el que se destine un mayor presupuesto al sistema penitenciario con el fin de que se garantice un blindaje que permita combatir los actos de corrupción a través del incremento de los salarios de quienes laboran en las cárceles de la Ciudad de México.
“Vamos a trabajar para que las condiciones del personal que ahí labora mejoren de manera sustancial, vamos a trabajar para que haya más presupuesto y los custodios tengan un salario digno y evitar que incurran en actos de corrupción”, finalizó.
Los pies por delante…
Quienes caen en desgracia en la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla, no dejará de ser una auténtica pesadilla. Mucho se ha escrito sobre sus anécdotas. Es un lugar donde el anecdotario va más allá de lo inverosímil. Sus autogobiernos carcelarios se imponen, y entre los mismos internos se establecen reglas no escritas.
Frases como “no tenemos una opción de vida, ahora solo buscamos una opción de muerte” -porque para salir de este lúgubre lugar para aquellos que tienen declarada cadenas perpetuas, solo salen “libres” con los pies por delante…, es decir, en una bolsa de plástico en cuyo interior se guarda los restos del cadáver del infortunado preso.
Según un informe de la Comisión Especial de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, tras las visitas que sus diputados y periodistas de la “fuente” han desarrollado a través de tantos años y que por cierto “no son bastante gratas”, se observan auténticos cuadros de lástima humana.
Se ha llegado a la conclusión de que no se cuenta con auténticos centros de readaptación social donde verdaderamente se respeten los derechos humanos de los internos, que abatidos por el olvido y embargados por enfermedades crónicas y destructivas, están en espera de su liberación que podría ser la de su muerte.
En una evaluación general del Sistema Penitenciario Mexicano, la visión del Observatorio Internacional de Prisiones es contundente: “El sistema penitenciario actual representa un gran costo social que no readapta, no capacita para el trabajo, no educa, no dignifica a las personas y, lo más grave, no propicia la readaptación de daños causados a las víctimas ni a la sociedad”.
Entre los presos de todo el país hay un aforismo popular que afirma: “Si los reclusorios son la escuela del crimen, Santa Martha es la Universidad”.
Curiosamente, el modelo de construcción de la Penitenciaría de la Ciudad de México, ubicada en los límites de la Delegación Política de Iztapalapa, se basó en el mismo modelo de la Universidad Nacional Autónoma de México, aunque sin murales ni esculturas. Solo queda una parte del mural “Todos somos culpables”, de Antonio Belkin, porque la otra la mandó cubrir el general Juan Alberto Antolín Lozano, en su calidad de director, en la década de los 70’s, quien por cierto fue acusado de innumerables excesos y vejaciones de autoridad en contra de los internos
Antes de cruzar la puerta de “Santa Tacha”, como la llaman algunos ex convictos, quedan unos minutos para observar los cuadros de manera con acrílico que se exhiben en los puestos instalados los cuados días de visita; La Última Cena, Bodegones, Un Santo Cristo coronado de espinas junto a Mickey Mouse, y otras imágenes de Walt Disney.
El trabajo de pocos internos que en los reclusorios preventivos les retribuye un ingreso y que tal vez por su confinamiento y aprender un oficio de carpintería, han logrado crear auténticas obras de arte. Sin embargo, esos dineros que ganan con el sudor de sus frentes, en la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla, la Universidad del Crimen de la Ciudad de México, ahora es negocio de la Dirección en turno.
Reclusas son víctimas de todas las vejaciones, como medida de “la violencia institucional”
En el mes de marzo de 2015, la prensa mexicana reveló que las mujeres en prisión son objeto de agresiones, discriminación, olvido y negación de derechos, con lo que son víctimas de una forma de violencia institucional.
Denunció el organismo no gubernamental, ASILEGAL, en un informe sobre la situación de las personas del sexo femenino recluidas en penales de México.
De acuerdo con la ONG, uno de sus principales hallazgos es que la violación de sus derechos humanos les genera daños y sufrimientos físicos, psíquicos y morales, injustos e innecesarios, debido a que están expuestas a situaciones de abuso de poder que vulneran su estatus legal y su condición de género.
“En México, desde el momento de su detención, las mujeres acusadas de delitos se enfrentan a una rutina de abusos, corrupción, violencia, condiciones carcelarias inhumanas, debido a su género”, dice el documento Violencia institucional ejercida en contra de las mujeres en situación de reclusión.
Debido a la secrecía del caso y por considerare que es Información del Estado, hasta septiembre de 2013, la población penitenciaria femenina era de 248 mil 920 mil personas de las cuales 4.95 por ciento (12,331) son mujeres, sin embargo, la capacidad de los Centros de Readaptación Social (Ceresos) es de sólo 3 mil 083, por lo que no se satisfacen las necesidades para albergar a todas las internas.
Según el informe, en el país no existen normas específicas que se encarguen de velar las garantías fundamentales de las mujeres presas.
En tal sentido, ni la Constitución mexicana, ni la legislación federal y estatal competentes en la materia, establecen diferencias y mecanismos para atender necesidades las específicas de las féminas.
ASILEGAL explicó que en la Ley que establece las normas mínimas sobre readaptación social de sentenciados, no existe ninguna norma que haga referencia a la perspectiva de género.
}Asimismo, agrega, a nivel estatal tampoco hay leyes o reglamentos que legislen sobre las particulares condiciones de reclusión de las mujeres, olvidando situaciones obvias como la atención médica de segundo nivel que requieren todas las mujeres, la atención a las internas embarazadas o que tienen a sus hijos viviendo junto a ellas.
La población femenina está conforma principalmente de mujeres jóvenes (67 por ciento de las encuestadas tiene menos de 40 años), con baja escolaridad (sólo 9 por ciento tiene un título de estudio o está estudiando una carrera universitaria, el 13 por ciento accede al bachillerato), con muchos hijos (41 por ciento de las encuestadas tiene cuatro o más hijos), generalmente primodelincuente, en situación de pobreza y con pocos lazos familiares. Más de 10 por ciento de las encuestadas se reconoce como parte de una comunidad indígenas. En los reclusorios visitados se encuentran también mujeres embarazadas, ancianas y discapacitadas.
Por lo que ASILEGAL ha insistido continuamente a las autoridades a visibilizar la violencia institucional de la que son víctimas las mujeres, en especial las que están privadas de libertad.
Sin juicio
Poco más de 50 por ciento de las reclusas no ha sido condenada a una pena privativa de sus libertad y permanece recluida sin que alguna autoridad judicial la haya procesado, lo que es una clara violación de normativas internacionales, alertó la ONG.
En México se aplica la prisión preventiva para asegurar sumariamente a alguien a la cárcel y para cubrir las falacias de las investigaciones. Pero se dicta auto de formal prisión hasta que se haya comprobado el cuerpo del delito, la probable responsabilidad y la falta de eximentes de responsabilidad.
Empero, sólo 7.5 por ciento de las encuestadas refiere que ha sido detenida en flagrancia de delito o mostrándole un orden de aprehensión. El 66 por ciento refiere de no haber sido informada de sus derechos en cuanto inculpada, 45 por ciento afirma que ni siquiera les explicaron los motivos de la detención.
Actualmente, 34 por ciento de las mujeres privadas de libertad procesadas se encuentran en espera de la sentencia de primer grado desde más de un año.
ASILEGAL también documentó casos donde las mujeres detenidas como presuntamente culpables hace ocho años todavía no han sido sentenciadas ni siquiera en primer grado.
Respecto al momento de la detención y de su estancia ante el Ministerio Público, refieren golpes, lesiones, malos tratos, torturas, amenazas, violaciones a su domicilio, incomunicación prolongada, la falta de suministración de agua o alimentos.
De acuerdo con ASILEGAL es más frecuente que las mujeres reciban agresiones y amenazas de tipo sexual que los varones. “Toda esa situación desencadena que a menudo las mujeres detenidas acepten su responsabilidad penal, en total violación de las reglas de debido proceso, puesto que sólo 76.1 por ciento asegura no haber recibido apoyo de un abogado en su declaración ministerial”, dice.
En este sentido, el informe detalla que 5 por ciento de las mujeres encuestadas refiere no haber tenido abogado en ningún momento del proceso, mientras 42 por ciento admite haber tenido acceso a un abogado solamente una vez recluida en el penal. Por otro lado, la mayoría de las mujeres que estuvieron detenidas en una casa de arraigo, respondieron no haber podido comunicarse con su abogado por días enteros, en ocasiones por meses.
Sobre las sentencias, la organización también destacó que las mujeres son víctima de los jueces por su condición de género y llegan a recibir sentencias 25 por ciento más elevadas que las de los varones.
Malas condiciones
En los reclusorios donde se albergan mujeres existen condiciones carcelarias pésimas que violentan los derechos humanos de las internas, debido a la profunda discriminación estructural e institucional hacia ellas existente a todos los niveles.
En todo el país existen solamente diez centros exclusivamente femeninos, con capacidad para albergar 3 mil 083 mujeres. En septiembre del año 2013 esos centros tenían una población de 12 mil 331 (25 por ciento de todas las mujeres recluidas), lo que comporta una tasa de hacinamiento general en los centros femeniles de 399 por ciento.
Del total de la población femenil, solamente 4 mil 189 se encuentran recluidas en los señalados centros específicos para mujeres, lo cual representa 35.19 por ciento, mientras que 64.80 por ciento se alberga en centros mixtos, donde no tienen las especificaciones adecuadas para su permanencia y comparten los mismos espacios que los hombres.
En México se ha observado que de 1997 al mes de abril de 2013, el crecimiento de la población femenil fue de 175.04 por ciento, lo cual implica un incremento vertiginoso en el número de mujeres que se encuentran recluidas, manteniendo año con año una tendencia de entre 4 y 5 por ciento de la población penitenciaria total.
También la alimentación proporcionada a las mujeres recluidas es deficiente y no cumple con los requisitos establecidos en el Derecho Internacional para garantizar el derecho a la alimentación adecuada, faltando la gratuidad en el acceso, la suministración de alimentos en cantidades suficientes y de buena calidad, el respeto de las principales reglas de higiene.
“La alimentación generalmente no contiene lácteos y frutas, los cuales son indispensables y necesarios para una alimentación sana y balanceada, y son fundamentales para prevenir enfermedades como la desnutrición, anemia, diabetes, osteoporosis, entre otras, así como para evitar epidemias”, refiere el informe.
Respecto a la salud, las deficientes condiciones de hacinamiento y de alimentación a las cuales son sometidas las mujeres generan enfermedades y situaciones críticas que afectan el derecho a la salud de las internas. El 56.6 por ciento de todas las entrevistadas afirma haber tenido algún padecimiento sin recibir el tratamiento adecuado.
Aunado a esto no se brindan servicios de ginecología y obstetricia que requieren las mujeres, quienes muchas de ellas padecen de enfermedades venéreas, como el VIH-Sida.
Relación de la Penitenciaría del Distrito Federal
Varonil Norte.- Santa Martha se localiza en la zona oriente de la ciudad, en una zona agrícola que antes formó parte del Lago de Texcoco y actualmente se ubica en la Avenida Ermita Iztapalapa, Kilómetro 17.5 de la carretera de México-Puebla.
Fue construida por el Arquitecto español Ramón Marcos. Se construyó en una superficie de 110,000 metros cuadrados, sobre 40 hectáreas circundadas por una alambrada que rodeaba el lugar para protección. La zona escogida quedó bajo el nivel de la calle por lo que se inunda fácilmente.
Inicialmente la Penitenciaría del Distrito Federal fue planeada para la sustitución del Palacio Negro de Lecumberri, durante la década los 50’s y llevado a cabo dicho proyecto en los años de 1957 y 1958; tenía una capacidad para un total aproximado de 800 reclusos.
Fue inaugurada el 14 de octubre de 1957, pero los primeros 72 internos llegaron en enero de 1958.
Su arquitectura correspondía al tipo «peine», con cuatro grandes dormitorios, separados unos de otros por altas rejas; cada dormitorio estaba provisto de un amplio patio para actividades deportivas, una gran torre central al estilo de las prisiones estadounidenses, la cual panorámicamente dominaba todo el penal y cuatro garitones de poca altura pero amplios, a los costados con el tiempo, y debido a la insuficiencia de estos puestos vigías, se les agregaron torres intermedias, sobre todo para vigilar la puerta norte.
La construcción siguió las líneas arquitectónicas de la época y se le dio un parecido a la ciudad universitaria al hacerse amplios patios y corredores con jardineras. Se construyeron cuatro edificios de dos pisos, para albergar a 800 internos.
Cuenta también con una capilla ecuménica para que oficien varias religiones; con oficinas de gobierno y un hospital que funcionaba como el único hospital penitenciario y un edificio de una planta con 60 cuartos para visita íntima.
Se edificaron además, galerones para ubicar los talleres, la cocina para los internos, una panadería con 8 hornos, una zona escolar con varios edificios para las aulas, jardines arbolados alrededor y un auditorio para proyecciones cinematográficas y para presentar obras teatrales y eventos culturales.
Se hicieron también un campo de fútbol, un gimnasio de usos múltiples y dos galerones para visita familiar; la cuadra para los custodios (con comedor, baños y zona de descanso), además de la aduana de personas, la cual fue reformada en 1991.
En este mismo año se construyó un nuevo edificio frente al área de gobierno de tres pisos y 60 cuartos para la visita íntima.
Los primeros cuatro edificios fueron insuficientes para albergar a todos los internos que debían ser trasladados de la prisión de Lecumberri, por lo que se construyeron cuatro anexos para dar cabida a 800 internos más.
En octubre de 1973 se inauguró el dormitorio de máxima seguridad, que de acuerdo al doctor Carlos Tornero Díaz en la obra «Cárceles» de Julio Scherer García, refiere:
«Junto al dormitorio 4 se adecuó una sección de alta seguridad, a la cual se le denominó zona de observación, o simplemente «ZO». Era el nombre oficial. También se le conocía como «Zona de Olvido». Salvo algunos, nadie debía arriesgarse por el territorio sagrado, ni bordearlo siquiera. Al fondo se encontraban las celdas clausuradas con autógena, mazmorras construidas con cemento armado del piso al techo. Había una llave que goteaba y un agujero para el drenaje de los deshechos. Apenas se levantaba la rejilla por la que un custodio de confianza introducía las sobras del rancho».
Entonces, se aisló el anexo del dormitorio 4 para convertirlo en zona de segregación, éste vino a ser un dormitorio de mayor seguridad para albergar a los internos de mayor peligrosidad, y donde se hizo una zona de castigo o de aislamiento total.
Posteriormente en los años 90s, se levantaron otros dos dormitorios, éstos de alta seguridad y que se denominaron dormitorios 6 y 7 para alojar 250 internos más. El dormitorio seis se dedicó a los internos que pedían protección, los que en algún momento habían intentado fugarse de otras prisiones y de los que por sus condiciones económicas o de liderazgo podían crear coto de poder dentro de la prisión.
El Sistema Penal del Distrito Federal, como modelo preventivo busca evitar la desadaptación social en el procesado; y como modelo correctivo, pretende lograr la reinserción social en el sentenciado. Además, busca ofrecer nuevas perspectivas de defensa social y de libertad individual, binomio difícil de alcanzar, pero que debe lograrse y traducirse un una realidad y en un estado de derecho, que sea humanista, social y liberal.
Pero si la prisión es un mal ineludible para evitar otros mayores, si la pena es una medida de defensa social; debemos hacer de ésta, un verdadero instrumento de preparación de hombres para poder y saber vivir en libertad.
Es un compromiso de todos los penitenciaristas, el facilitar que ello se dé a través de un inteligente y fundado ejercicio de responsabilidad, producto del estudio, de la técnica y de las ciencias concluyentes en la observación criminológica del delincuente o presunto delincuente, de tal suerte, que se dé un equilibrio verdadero entre la defensa social y derecho individual que se pretende.
Cualquier paso que se pueda establecer para hacer menos dolorosas y perjudiciales las condiciones de la vida en prisión, aunque sea para un solo condenado, debe ser mirado con respeto cuando esté realmente inspirado en el interés de los derechos y el destino de las personas detenidas, cuando provengan de una voluntad de cambio radical y humanista, no cuando provenga de un reformismo tecnocrático cuya finalidad y funciones sean las de legitimar a través de cualquier situación, la institución Penitenciaria en su conjunto.
Es a través de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que se puede hablar del Penitenciarismo en México. Reflejado en el Artículo 18 del Pacto Federal, se debe interpretar y aplicar específicamente lo siguiente: El Trabajo, la Capacitación para el mismo y la Educación serán la base para la rehabilitación social del sentenciado.
Más adelante en 1993 se inauguraron los dormitorios actualmente identificados como dormitorios 8 y 9 (antes 7 y 8). En el año de 1998 se inauguró la zona 4 y 8 del dormitorio 4, fueron aislados para crear el dormitorio 4 bis (actualmente dormitorio 6). En 1999 se inauguró el dormitorio 1 bis (actualmente el dormitorio 7).
El dormitorio 5 de máxima seguridad a mediados de 2002 se trasladaron los internos de conductas disruptivas graves al actual dormitorio 6 por resultar su arquitectura riesgosa y disfuncional para la seguridad y tratamiento de los mismos.
Las autoridades al contemplar la necesidad de remodelación de dicho dormitorio, emprendieron dicha empresa durante ese año, quedando estructurado de la siguiente manera:
El acceso al dormitorio es un túnel tipo corredor, éste llega a una puerta de control y entrada al patio de visita familiar y área recreativa. Configurado por 4 zonas que contienen 12 estancias cada una; las que se encuentran separadas por un patio intermedio. Cada estancia hospeda a 5 internos, lo que da un total de albergue para 240 internos.
Actividades
Educativas: A través de la instrucción escolarizada, actividades deportivas y culturales, se busca dotar al interno de nuevos conocimientos, valores, normas y habilidades de las que ninguna persona debe carecer, para prepararlo a que se integre a la sociedad en forma positiva.
Trabajo Penintenciario: La Institución cuenta con tres talleres industriales, dos de los cuales tienen concesionarios externos y otro es de panadería, en ellos se da trabajo a internos; por otra parte, se cuenta con comisionados en diversas actividades.(mantenimiento, jardineros, estafetas, promotores culturales y deportivos)
Para brindar un tratamiento integral a los internos, se cuenta con los Tratamientos de Apoyo, que consisten en las terapias médica, médica psiquiátrica, psicoterapias (individuales o grupales) y socioterapia (visita íntima y familiar), que incidirán en el restablecimiento de la salud y en la reintegración al núcleo familiar y social del interno, así como los Tratamientos Auxiliares, mismos que consisten en todas aquéllas acciones implementadas técnicamente dirigidas a los internos enfocadas a medidas preventivas, informativas y asistenciales, que coadyuven a su reincorporación social (grupo externos).
Cronología
1900: En la época del presidente Porfirio Díaz, fue inaugurada la Penitenciaría de Lecumberri, la cual operó hasta 1976.
1957: Se inauguró la Penitenciaría del Distrito Federal.
1959: Entra en funciones el Centro de Sanciones Administrativas.
1970: Se crea la Dirección Jurídica y de Gobierno, así como la Dirección y Coordinación del Sistema Penitenciario.
1976: Se inauguran los Reclusorios Preventivos Oriente y Norte.
1976: Mediante reformas a la Ley Orgánica del entonces Departamento Distrito Federal (DDF), se fundamenta la creación de la Comisión Técnica de Reclusorios del Distrito Federal.
1976: Se crea el Centro Médico de Reclusorios, el cual atendía casos psiquiátricos, quirúrgicos y de medicina especializada.
1977: Se crea la Dirección General de Reclusorios y Centros de Readaptación Social.
1979: Se expide el Reglamento de Reclusorios del Distrito Federal, que viene a complementar el marco jurídico penitenciario del Distrito Federal.
1979: Se inauguró el Reclusorio Preventivo Sur.
1982: La población interna de la Cárcel de Mujeres fue trasladada al Centro Femenil de Readaptación Social.
1989: Se inaugura el Reclusorio Preventivo Femenil Norte.
1991: Entra en operación el Reclusorio Preventivo Femenil Oriente.
1995: Se determina que la Dirección General de Reclusorios y Centros de Readaptación Social depende estructuralmente de la Subsecretaría de Gobierno.
1999: Se determina la denominación actual de esta Unidad Administrativa como «Dirección General de Prevención y Readaptación Social».
2003: Se inaugura el Centro Varonil de Readaptación Social de Santa Martha, en donde a la fecha se encuentran recluidos jóvenes primodelincuentes.
2004: Se inaugura el Centro Femenil de Readaptación Social de Santa Martha.
2004: Se expide el Reglamento de los Centros de Reclusorios del Distrito Federal, que actualiza el marco jurídico penitenciario del Distrito Federal.
Por Blas A. Buendía