Roma, 11 ene (PL) El papa Francisco pidió hoy a la comunidad internacional vencer la indiferencia para construir la paz y socorrer a quienes huyen de la guerra, la violencia y el hambre.
Durante la audiencia anual con los embajadores acreditados en el Vaticano, el Obispo de Roma reiteró su llamado a «detener el tráfico de personas que convierte a los seres humanos en mercancía, especialmente a los más débiles e indefensos».
Asimismo, abogó por la solidaridad con los migrantes y por la búsqueda de una respuesta efectiva ante la actual crisis de refugiados.
Es importante no dejar solas a las naciones que se encuentran en primera línea haciendo frente a esa emergencia, así como iniciar un diálogo franco y respetuoso entre todos los países implicados para que, con mayor audacia creativa, se busquen soluciones nuevas y sostenibles, aseveró.
«Se hace necesario un compromiso común que acabe con la cultura del descarte y la ofensa a la vida humana, de modo que no se sacrifiquen más vidas por falta de recursos y, sobre todo, de voluntad política», añadió.
También señaló que «gran parte de las causas de la migración se podía haber afrontado desde hace tiempo y se hubiesen evitado o, al menos mitigado, sus consecuencias más crueles».
No obstante, aseguró que todavía se puede hacer mucho para impedir tragedias y construir la paz.
Con relación al tema de los indocumentados, se necesitan planes a mediano y largo plazos que no se queden en la simple respuesta a una emergencia, alertó.
También se refirió a los temores sobre la seguridad, «exasperados sobremanera por la amenaza desbordante del terrorismo».
La actual ola migratoria parece minar la base del espíritu humanista que desde siempre ha defendido Europa. Sin embargo, no podemos consentir que se pierdan los valores y principios de respeto y solidaridad, afirmó.
Europa tiene los instrumentos necesarios para defender la centralidad de la persona humana y encontrar un justo equilibrio entre el deber moral de tutelar los derechos de sus ciudadanos y el de garantizar la asistencia y la acogida de los refugiados, aseveró.
Por otra parte, condenó «la arrogancia de los poderosos que, con fines egoístas o cálculos estratégicos y políticos, instrumentalizan a los débiles y los reducen a objetos».