De lo dicho al hecho, hay mucho trecho, reza acertadamente antiguo refrán, siendo justo lo que ocurre con las estadísticas y números que manejan muchos políticos.
La realidad es que en su mayoría depende mucho de los enfoques y modos como se plantean para que la población los entienda de una u otra manera para justificar lo injustificable de que en nuestro país se hacen bien las cosas.
Esa cortina de humo con la que se juega para engañar y tener una sensación de alivio para salir del “ya merito”, es una cuestión de jugar con la psicología social de que México avanza, pero muy a pesar de que los números digan la realidad, choca con lo que se dice frustrando un pequeño aliento de salir adelante porque simplemente no concuerdan los porcentajes y los destinos de los recursos a los programas anunciados.
El tema de la educación en México se ha utilizado como estandarte para salir de pobres, figurando aparentemente dentro de los primeros cinco lugares de la lista en las agendas políticas para cualquier mandatario, pero sobre todo para el presidente de una nación.
Por mencionar un ejemplo, cuando se dice que el incremento de inscripción de niños y niñas en nuestro país mejoró, las estadísticas se quedan ahí porque su valoración nada más lo hacen en el ingreso del primer año de educación básica, media y media superior pero nadie hace el recuento de cuántos de éstos alumnos terminaron satisfactoriamente o cuántos desertaron sin importar los motivos porque hay desde el abandono por el embarazo no deseado, falta de ingreso familiar y la otra la seducción del crimen organizado.
De igual manera sucede cuando se hace mención sobre el aumento en el gasto en la educación por parte de gobierno federal o estatal que no se traduce necesariamente en un gasto por estudiante o por mejorar la del sistema educativo porque no tiene explicación lógica del porqué de acuerdo a los resultados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, México se encuentra entre los más bajos, por no decir en el último lugar y cuando hay países como Finlandia que cuentan con el mejor sistema educacional en el mundo y reconocido hasta por la Organización de las Naciones Unidas con un aprovechamiento de excelencia en sus tiempos de clases, con pocas taras y rara vez se les aplican exámenes.
Estas incongruencias entre presupuestos asignados a la educación no todo van destinados a una real infraestructura educativa y solventar las carencias de muchos alumnos en sus instalaciones o capacitación en sus docentes sino del total de esos dineros está destinado más del 90 por ciento para los sueldos de los profesores y la remuneración del personal en su conjunto.
Como algo que caracteriza a los funcionarios mexicanos como son los legisladores todo lo hacen a medias, nada más para que digan que las cosas están saliendo y cuando no funcionan recurrir a la “mexicanada” con remedos y parches para que salgan las cosas lo mejor posible librado y poder cantar victoriosamente: cuando menos lo intentamos.
Existe una total carencia de profesionales calificados para los puestos en las industrias y empresas especializadas por esa falta de planeación de programas académicos que cubran las necesidades no solo como sociedad mexicana sino igual a una trayectoria planificada hacia dónde va el país o lo que queremos de ello.
En efecto hay un número importante de egresados de las diferentes instituciones universitarias, pero carecen de herramientas suficientes para incorporarse en el mundo laboral y mientras que México no cuente con una planeación educativa a largo plazo, sí habrá muchos profesionistas muy preparados o auto-nominados como sobrevaluados que no tienen cabida laboralmente, viéndose reducidas las probabilidades de encontrar vacantes o puestos muy castigados económicamente aumentando la tasa de desempleo y a su vez la informalidad de prestadores de servicios en proyectos más encaminados en el mundo del ciberespacio como tiendas virtuales.