La manera de legislar en México, es un tanto curiosa digna de estudiarse por los mejores analistas políticos del mundo. Todos los avances de una ley con el mismo fin para caucionar un error del ser humano para terminar castigando la violencia intrafamiliar, robos, abortos, narcotráfico y delincuentes del crimen organizado, pero eso sí sus penalidades son exoneradas cuando se interponen los tratados internacionales como es la Comisión de Derechos Humanos, que nadie se explica si éstos derechos son exclusivos de quien comete un delito o tienen mejores abogados.
En nuestro país, en teoría se castiga todo, los legisladores resuelven todo como una especie de divinidad apocalíptica al momento de hacer nuevas leyes y que éstos sean cumplidos al pie de la letra por los jueces.
Su manera muy pilla de legislar a su conveniencia para aquellos ciudadanos buenos convertirlos en infractores e incluso delincuentes a los que se les puede extorsionar por sus faltas.
Las leyes en nuestro país se rigen bajo una sola filosofía simple y directa que ha perdurado durante décadas: Te chingas
En esa manera tan curiosa de legislar como generadores recaudatorios se ha perdido su verdadera causa y origen convirtiendo a muchos ciudadanos en potenciales ganados humanos listos para la ordeña porque el sistema de justicia se presta para ello que viendo ese método que sí funciona lo aplicaron para los profesionistas dedicados a la contabilidad y para todo aquel contribuyente dado de alta ante la Secretaría de Hacienda, esto de lo más reciente solamente por mencionar, sin embargo, existe en tanto en los procesos familiares, civiles, mercantiles y penales la misma situación solo es cosa de saber cuándo y cómo retorcer las leyes a su antojo.
En la actualidad el abuso de autoridad por el grupo autoritario no ha querido buscar los medios para prevenir las fallas. La comodidad del enriquecimiento a través de aplicar infracciones es tan productiva que no se busca un remedio efectivo y eficiente, para corregir las verdaderas causas por las cuales se crearon las leyes. Una sola película mexicana logró captar precisamente el secreto de las aplicaciones de las leyes con un gran ingenio y creatividad humorística: La Ley de Herodes.
Lo que sí es cierto es que son peores infractores y delincuentes aquellos que por un título o por un cargo aplican la distorsión de las leyes creadas por nuestros legisladores, que quienes infringen y sufren pro sus faltas.
Los legisladores, los ejecutores de la ley y los medios de comunicación buscan magnificar los problemas haciendo más feroces los antagonismos de quienes tienen problemas, ya que entre más grande resulten mejores beneficios de multas y cauciones tendrán para quienes manejan e interpretan la ley.
Negocios también entre los abogados involucrados en conflictos porque en lugar de conciliar se ponen de acuerdo para chingar a los clientes. Los aplicadores de la ley también se hacen patos para hacer valer la justicia y dejando crecer el agua del río hasta desbordarse para que alguna de las partes caigan en el juego sucio para convertir a inocentes en verdaderos delincuentes.
Por desgracia se vive en una realidad muy diferente en la aplicación de la justicia. En vez de calmar ánimos cuando un ciudadano se acerca a denunciar, por el contrario sólo le echa gasolina al fuego para que arda más y así poder medrar ambas partes, es decir, abogados y jueces.
En efecto, sí hay castigos pero no se hace nada por corregir el origen del problema y ante un escenario así en donde los poderes legislativos como judiciales tienen una manera muy pilla de hacer su trabajo creando todo un campo fértil para la violencia provocada por la frustración que cotidianamente van teniendo las personas ante la incapacidad y el escozor social por la injusticia.