La Habana (PL) Quienes pensaron que pasar la página del 2015 significaría también dejar atrás el drama migratorio en Europa, quedaron decepcionados con lo sucedido en las primeras semanas del 2016.
Más de 60 mil personas arribaron al denominado viejo continente en enero, una cifra varias veces mayor a los cinco mil 550 registrados en igual periodo del año pasado.
Mientras los números confirman la continuidad e incluso agudización de la crisis, los sucesos y análisis más recientes confirman que en medio de tanta tragedia, los más afectados son precisamente los más inocentes: los niños.
El año pasado la imagen de un pequeño sirio recorrió el mundo y devino símbolo de una situación compleja: Aylan, con solo tres años, apareció muerto en medio de la soledad de una playa turca, en la ciudad portuaria de Bodrum.
La fotografía llenó titulares de los principales medios de prensa internacionales y causó conmoción, pero ello no consiguió movilizar las voluntades suficientes para actuar ante el asunto y evitar nuevos sucesos similares.
De hecho, a finales de 2015 agencias especializadas notificaron que más de 100 pequeños murieron en el mar luego de la tragedia de Aylan, uno de los aspectos más dramáticos del flujo migratorio.
En todo el año pasado más de tres mil 500 indocumentados fallecieron en naufragios ocurridos en el mar Mediterráneo, y de ellos el 30 por ciento eran menores de edad, indicó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Eso significa que alrededor de mil pequeños perdieron la vida durante las travesías, la mayoría menores de 12 años y procedente de países arrasados por la guerra como Siria, Afganistán e Iraq.
La playa donde apareció Aylan Kurdi llevará desde ahora el nombre del niño sirio, una iniciativa aprobada a finales de 2015 por las autoridades locales.
El alcalde de la ciudad de Bodrum, Mehemt Kocadon, expresó que la decisión en un gesto de buena voluntad cuando «la crisis de los refugiados se convierte en un problema mayor para la humanidad entera».
EL DURO CAMINO DESPUÉS DE LLEGAR
Más de un millón de foráneos arribaron en 2015 al viejo continente; según las estimaciones, más de la cuarta parte son infantes y un número importante sin precisar llegan sin la compañía de sus familiares.
Los que sobreviven a las peligrosas travesías marítimas y consiguen tocar tierra firme, inician entonces el largo camino de insertarse en Europa, donde una suerte bastante incierta los espera.
Muchos siguen la concurrida ruta migratoria de atravesar los Balcanes y Europa oriental con el fin de llegar a países occidentales como Alemania, nación en la que la mayor parte de los migrantes aspira a pedir asilo.
Así que junto a las familias, o solos, emprenden el viaje por estados como Macedonia, Serbia, Croacia, Bulgaria y Austria, y en el trayecto encuentran no pocos obstáculos: cierres fronterizos, controles reforzados, trenes atestados de gente o policías que a veces los tratan como delincuentes.
Por otro lado, la llegada del invierno implicó una precarización de las condiciones: la organización Save the Children alertó que el intenso frío en Europa pone en peligro la vida de las personas, y sobre todo los niños, que atraviesan la ruta de los Balcanes.
En un comunicado, la entidad advirtió que las temperaturas por debajo de los cero grados centígrados y la nieve están afectando a los viajeros, mientras los menores se encuentran especialmente expuestos a padecimientos como la hipotermia, la neumonía y otras enfermedades graves.
Activistas que laboran en el centro de recepción de Presevo, en la frontera de Serbia, explicaron que en la zona se acumulan más de 15 centímetros de nieve, por lo que los infantes llegan con los labios morados, en shock y temblando de frío.
Valentina Bollenback, una de las trabajadoras del sitio de acogida, contó que las madres arriban angustiadas porque «son incapaces de dar calor a sus hijos y mantenerles a salvo. Vemos niños con síntomas de hipotermia, con los labios y las manos moradas, con fiebres altas y problemas respiratorios».
Por su parte, especialistas de las organizaciones Cuerpo Médico Internacional y Médicos sin Fronteras comentaron que una de las principales problemáticas es que numerosos pacientes enfermos se niegan a permanecer hospitalizados, y muchos rechazan también asistir a los puestos médicos, pues solo quieren continuar su camino.
«Incluso si son transferidos a un hospital, la mayoría no va. Ellos solo quieren seguir avanzando pues temen un repentino cierre de fronteras que los deje varados», explicó la doctora Tuna Turkmen.
Save the Children instó a los países de Europa a priorizar la protección de los niños y a garantizar sus necesidades básicas, así como a tramitar con celeridad sus peticiones de asilo.
«En lugar de centrarse en cerrar sus fronteras, los gobiernos europeos deberían hacer más por darle a la gente que huye de la guerra un trato humano y digno», aseveró Bollenback.
MILES DE DESAPARICIONES
Hace pocos días la Oficina Europea de Policía (Europol) comunicó otro fenómeno del que poco se ha hablado hasta el momento: al menos 10 mil niños no acompañados desparecieron tras llegar a Europa, y muchos pueden ser víctimas de bandas de tráfico humano y explotación.
El director de la entidad con sede en La Haya, Brian Donald, explicó al semanario británico The Observer que se trata de uno de los aspectos más preocupantes de la crisis migratoria actual.
«Puede ser que no todos hayan caído en manos de redes criminales, algunos quizás estén con alguna familia. Pero no sabemos dónde están, qué están haciendo, o con quién», indicó.
De acuerdo con las cifras divulgadas, alrededor de cinco mil desaparecieron en Italia y otros mil en Suecia, mientras el resto estaría en diversos países.
Donald expresó el temor de que esos menores sin familiares sean víctimas de grupos dedicados al abuso laboral y sexual dado que en los últimos 18 meses, precisó, se ha desarrollado toda una infraestructura criminal encaminada a explotar a los indocumentados.
El fenómeno descrito pone de relieve la vulnerabilidad de los menores no solo en términos de su salud, sino de posibilidades de desarrollo personal en sociedades que no les acogen con las puertas abiertas.
Son miles los pequeños atrapados en esta crisis que los deja sin un hogar, sin familias para crecer en un ambiente seguro, y sin escuelas que garanticen su formación para el futuro.
*Jefa de la Redacción de Europa de Prensa Latina
Entorno migratorio europeo deja desprotegidos a los niños

Por Luisa María González*