Sin tanto rollo: La importancia que tiene el ser joven, pero “no sicario”

Por Eduardo González

Ecos del Tata Francisco, en México

· La importancia que tiene el ser joven, pero “no sicario”

· El narcotráfico siembra destrucción y muerte

El Papa Francisco llegó a Michoacán, a una tierra donde con pena se ha acentuado en la sociedad mexicana la pérdida de valores, donde por omisión y complacencia de la autoridad local y federal años atrás, a la falta de garantías a la seguridad pública se han cometido actos de incalificable brutalidad, el signo de los tiempos hoy en esa entidad, en la homilía en Morelia llamó a los 20 mil seminaristas que llevaron de todo el país, a no caer ni ser portadores de la resignación, y a los jóvenes los invitó a “no ser sicarios”.
En tierra purépecha Jorge Mario Bergoglio, emitió mensajes profundamente evangélicos, de los que la prensa nacional y extranjera que padecemos opaco por dos motivos: uno, por el acto de candor en el affaire que tiene con una joven un aprendiz de político convertido hoy en gobernador de esa entidad; y otro, por el empellón que sufrió su Santidad en un arrebato juvenil “egoísta”.
A seminaristas y religiosos, el Papa dio una lección del valor de la fe, de lo que creen, saben y experimentan de la vida, de esa vida del Padre, “no de su vida rutinaria sino de su prédica en su andar diario, de lo que significa en los más profundo ser Hijo de Dios”.
Les hizo notar el evitar la tentación proveniente de “ambientes de violencia, corrupción, narcotráfico, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad, y no resignarse a dichos fenómenos”, y recordó al apóstol Pablo “en un evangelizar no de gloria si no de necesidad”.
Exhortó a religiosos, obispos y cardenales a introducir a los suyos al misterio de la vida, del valor diario de la oración, pues con ella también se crece, “a rezar se aprende, como en la vida”, los invitó “a tocar en su carne la vida del Padre, que en Jesús, no hay una expresión de ‘gustillo’ de la rutina o de la repetición; al contrario, tiene sabor a vida, a experiencia, a autenticidad. Él supo vivir rezando y rezar viviendo”.
Y les advirtió: “…Ay de nosotros si no somos testigos de lo que hemos visto y oído, ay de nosotros. No queremos ser funcionarios de lo divino, no somos ni queremos ser nunca empleados de la empresa de Dios, porque somos invitados a participar de su vida, somos invitados a introducirnos en su corazón, un corazón que reza y vive diciendo: ‘Padre nuestro’.
“A este Padre nuestro es a quien rezamos con insistencia todos los días, y que le decimos en una de esas cosas: ‘No nos dejes caer en la tentación’. El mismo Jesús lo hizo. Él rezó para que sus discípulos ‒de ayer y de hoy‒ no cayéramos en la tentación. ¿Cuál puede ser una de las tentaciones que nos pueden asediar? ¿Cuál puede ser una de las tentaciones que brota no sólo de contemplar la realidad, sino de caminarla?”.
En sus palabras el Papa resumió que a la realidad que se vive, una de las armas preferidas del demonio es: la resignación. “¿Y qué le vas a hacer?, la vida es así. Una resignación que nos paraliza y nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino; una resignación que no sólo nos atemoriza, sino que nos atrinchera en nuestras ‘sacristías’ y aparentes seguridades; una resignación que no sólo nos impide anunciar, sino que nos impide alabar. Nos quita la alegría, el gozo de la alabanza. Una resignación que no sólo nos impide proyectar, sino que nos frena para arriesgar y transformar”.
Fue en Michoacán, donde el papa Francisco dio lectura a una carta de Tata Vasco Vázquez de Quiroga de 1554, “alguien que amó tanto este lugar que se hizo hijo de esta tierra. A alguien que supo decir de sí mismo: Me arrancaron de la magistratura y me pusieron en el timón del sacerdocio, por mérito de mis pecados. A mí, inútil y enteramente inhábil para la ejecución de tan grande empresa; a mí, que no sabía manejar el remo, me eligieron primer obispo de Michoacán”.
“…el español que se hizo indio’. La realidad que vivían los indios purépechas descritos por él como ‘vendidos, vejados y vagabundos por los mercados, recogiendo las arrebañaduras tiradas por los suelos’, lejos de llevarlo a la tentación y de la asedia de la resignación, movió su fe, movió su vida, movió su compasión y lo impulsó a realizar diversas propuestas que fuesen de ‘respiro’ ante esta realidad tan paralizante e injusta.
“El dolor del sufrimiento de sus hermanos se hizo oración y la oración se hizo respuesta. Papá. Padre, papá, tata, abba…, no nos dejes caer en la tentación de la resignación, no nos dejes caer en la tentación de la asedia, no nos dejes caer en la tentación de la pérdida de la memoria, no nos dejes caer en la tentación de olvidarnos de nuestros mayores que nos enseñaron con su vida a decir: Padre Nuestro”.
En el encuentro con los jóvenes, amenizado más con tintes de folclor, que contrastó con la devoción mostrada por las comunidades autóctonas un día antes en Chiapas, el Vicario de Cristo, confesó haber tomado nota de lo que había escuchado y visto durante su estancia en Michoacán, para que no quedarán en el aire, donde subrayó la importancia que tiene el ser joven.
No les estoy sobando el lomo, no los estoy adulando, les dijo, y se puso en sus zapatos: “muchas veces se vuelve difícil sentirse la riqueza cuando nos vemos continuamente expuestos a la pérdida de amigos o de familiares en manos del narcotráfico, de las drogas, de organizaciones criminales que siembran el terror. Es difícil sentirse la riqueza de una nación cuando no se tienen oportunidades de trabajo digno… Es difícil sentirse la riqueza de un lugar cuando, por ser jóvenes, se les usa para fines mezquinos, seduciéndolos con promesas que al final no son reales… Y es difícil sentirse rico así. La riqueza la llevan adentro… Faltan oportunidades de trabajo y estudio…”
Contundentes palabras del Papa Francisco para los dueños del poder político y económico, “es mentira que la única forma de vivir, de poder ser joven es dejando la vida en manos del narcotráfico o de todos aquellos que lo único que están haciendo es sembrar destrucción y muerte… Es mentira que la única forma que tienen de vivir los jóvenes aquí es la pobreza, la marginación; en la marginación de las oportunidades…, en la marginación de la esperanza…”
Les llamó a no permitir que permanezcan caídos, a no ser ingenuos para escapar de los desafíos de la vida, de llevar consigo su riqueza, esperanza y dignidad, aprender la solidaridad, a compartir y a discernir.
Ante esa pérdida y confusión de valores que priva en el país en especial en Michoacán, Su Santidad puso en duda el aprecio de la juventud por la ropa de marca o por el dinero para tener prestigio, y ante el ofrecimiento que reciben de tener una vida fácil, los llamó a evitar ser sicarios.
davidmexico2014@gmail.com

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