¡…Guerra de papel…! Los “castillos en el aire” del Peje

Una mezcolanza de todo, y sin plataforma política fija

Por Blas A. Buendía

blasalejo@yahoo.com

En su reciente gira por el estado de Morelos, López Obrador invitó a todos los mexicanos a provocar el »cambio que necesita el país».

Pero López Obrador, eterno candidato a la Presidencia de la República, reiteró que aspira a llegar a ser un gobernante con las cualidades de Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas del Río.
«Quiero llegar a ser como tres grandes presidentes que ha habido en la historia de nuestro país, eso sí, quiero llegar a ser como el presidente Benito Juárez; como el ‘apóstol de la democracia’, Francisco I. Madero, y aspiro a ser como lo fue el general Lázaro Cárdenas del Río», dijo.
«Ese es mi ideal, ese es mi sueño, nada abajo de eso; siempre buscando ser como estos grandes presidentes que ha habido en la historia de nuestro país. Y quiero seguir el ejemplo de ese gran morelense, de ese gran dirigente social, el mejor que ha habido en la historia de nuestro país, Emiliano Zapata Salazar», enfatizó el populista López Obrador.
En el estado de Morelos, invitó a todos los mexicanos a provocar el cambio que necesita el país para recuperar –según su percepción-, la libertad y el desarrollo perdidos, por causa del modelo económico neoliberal.
O sea…, ves…, todavía ofreció el populista tabasqueño reactivar la economía, impulsar oportunidades de trabajo, educación, y llevar a la práctica una política de desarrollo social como nunca se ha visto en la historia del país.
López Obrador manifestó su aspiración a dejar huella en caso de ser elegido presidente de la República.
Solo que en el ámbito político nadie le cree al tabasqueño, sobre todo por los negativos desplantes que ha incurrido al atacar a uno de sus hermanos, Arturo, a quien calificó como “traidor”.
Si los traidores se dan en la familia, qué esperará México como nación tener a un presidente zafado cuando el mundo vive una realidad diferente al pasado que él desglosa y presume que desea emular a esos próceres que en su época innovaron, pero lastimosamente fueron absorbidos por ser absolutistas y adueñarse del poder popular.
López Obrador, dicen, no está tan loco como mucha gente, columnistas políticos y analistas académicos, lo dictaminan, sino por el contrario, tiene una estrategia que bien sembró y ahora cosechó luego de tanta lucha de vejar a las instituciones, reírse de los hombres poderosos y financieros.
De tal suerte que el tabasqueño, si abre la boca, es para no solo criticarlo, sino para forzar que se hable o se escriba bien o mal de él, porque ese es su único afán, que hablen de él, lo que le ha generado un ego que efectivamente lo ha encumbrado hasta el cielo, pero las nubes no tienen piso y su caída podría ser desastrosa en seguir dibujando “castillos en el aire”.
No quiso compararse a los “ilustres” dictadores como Hitler, Mussolini, Fidel Castro, Hugo Chávez…, asesinos de lesa humanidad por haberse eternizado en el poder.
Mucha gente se admira y se pregunta “¡¿Qué tiene el poder, que enloquecen y pierden el piso de la realidad, sobre todo de aquellos que llegan al poder iluminado, bajo el convencimiento de un fortuito engaño!?”

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