Damasco, 11 mar (PL) El más reciente llamado de Maamoun Abdul Karim, director general de Antigüedades y Museos de Siria, tiene todo el dramatismo de quienes rechazan que les roben el corazón de una historia que late en esta nación desde hace cinco mil años.
Karim, ejemplo de consagración a esa encomiable tarea, pidió a la comunidad internacional y ante el llamado Grupo de Expertos de la Interpol, en París, Francia, ayudar en los esfuerzos por detener el saqueo de ese patrimonio por las organizaciones terroristas.
La exhortación del alto funcionario sirio resultó bien específica: se debe poner en práctica la Resolución 2199 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para frenar de una vez y por todas la financiación que por esas vías obtienen el Estado Islámico (EI) y el Frente al Nusra, entre otros.
Con pruebas irrefutables, precisó que el EI destruyó bienes culturales irremplazables y roba centenares de sitios arquelógicos para financiar sus acciones a través de los pasos fronterizos ubicados en los extensos límites geográficos de esta nación con Turquía, Iraq y Jordania, fundamentalmente.
Datos de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) estiman en unos 10 mil millones de dólares el valor de las piezas robadas por ese grupo en la venta ilegal del patrimonio histórico-artístico como vía de financiación.
Tal situación alcanza hoy niveles escandalosos ante el silencio internacional sobre el tema y los esfuerzos del Gobierno sirio y de especialistas como Karim que mueven cielo y tierra para poner coto a la irracional actuación de las organizaciones terroristas.
Desde Damasco, las denuncias en ese sentido se multiplican en todos los foros a nivel mundial, pero las coordinaciones para detener ese saqueo, aún con la intervención policial o de inteligencia de organismos como la Interpol, siguen en un limbo y sin definiciones concretas.
En cinco años de guerra impuesta, los seis sitios en territorio sirio declarados Patrimonio de la Humanidad parecen destinados a desaparecer para siempre y dejar los testimonios de la historia antigua solamente en el endeble conocimieto oral de los hombres.
Las regiones de Bosra, Damasco, Palmira, Alepo, la Fortaleza de los Caballeros y los asentamientos de los antiguos pueblos del norte de Siria, corren extremo peligro mientras que otras 12 áreas propuestas están pendientes de acreeditarse como patrimonio ante la situación de guerra en el país.
La rica y extensa colección de edificios y objetos que alberga Siria recorren cinco mil años de crisol cultural, y según Rodrigo Martin, portavoz del Syrian Archaeological Heritage Under Threat, «una gran parte de la historia de las civilizaciones ha sido escrita en Siria».
Otro testimonio, el de Fréderic Vacheron, experto de la Unesco, expresa que «más allá de la destrucción material, los movimientos extremistas y terroristas que toman como blanco el patrimonio atacan el propio concepto de la dignidad humana».
Siria, un cruce de caminos entre Asia y Europa, centro ahora de un conflicto de magnitud internacional, recurre al precepto de que no deben robarle el corazón porque si nos llenamos de odio, ellos ganarán.
El saqueo del patrimonio de Siria

Por Pedro García Hernández