VersodestierrO: Parábolas Del Equilibrio

Poesía solidaria y solidaridad con la poesía

Por Gustavo Alatorre.

Un poema ha de ser siempre inacabado, perfectible, bruto, áspero. Un poema necesita ser sobado por el lector como el agua a la piedra hasta que el río lo vuelva un canto rodado. A veces nos ha de parecer incomprensible, complejo, lleno de aristas, y ha de ser nuestra lectura el esmeril en donde se desbaste cualquier ángulo que a primera vista parezca ajeno a nosotros y a nuestra lectura.

Una vez repasado el texto por este proceso cuantas veces fue necesario pueden venir las interpretaciones, la búsqueda de un metatexto, la reinvención en nuestra consciencia de tal pieza. Y entonces tendremos un nuevo poema en bruto que nuestra recurrente reinterpretación nos lleve a un proceso como el inicial pero mucho mas fino y mucho más lento.

Y así sospecho que se lee la poesía.

Si en algún momento, la primer lectura disuelve al texto, o lo interpreta obvia e innegablemente para comprender que fue sólo una consigna transitoria generada por la pasión de un momento de catarsis, podrá ser entrañable y perenne pero albergará poca poesía en sí. Justo como el panfleto, por un lado o por otro, el verso pretencioso al que se le cuida más atiborrarle de palabrería, y en general de formas, que de sustancia que nutra la consciencia y desafíe la voluntad del lector. Lo que aluda a lo efímero de la carne, el deseo vigoroso del acto reproductivo barnizado de cursilerías huecas, la consigna social sin peso en el discurso o la rabieta ante la pérdida, la derrota o el fracaso, si bien han de considerarse incluidos dentro de la poética de cualquier lengua, no tienen la trascendencia de considerarse poesía aunque estéticamente muchos de estos sean notables poemas.

Para mi, la poesía es atemporal. Perenne.

Supongo que una visión parecida o al menos coincidente con estas ideas, ha tenido Adriana Tafoya –Ciudad de México 1974, Autora y Editora- desde el inicio de su quehacer en la poesía. Y se reivindica a sí misma dentro de este contexto que expongo, junto a sus textos, presentando Parábolas Del Equilibrio, una serie de poemas que datan de la época en que inició su incursión en la lírica.

‘Segunda Lectura’ ‘Sexto misterio’ ‘Salmodia sobre la caída de Lilith’ ‘Virión’ ‘Sudario’ ‘Lengua muerta’ ‘Canto vítreo’ y ‘Las tres gracias’ me establecen un marco para delimitar al humano entre lo sacro y lo profano, entre lo orgánico y lo espiritual, entre lo escrito y lo que se ha dado por entendido implícitamente. Somos símbolos y referencias de libros sagrados aunque confrontemos el dogma, aunque neguemos a Dios. Somos, mucho y sobre todo en ‘Virión’ un accidente celular que trasmuta su propia característica y la de su entorno.

La hembra rebelde, la santa, la criminal, la madre, la verdadera, la tramposa, la hija, son la misma célula que dialoga desde su renovación biológica, con simbolismos judeo-cristianos socialmente asimilados pero no completamente asumidos.
Así, con esta referencia previa ‘Exrañas flores de la muerte’ nos desafía entre lo cadavérico que representa la flor en sí, presentada como ornamento, separada de su raíz y su tronco basal, como para ofrendarse, y lo que es en si por naturaleza una flor, la agonía misma del instrumento reproductivo de algunas plantas previo a la generación de nuevas vidas. Entonces es prometedor y decadente. Es críptico y franco. Y uno como lector se ve avasallado por la forma poética y el discurso a la vez. La sexualidad no reproductiva es para unas culturas un guiño a la muerte, del mismo modo que las descamaciones, los afeites, los cortes de uñas o el cabello en horarios nocturnos, etc.

‘Otras muertes son de Observa:
No tengas miedo, es una broma. Y
cuando llevas trasnoches sin día,
tres noches sin noche, y en ningu-
na parte hay velas encendidas, no
temas, no es una pesadilla, es ‘‘la
muerte perpetua’’, flor violeta de
cavidades frías que te está cuidan-
do los pasos con su parsimoniosa
luz antigua.’

Las ‘Parábolas del Equilibrio’ tres poemas que dan título a la publicación constituyen un corolario a lo estipulado en las ‘Extrañas flores de la muerte’ en donde primero se manifiesta lo general, luego lo particular y finalmente lo agónico y efímero de la vida del humano en torno a la mera carnalidad

‘¿Y qué es la fe si no un fetiche del deseo?
Falacia en las piernas entreabiertas del infierno’

‘Poemas al Ser Indeterminado’ nos muestra desde el plano orgánico hasta el espiritual al humano y su autoconsciencia. Y así se va perfilando este poemario como una ontología a la creación misma y al arte poético. Una justificación y el nacimiento de una teología del hombre-dios que se reconoce carnal y finito pero con insondables y eternas posibilidades en su humanidad creadora y fecunda. Donde dialoga el espíritu a través del cuerpo y es el poema mismo el vehículo, justo como parece sugerirnos ‘Trasmutación’ en el cual, esta humanidad se vuelca en palabra.

‘(Los gusanos nunca sabrán que exstes)
¿De qué acto renacerás
latente belleza?’

Un poemario que constituye el monólogo interior en el que podemos reflejarnos una y otra vez encontrando un sinnúmero de relecturas, ángulos y aristas por pulir de nuestra bestia aspirando a lo divino en cada acto espiritual de compartir la palabra, de solidarizarnos con ella como ella a su vez es solidaria con nosotros a través de la poesía.

PARÁBOLAS DEL EQUILIBRIO. Adriana Tafoya. Sikore Ediciones

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