La Habana, 8 abr (PL) La moda de los Panama Papers tiene hoy en agenda reclamos, acusaciones y críticas sobre los más de 11 millones de documentos filtrados por un periodismo de investigación que también está en la picota pública.
La filtración surgió el 3 de abril a partir del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) con sede en Washington para inculpar a 140 políticos y funcionarios de todo el mundo, junto a artistas y deportistas.
Una lista que incluye 11,5 millones de documentos de casi 40 años del bufete panameño especializado en la gestión de capitales y patrimonios con información de 214 empresas denominadas offshore en más de 200 países y territorios.
Materia para un periodismo investigativo de 120 comunicadores de 60 países, que se anteponen a otras revelaciones anteriores como fue el caso de Wikileads.
A partir de ese momento, la andanada de comentarios, replicas e incomodidades incluso señaló que se trata de una violación de la ética periodística.
El presidente fundador de la Red Votaire, el francés Thierry Meyssan, por ejemplo, menciona la Carta de Múnich en cuanto a las licencias para periodistas, misiva adoptada en 1971 por todos los sindicatos del sector en el Mercado Común europeo.
Y aclara que los colegas del caso no se plantearon ningún tipo de interrogante en el orden ético, y que no verificaron la autenticidad de datos robados, no obstante la atención a esos informes sigue en muchas partes del planeta.
Ese es el caso que el primer ministro británico, David Cameron, es hoy centro de una fuerte polémica en su país tras ser acusado por la oposición laborista de hipocresía al revelarse que se benefició de una inversión en un paraíso fiscal.
En tal cuerda, un fiscal federal de Argentina pidió a un juez que se investigue una denuncia contra el presidente Mauricio Macri sobre posibles irregularidades vinculadas a su participación en sociedades offshore.
Sin embargo, lo más novedoso de la jornada está en que la familia Thyssen-Bornemisza, cuya colección privada de arte constituye el núcleo del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, también aparece en los registros del bufete panameño Mossack Fonseca.
Entre los papeles del escándalo, los Thyssen-Bornemisza afloran en los documentos junto a otras destacadas figuras del mercado del arte.
El ICIJ dijo tomar contacto con un abogado de la familia que confirmó la propiedad de una empresa offshore, pero aseguró que las autoridades fiscales españolas tienen pleno conocimiento de ella.
En los papeles de Panamá aparece la nieta del pintor malagueño Pablo Picasso, Marina Ruíz Picasso, ya que tenía propiedades en tres sociedades de paraísos fiscales, y era accionista en otra.
También constan en esos documentos la familia de origen sirio Nahmad, una de las más poderosas del mundo del arte y que podría demostrarse que está en posesión de un valioso Modigliani desaparecido, o la familia griega Goulandri.
Esta última mencionada, es eje de una batalla legal sobre el paradero de 83 obras de arte desaparecidas.
Lo que se mantienen como duda para muchos analistas es por qué no aparecen estadounidenses mencionados en el escándalo, cuando de los más de 39 paraísos fiscales, algunos están en ciudades estadounidenses (Delaware, Wyoming y Nevada).
Consecuencias internacionales tras el escándalo ‘Panama papers’
