(Agencias) Cristiano ha recibido esta temporada muchas críticas por marcar ‘demasiados’ goles ante equipos menores. También por su escaso acierto en los lanzamientos de faltas. Y entonces llegó el día clave, en el que había que remontar dos goles ante el Wolfsburgo, y el luso desplegó todo su arsenal. Tres goles para que el Bernabéu viviera, 14 años después, una remontada europea. El Madrid le debe su clasificación para las semifinales de la Champions (3-0) por sexto año consecutivo. Siempre con el ’7’ como máximo goleador. Es la noche en la que calló todas las bocas, sigue siendo imprescindible en este equipo.
Ya lo avisó Zidane en la previa del partido, no había que apelar a la pasión sino a la cabeza para remontar el partido, y bajo esa consigna salieron los blancos. Dominio, sí, pero locuras, ninguna. Cada vez que los alemanes cogían el balón, repliegue, y los de arriba además se comprometieron con la presión.
La paciencia tuvo su premio a los 16 minutos, cuando un balón perdido por los germanos lo recogió Carvajal y su centro, con algo de suerte, le llegó a Cristiano, que no tuvo más que hacer el primero a bocajarro.
El objetivo de marcar pronto se había logrado, y en pleno alborozo, sin dar apenas tiempo al público a que digiriera el tanto, en un córner llegó el segundo, también de Cristiano. Que nadie diga que no marca cuando más se le necesita, el luso se ha reivindicado como mejor sabe hacerlo, con goles. Y esta vez muy importantes.
El Wolfsburgo estaba K.O., dominado por un Madrid que empezó a llegar al área con mucha frecuencia. Tuvo la más clara Benzema, pero el galo remató demasiado suave tras una gran jugada personal.
Se rehicieron los alemanes en el último cuarto de hora de la primera mitad, y el Madrid se replegó, consciente de que la eliminatoria era aún muy larga. La cabeza volvió a mandar.
El Madrid salió como un torbellino tras el descanso, con Carvajal haciendo mucho daño por la derecha (y todos recordando el partido de Danilo en Wolfsburgo), pero poco le duró la fuerza a los blancos. Los alemanes igualaron poco a poco el choque y, de repente, el partido estaba donde no querían los blancos: en un intercambio de golpes. Tuvo la más clara Ramos, pero su remate de cabeza tras un córner golpeó en el palo, se paseó por la línea y cayó en la espalda de Benaglio, que evitó el gol.
Cada llegada de los germanos puso el corazón en un puño a los blancos, conscientes de que un gol les dejaba con pie y medio fuera. Y entonces, cuando el partido empezaba a oler a prórroga, apareció nuevamente Cristiano. Era su noche y una falta en la frontal manera perfecta de redondearla, de reivindicarse, de decir su clásico ‘aquí estoy yo’.
Pudo sentenciar Benzema en una gran contra, y también Jesé con un gran disparo, pero el arquero suizo respondió y dio esperanzas a los suyos. Dio igual, el Wolfsburgo no tuvo argumentos para inquietar a Keylor. El Madrid, por fin, hizo honor al espíritu de las remontadas.