(Agencias) Con paso firme, cargando el ataúd de su compañero extinto, con el toque de la banda de guerra, sobrevolando un helicóptero que lanzaba rosas a su paso fue llevado a su última morada el oficial Juan Campos Palma, que fue atropellado el pasado martes.
La caravana de uniformados escoltó el paso fúnebre a pie del elemento caído que aspiraba a convertirse en abogado. En punto de las 3:30 de la tarde de ayer el cortejo salió de la humilde vivienda donde habitaba el policía con su madre, ubicado en la Colonia Xochiaca, municipio de Chimalhuacán en el Estado de México.
Los dolientes que en su mayoría fueron personas de la comunidad y policías, así como futbolistas amateurs caminaron por calles de terracería a lo largo de un kilómetro para llegar al panteón.
Las sirenas de varias unidades del Sector Coyoacán I, sonaron como una manera de honrar al joven policía que tenía como meta también edificarle un hogar digno a su madre, quien en todo momento lloró por la lamentable pérdida de su prometedor hijo.
En el camino, familiares, vecinos y amigos mostraron su tristeza por la manera en que falleció el novato policía que contaba con tres años de haber ingresado a la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México (SSPCDMX).
Los seres queridos del policía de 22 años mostraron su preocupación al enterarse que el sujeto que cortó la vida de tajo de Juan Campos, quede absuelto por su padecimiento.
No obstante, exigieron a las autoridades que se investigue detalladamente el comportamiento del chofer de la camioneta que lo embistió, debido a que se sospecha que venía huyendo por algún delito que cometió.
La mamá del oficial comentó a El Diario de las Mayorías que su hijo todos los días se persignaba al salir de su hogar y dirigirse a su trabajo, ya que estaba consciente de que su deber era de alto riesgo, «pero nunca imaginó que un loco le quitara la vida al atropellarlo», afirmó.
Los sueños de Juan Campos, junto con su cuerpo, ayer quedaron sepultados en un pequeño y modesto panteón del municipio de Chimalhuacán, donde en un ambiente de dolor quienes lo conocieron, exigieron justicia para el policía.
Antes de entregarlo a su última morada, un batallón de policías realizó a manera de honor los disparos de salva y luego vino el sonido de los tambores y la trompeta para entonar el toque de queda.
En tanto compañeros de equipo de futbol de Juan Campos gritaban: «Juan te queremos», al tiempo que el mariachi tocaba las golondrinas y era abrazado por la madre tierra