- Pleito por Educación
- Los “Años Terribles”
- En plan de Puros P…
Aurelio Nuño Mayer, secretario de Educación Pública desde el 27 de agosto de 2015, esto es cuando ya fue imposible mantener en el cargo a un deteriorado y descocado Emilio Chuayffet Chemor –“La Daga” para sus enemigos-, no tiene alcances académicos para ocupar “el sillón de Vasconcelos” en la oficina central de esa dependencia que guarda celosamente el ámbito antiguo y, a la vez, perenne.
Estudió Ciencias Políticas en la Universidad Iberoamericana, con seño jesuita tan de moda en estos días, y luego obtuvo una maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Oxford, Inglaterra, casi una condición para la hornada de nuevos políticos mexicanos quienes compiten por los títulos –en cuanto a estudios superiores y huellas aristocráticas-, y son llevados hacia escenarios poco explorados por ellos, entre tales la titularidad de Educación Pública en un tiempo de jaloneos interminables alrededor de las evaluaciones, el necesario censo –pendiente-, y un programa para los educandos rebosante de tropiezos. Quizá por ello ni una sola universidad mexicana figura entre las cien de mayor prestigio en el mundo, ni siquiera nuestra querida UNAM, mi alma máter aunque confieso que estudié un semestre en la Iberoamericana en donde salí por piernas luego de presentar y aprobar los parciales para que no sentara precedente ingrato.
Nuño, de familia acomodada, pertenece a una de las últimas generaciones –y esto es muy serio-, que se planteaban como objetivo llegar a la Presidencia como la cumbre de sus anhelos. Ahora, desde luego, los jóvenes y los ya graduados pero de la nueva hornada, tienen perspectivas diferentes, sobre todo ser considerados viables para los puestos ejecutivos del sector privado en donde no hay fiscalizaciones periodísticas –con sueldos por demás onerosos-, ni deben someterse a la agenda presidencial para señalar derroteros.
Ya he contado que fue Manlio Fabio Beltrones, hoy presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, quien respondió con cierta zona a la pregunta que le hice acerca de cuánto tiempo había transcurrido desde la última convocatoria para sumar a los mejores graduados al sector público:
–¡Uy… ya ni me acuerdo! Pero fue hace mucho; en este sentido el sector público nos revuelca.
Quienes quedan –así como los reclutas del ejército que son cooptados cuando los sicarios de las bandas criminales no se los llevan-, tienden hacia una mediocridad pavorosa. En ocasiones me he preguntado cuál habría sido el destino de enrique peña nieto en caso de haber optado por formar parte de una empresa de renombre, trasnacional de preferencia, y con reglas específicas para el desarrollo de sus propios empleados. Quizá jamás habría pasado de las infanterías caracterizadas por la revoltura de escritorios y computadoras en apretados espacios sin más vista que las de las oficinas de los favoritos más allá del área central. (Me temo que describo los espacios al estilo de Norteamérica pero, de verdad, en México los industriales y accionistas dominantes suelen ser tan copiones como quienes formaron nuestro sistema a imagen y semejanza del establishment).
Por esta sencilla razón las funciones públicas están rebosantes de mediocres, unos por ausencia de talentos y otros por estar colocados en donde no les corresponde. El señor Nuño, próximo a cumplir 39 años en agosto –la Reina Isabel II de Inglaterra llegará a los noventa el 21 de este abril por si alguien quiere obsequiarle algunas velas-, es ambicioso, lo que no es del todo malo, y se ha vuelto desafiante. En un arranque, compresible por el clima de tensiones prevalecientes, desafió al “peligroso” Andrés Manuel López Obrador, el más reacio a aceptar los signos de la reforma educativa elaborada sin consensos pero poco eficaz en los debates, incluso evasivo cuando se ha tratado de confrontar, en dos campañas, a los candidatos presidenciales. De hecho, hasta las entrevistas “incómodas” –las más periodísticas porque tienden a mostrar el verdadero perfil del cuestionado-, ha salido bastante raspado y con propensión a injuriar al comunicador que le exhibe sin siquiera preocuparse por responder con certeza aunque sea “a toro pasado”.
El hecho es que Nuño, en su papel de defensor del peñismo al que pertenece y con intenciones de robar candilejas para mostrar sus ambiciones presidenciales –lo mismo que, con mayor discreción, hace el ex rector de la UNAM, José Narro Robles, ahora secretario de Salud rebasado por los hechos-, instó a Andrés Manuel a explicar, punto por punto, las razones de su rechazo que señala hacia un “retorno hacia el pasado”, esto es a los tiempos deplorables de elba esther gordillo morales, cuando el cacicazgo sindical imponía normas y regala plazas a sus anchas.
Pero tal, aunque repulsivo, no es el meollo del asunto sino el abandono de miles de aulas por toda la República, los riesgos para los educandos que juegan sobre los ductos de PEMEX ya corroídos que corren por debajo de los patios y abaratan los terrenos a los que el gobierno federal destina como escuelas. El mismo criterio que la derecha impuso para concesionar un almacén, propio como bodega para carros en desuso, como guardería infantil… hasta que ardió en Hermosillo quemando, para siempre, el espíritu de Margarita Zavala Gómez del Campo, pretensa aspirante a una candidatura presidencial sea por el PAN o copando la vía independiente lo que exhibe la dimensión del chantaje de los calderón.
Desde luego, el duelo entre López Obrador y Nuño es expresión de dos aristas que no se tocan:
1.- La sed de relevancia de Nuño para ser visto como opción hacia el futuro enfrenando con ello a los dos miembros del gabinete presidencial más avanzados: el hidalguense miguel ángel osorio chong y el mexiquense luis videgaray caso, los dos con larguísimas colas: el primero exaltado como cacique en su tierra y el segundo asido al nefasto grupo HIGA, de Juan Armando Hinojosa Cantú, recién exhibido en la trama del “Panamá Papers” cuyos financiamientos, al parecer, descendieron de los Estados Unidos. Todo un círculo vicioso que dibuja el entreguismo de nuestra clase política sin más futuro que el de seguir vendiendo jirones de patria a cambio de migajas.
2.- Por supuesto, bajo el pretexto de que Nuño no es su par -¿quién lo será entonces, acaso el Supremo Hacedor del Universo?-, López Obrador habrá de evadirse de cualquier debate y seguirá montando en los múltiples lugares comunes que repite sin cesar sin profundizar en ellos y analizar el fondo de cada cuestión. Ya le dimos un tip para defender la postura contraria a la reforma educativa que tanto ha ofendido, con razón, a los mentores. Veamos si decide llegar a lo más hondo del proceloso mar de suspicacias y falsedades.
Por el momento, los distractores provocan lo que tanto busca el peñismo: el transcurrir de las semanas para preparar los escenarios electorales en trece entidades, doce de ellas con renovación de las gubernaturas, en donde el priísmo no está bien parado; y si gana será a base de triquiñuelas y dolosos ejercicios de sondeos bien pagados y compraventa soterrada de sufragios.
Debate
Desde 1968, el parteagüas que silenció a varias generaciones de mexicanos tras el genocidio incalificable e inútil de Tlatelolco, hemos tenido varios ciclos infamantes, crueles, de los que no hemos podido levantarnos.
1988, por ejemplo, señaló el derrotero del salinismo usurpador hasta culminar en la barbarie de 1994 cuando el perfil histórico del país fue modificado a cambio de parodias revolucionarias –el EZLN, de inicio- extendidas ya a veintidós años cono la figura de Marcos-Galeano convertida en souvenir, y de magnicidios sin más sustento que la sumisión de los cuadros políticos al proyecto transexenal –no transexual- del señor salinas. Colosio y Ruiz Massieu, padre de la actual Canciller Claudita -¿?-, fueron las piezas sacrificadas en un ajedrez de sangre.
Antes, 1976 y 1982 –a los que se sumaría igualmente el nefasto 1994-, significaron el hundimiento de nuestra economía y el inicio de la rectoría efectiva por parte del Fondo Monetario Internacional que nos gobierna sin miramientos. Nadie pudo escapar de sus efectos ni siquiera cuando hubo un proyecto, el del argentino Raúl Alfonsín, para contrarrestar la especulación, el gran juego de los acreedores.
El 2000 fue siniestro porque a la euforia de la presunta democracia se sumó enseguida el rito de la continuidad, traicionando los fox sus discursos demagógicos; y 2006 con el fraude comicial más escandaloso de las últimas décadas. Luego vendría 2008 cuando la tragedia aérea de Juan Camilo Mouriño, exhibió los contactos de calderón con el narcotráfico y extendió la guerra de la nada que sólo aporta víctimas sin sentido.
Y ya con peña, 2014 será visto siempre como el fin del sistema bajo el estilo priísta: Tlatlaya, Iguala y Cocula, además de las Casas Blancas y demás signos de inmensa corrupción, desbarrancaron para siempre al mandatario vulnerable y enfermo.
Son muchos años de parálisis y horrores. ¡Es hora de entender que sólo los mexicanos podemos cambiar la ruta de la ignominia!
La Anécdota
Entrevisté a fox en agosto de 2000. Volvía de un largo tiempo fuera del país. Me fui asqueado por la recurrencia de las falsedades y oprobios del gobierno de zedillo y volví creyendo, tontamente, con la democracia era posible. Caí en la trampa como la mayor parte de los mexicanos. Le pregunté al entonces candidato triunfador, por la tarde del día en que se le entregó su constancia de mayoría en pleno pleito hormonal entra martita y Lucía Méndez en disputa por el título nobiliario de “primera dama”, si su triunfo había sido del PAN o había derivado de un fenómeno personal; y me respondió tajante:
–Ellos (los del PAN), en plan de puros pen…, querían que no prometiera nada. ¿Y cómo iba entonces a ganar las elecciones?
Entendí, de inmediato, que la farsa estaba
consumada.