Desafío: Fin del Capitalismo

Rafael Loret de Mola
Por Rafael Loret de Mola

  • Culpables Escondidos
  • Fin del Capitalismo
  • Encuentros Placeros

El derribo del helicóptero militar, en el que viajaban veintidós elementos del ejército el primero de mayo de 2015, hace poco más de doce meses, tres de ellos muertos luego del colapso, es demostración fehaciente no sólo de la fuerza del cártel “Nueva Generación”, formado en su mayoría por jóvenes que rondan los veinte años o menos, sino de su capacidad para utilizar armas de largo alcance, digamos misiles teledirigidos, contra aeronaves oficiales corroborando así nuestra versión sobre los falsos “accidentes” de tres altos funcionarios durante los regímenes de los fox y calderón.

El 21 de septiembre de 2005, el entonces secretario de Seguridad Pública, Ramón Martín Huerta, debía llegar al penal de Almoloya de Juárez y, por maniobras “inexplicables” de su piloto, el helicóptero que le transportaba entró a una zona de densa niebla –lo que no hizo el aparato escolta-, y acabó esparcido por un terregal serrano de San Miguel Mimiapan, Estado de México por cierto, a donde llegó, a caballo, primero que nadie su segundo, el nefasto veracruzano miguel ángel yunes linares –uno de los más perversos sujetos de la política mexicana, ladrón y asesino, y ahora candidato del PAN, nada menos, a la gubernatura de Veracruz-, a quien había colocado en tal cargo la hoy cautiva Elba Esther Gordillo Morales, la única mujer que se aumenta la edad para tratar así de traspasar las rejas de Tepepan. Yunes, como es obvio, tuvo casi media hora para indagar por su cuenta y hasta posiblemente cambiar la escena… del crimen. La aeronave cayó como plomo, no rasando árboles por ejemplo lo que hubiera sido natural en caso de una pérdida de altitud provocada por el mal tiempo y la impericia, y se destruyó totalmente: no había pedazo, ni humano ni mecánico, completo. Peor a que si hubiera sido “tocado” por un rayo, no así si fue objetivo claro de algún sicario con conocimiento en el manejo de los misiles tierra-aire.

La primera sospecha que tuve al respecto surgió cuando el entonces mandatario fox optó por rendirle un funeral de Estado a su amigo Ramón Martín, llamándole “héroe” y alegando que había caído en el cumplimiento del deber, condiciones éstas que no pudieron darse como efecto de un desgraciado accidente motivado por la terquedad del funcionario por atravesar una espesa niebla para acortar distancias –tres o cuatro minutos-, con desesperado afán de ser puntualísimo. El hecho es que jamás se informó por qué los restos del aparato no estaban esparcidos sino, de hecho, desintegrados. Y se cerró el catafalco, vaya usted saber qué contenía, con la bandera nacional y un espectáculo fúnebre de la mayor intensidad imaginable. Si todos los que mueren en “accidentes” merecieran este culto se volvería rutinario, cotidiano tal vez, como parte del protocolo oficial. ¿O acaso sólo los funcionarios cercanos al corazón de los presidentes merecen tal exaltación?

Seguimos. La versión oficial sobre el accidente del Lear Jet en el que viajaba, desde San Luis Potosí, a la capital del país, el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, no hizo sino levantar las especulaciones. Por principio de cuentas, un economista de trayecto antinacionalista, Luis Téllez Kuenzler, encargado en ese momento de la secretaría de Comunicaciones, de donde fue expulsado unos meses después, solicitó al “presidente” calderón que el hecho fuera sólo investigado por su dependencia ¡sin intervención alguna de la PGR! Así me lo confió el propio Téllez Kuenzler cuando me dio su versión sobre los hechos insistiendo, claro, en el accidente “en el que no cree ni mi madre”, según sus propias palabras.
Se concluyó entonces que el avión no pudo explotar en el aire porque no se mostraban signos de expansión alguna del fuselaje y que cayó como consecuencia de la estela turbulenta de una aeronave precedente y por aterrizar en el aeropuerto Benito Juárez. De ser así, no imagino el número de aviones que se hubieran precipitado a tierra en el “agujero negro” como le llaman los pilotos profesionales quienes cobran una “prima” extra por llegar o salir del mismo dadas las pésimas condiciones de un campo aéreo situado en medio de la ciudad. Y lo mismo ocurrirá si el proyecto peñista se realiza.

El hecho es que el JET mencionado cayó entre varios edificios de Las Lomas, muy cerca de Los Pinos, sobre la avenida Ferrocarril de Cuernavaca, sin causar una catástrofe urbana como era predecible. Las piezas no se esparcieron y aunque, irreconocibles, los cadáveres fueron identificados en tiempo récord. Y siguió el ritual del heroísmo para exaltar a Mouriño, presidenciable, sin la presencia de un ataúd: el del ex comisionado de la PGR para el combate contra las frogas, José Luis Santiago Vasconcelos, cuyos familiares se negaron a que los restos del personaje –si en realidad lo eran- fueran objeto de un escarnio mayor: la simulación abyecta.

Por supuesto, calderón sabía, y muy bien, que aquello era un aviso contra su “delfín” –y algo más-, heredero de una fortuna inmensa como efecto de las concesiones de PEMEX en la sonda de Campeche. Además, el 4 de noviembre de 2008, el mundo entero tenía la mirada en la victoria del primer afroamericano en llegar a la presidencia de los Estados Unidos. Lo de Mouriño, al lado de esta noticia de impacto global, pareció de poca monta; esto es como si se hubiera escogido una fecha en la que el camuflaje funcionara. Poco después se supo que el Lear Jet estuvo sin vigilancia alguna mientras estuvo en San Luis. Cualquier operado experto en computadoras hubiera podido programar la de la aeronave en menos de media hora… hasta para que fuese con gran precisión estratégica su caída. Además, claro, del posible remate con un arma de alto alcance por si fallaba lo primero.
Téllez y yunes están vivos y gozan de la protección del establishment hasta ahora; incluso un hijo del segundo es senador de la República, por el PAN además, lo que inhabilita a este partido a exigir la reapertura del expediente. Para fortuna, me atrevo a decir, de varios de sus miembros. Las cuentas no se pagan solas. Téllez es consejero para el desmantelamiento de Pemex y yunes, dicen, negoció su victoria con la promesa de evitar que sus socios del cártel del Golfo lo exhiban.

Llegamos, entonces, al 11 de noviembre de 2011, hace tres años y medio apenas, y a poco menos de un año de la entronización de peña, esto es bajo la férula de calderón aún, cuando, por el rumbo de Chalco, “cayó” el helicóptero que transportaba al entonces secretario de Gobernación –el cuarto de cinco del régimen calderonista-, Francisco Blake Mora. Igualmente, las piezas no se esparcieron y a los reporteros se les impidió llegar hasta el punto del colapso bajo el argumento de preservar la zona del accidente para futuras investigaciones… que jamás se hicieron. Simplemente se limpió la basura, se colocaron en un catafalco algunos restos –humanos y de otra especie-, y se dijo que tal era el secretario en desgracia a quien, claro, se rindió homenaje de Estado por haber muerto en cumplimiento de su deber. Imposible en tales circunstancias en realizar una autopsia o solicitarla de manera extemporánea… aunque tampoco sería de gran utilidad conocer la identidad del personaje sino la razón por la cual fue ejecutado con tanto camuflaje de por medio.

Sin duda, cada ocasión ha sido una severa advertencia para la clase gobernante en el poder. Los fox y calderón así lo entendieron y aunque el segundo de los mandatarios lanzó su guerra contra los narcos tras el “accidente” de Mouriño, quien además fue negociador oficial con los cárteles con la fallida intención de integrarlos en un solo mando, el de “El Chapo” Guzmán Loera, que no redujo, hasta hoy, ni un solo gramo de droga de exportación hacia los Estados Unidos… pero sigue derramándose sangre por todos los rincones del país como aportación de nuestro gobierno a la cortina de las simulaciones.

Tener memoria sirve, y mucho, para explicarnos los acontecimientos recientes. Lo extraño es que, en no pocos medios incluyendo algunos radicales, se pone más énfasis en los narco-bloqueos en seis entidades del país que en el mensaje criminal, atroz, sobre la potencia de los cárteles y la vulnerabilidad de las instituciones armadas bajo el mando del comandante supremo, enrique peña, quien debió, seguramente, de recibir una lección para ubicar en el mapa a Michoacán, Colima, Jalisco y Veracruz, los estados federales más afectados. Seguro preguntó entonces dónde se encontraba el “estado Lagos de Moreno” y el de “León”. En primaria le hubieran puesto orejas de burro.

Lo trascendente es que se hizo evidente el poder de fuego de los criminales. Nada les impide trazar otros ataques similares, por ejemplo en la ciudad de México y cerca de Chapultepec, a menos, claro, de que, como calderón, se someta el jefe de Los Pinos. ¿O ya lo está desde hace un año? De eso se trata toda esta violencia en el sexenio de la barbarie. Y peña no tiene madera de héroe ni de visionario.

Debate
¿Es indispensable en estos tiempos, para alcanzar alguna gubernatura o la misma Presidencia de la República, negociar con los grandes capos y los criminales de otras bandas, tales como los contrabandistas de armas y tratantes de mujeres y niños? ¿No saben ustedes que el rapto de menores es signo de haberse recrudecido el execrable, maldito, “negocio” de los órganos para proveer a los viejos multimillonarios de Estados Unidos de los jóvenes corazones, hígados, apéndices de los niños mexicanos? Lo denuncié desde el lejano año de 1990 y la respuesta del embajador, en ese entonces John Dimitri Negroponte –el nefasto “negro-puente”, promotor de alzamientos y matanzas en Centroamérica a través de los “contras” y acaso en México también-, fue casi furiosa… pero no pudo demostrar lo contrario.

El año anterior una poco convencional convención del neozapatismo integró a cientos de turistas-revolucionarios dispuestos a oír que el capitalismo debe extinguirse aun cuando no expliquen la brutal pasividad del EZLN, ahora comandado por la segunda versión de “Marcos”, quien se hace llamar “Galeano”, contra el estado de cosas. Hasta giras políticas han hecho por el país, resguardados por el ejército ¡al que desconocieron al momento de iniciar los once días de tiroteo en las cañadas en 1994! Todo cabe en el país de los espejismos.

Pues bien, ¿y es posible que un grupo reducido de mexicanos, emplazados en la sierra y con disminuida credibilidad, nos convoquen no a modificar el sistema político mexicano –lo que es posible si ejercemos la soberanía popular- sino nada menos al capitalismo cuyos pilares se encuentran en Washington y Nueva York resguardados por la mayor potencia de todos los tiempos? Creo en los sueños, no en las ingenuidades.

Llevamos veintiún años desde la sublevación zapatista. Y pregunto, sin ánimo de mortificar a los luchadores sociales que lo son de verdad, ¿se ha alcanzado alguna meta salvo la de convocar a quienes requieren de candilejas para exaltar su izquierdismo de pacotilla?

La Anécdota
Apunto y disparo. Hace poco más de un año, en la Monumental de Aguascalientes –espero que no me manden a fusilar los intransigentes-, tuve varios encuentros, agradables unos y desagradables otros; me sirvió para medir los odios y las tolerancias que mis críticas producen, sobre todo cuando exijo la salida de peña nieto del poder presidencial acotado.

Saludé desde lejos a personajes con los que he tratado varias veces, por razón de mi tarea periodística, y apenas respondieron mirándome con el rabillo del ojo: Diego Fernández de Cevallos, quien habiendo estado en mi casa de San Miguel una jornada entera, apenas se molestó en extenderme la mano como sí lo hizo hace meses, buscándome él; por supuesto, el alcohólico Carlos Lozano de la Torre, todavía gobernador de esas tierras, ensoberbecido, ya no quiso siquiera cruzar miradas conmigo acaso furioso por haberlo exhibido como acaparador de boletos para revenderlos; y el caso más extraño fue el de Enrique Martínez y Martínez, titular de la SAGARPA y ex gobernador de Coahuila –él se inventó a los Moreira, nada menos, quien de plano se hizo el occiso quizá para no comprometerse o aparentar ser otro y no ser motivo de mis señalamientos sobre los despilfarros causados a su entidad por su enajenada ambición de llegar a la Presidencia en 2006. Me alegra que esta clase de tipejos me ignoren.

Dialogué, con buena educación, con el doctor Pedro Aspe Armella, a quien he cuestionado no pocas veces pero no por eso pierde la cortesía elemental, y estuve acompañado por el alcalde de Aguascalientes, el panista José Antonio Martín del Campo y su esposa, afables siempre, y por la entonces diputada Tere Jiménez, quien fue el canal para que me animara a asistir a un palco oficial y ahora espera las elecciones en pos de la alcaldía de Aguascalientes. Pecador, como humano que soy, no podía perderme la maravilla de la Feria de San Marcos. Este año me abstuve para que no se le ocurriera a alguno señalarme como ficha de alguno de mis conocidos en campaña; en política, insisto, no hay amigos… y yo no tengo intereses para negociar.

Hacer el juego a los narcos inventando accidentes que se almacenan como fardos,
es la mejor manera de conducir a México hacia el estado fallido.
Ya lo he dicho:
quien tenga miedo –lo que comprensiblemente es muy humano-
que se olvide de la política en estos tiempos y se dedique, por ejemplo,
a las misiones en donde sólo se reza… salvo algunas honrosas excepciones.

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