Veneno Puro: Fenómenos Económicos

Rafael Loret de Mola
Por Rafael Loret de Mola

*Fenómenos Económicos
*Una Reina “Mexicana”
*Abortos de Alcurnia

 
No es normal, claro. No en una nación con tanta miseria sobre los hombros y lo peor: la amenaza de que la violencia se extienda porque los reclutas tienen hambre y la única manera de salir de su infierno es atender a los sicarios; también para sobrevivir asegurando a los suyos a costa de convertirse en traficante o militar, lo segundo por si se pierde la primera oportunidad. El hecho es que las diferencias sociales son tan agudas que contamos con un puñado de multimillonarios cuyas figuras más sobresalientes tienen las manos metidas en los sectores mineros, de comunicaciones y energéticos, esperando la depreciación del petróleo para hincarle más el diente a las ofertas gubernamentales. Cuestión de complicidades calladas.
El presidente peña, cuando no se tragaba las palabras a pesar de su poca cultura, aseguró que en México no había intocables. Solté una carcajada que alarmó a mis vecinos. Tengo una lista tan grande de ellos que, cuando menos, supuse una nueva actitud oficial respecto a ellos y la caída de algunos “halcones” de rapiña para quienes rescatar cadáveres es parte de su propia mercadotecnia, como, por citar un nombre, Germán Larrea (la sílaba di en vez de la ele), cuyo segundo apellido es Mota-Velasco y es hijo de la heredera de la fortuna que ostenta, Sara Mota-Velasco quien todavía ordena, implicado –o imputado como dicen por los lares hispanos-, en una nebulosa trama que ya se llevó entre las piernas al ex presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, uno de los más hábiles para ocultar la inmensa corrupción de los hipócritas gobernantes de aquellas tierras en estado de tensión por sus arranques independentistas. Y por ello al execrable “Grupo México” le suspendieron la concesión para explotar minas en Andalucía. Quizá les bastó a los tribunales respectivos asomarse a la burda biografía del sujeto.
Una de las constantes de Larrea es evitar a los fotógrafos. Sólo hay una imagen de él reciente: saludando a peña nieto en Palacio Nacional. Por lo demás acostumbra pagar a los de la lente para que NO lo fastidien con flashazos y permanezca en la oscuridad. Lo mismo hacen, me imagino, los célebres “capos” cuyos puentes son tan grandes que se dan el lujo de llegar a los mejores restaurantes, lo mismo en Culiacán o en Monterrey, retirar los celulares, solicitar discreción a la clientela y pagarles sus cuentas a todos para dejarlos complacidos; con ello, además, ningún comensal se atreve a denunciarlos, conocido el fervor de la ciudadanía por evitarse problemas antes de mostrar valor; y más cuando sus compañías pueden delatarlos también.
Ahora cuando estamos en etapa de confrontaciones verbales y exabruptos partidistas, los dirigentes se afanan en perseguir y descalificar a sus adversarios, por ejemplo, en el caso de quien fue candidata panista a la alcaldía de Mina, en Nuevo León, María de Jesús Cleto, y quien sin pensarlo mucho dio su apoyo incondicional al ex priísta y fulgurante apostador de la vía independiente a la gubernatura de su entidad, Jaime Rodríguez “El Bronco” cuya ventaja fue irreversible a dos semanas de los comicios. Ganó y luego se cruzó de brazos. Y es que no fue muy clara la alianza porque la señora en cuestión mantiene sus puestos dentro de Acción Nacional pero cabalgando, al mismo tiempo, al ritmo del célebre ex alcalde de García en donde, dicen, se le quiere.
Por desgracia, “El Bronco”, cuya opción ciudadana y posibilidades de victoria fueron irreversibles desde la fase media del proceso, tiene un punto débil y es el económico: no coinciden sus declaraciones patrimoniales con las heredades que se señalan como suyas. Y tal pone en duda los baños de pureza de quienes, como colaboradores cercanos e ilusionados, lanzan a los cuatro vientos asegurando que el bautismo, fuera del PRI, se ha consumado para bien de México. En lo personal ya apunté que me encantaría otra cosa, es decir la plenitud de sus ofertas deambulando por el Palacio… aunque, por desgracia, optó por redimir las viejas tradiciones priístas del ocultamiento de hechos y propiedades.
Los panistas, quejosos por el comportamiento de varias de sus candidatas, como lo fue la de Mina, parecen olvidar que una de sus más importantes cartas, Xóchitl Gálvez Ruiz, abanderada actual de la Delegación Miguel Hidalgo –pues ella se dice “hidalguense” y ya compitió, sin éxito, por el gobierno de Hidalgo, un galimatías que sería imposible de resolver por la mente ajada del señor peña nieto-, sufrió la vergüenza, injusta sin duda, de confrontar la aprehensión de su hermana Malinali, integrante de la banda de secuestradores “Los Tolmex” cuyo cabecilla, Alberto Rivero, era el dueño de su corazón apasionado. Xóchitl lo admitió y expresó que nada justificaba conducta así… pero al declararlo el rostro de la ex comisionista para los pueblos indígenas, bajo el foxismo, torció la sonrisa y la cara. No era para menos si bien sabemos que en toda familia hay un desalmado.
No por eso puede regatearse mérito alguno en la señora Gálvez Ruiz para atajar sus coberturas políticas; por desgracia, son pocas, muy pocas las familias que no cuentan con historias perniciosas y vergonzosas, bastardías y traiciones, ambiciones y traumas con o sin fundamento, en este mundo nuestro tan dado a exaltar los pecados y no las virtudes como si tal fuera el éxito de la “modernidad”. Una cosa, insisto, es cuanto sucede en la intimidad y otra modificar los valores sociales por el capricho de sentirse célebres durante cinco minutos, por ejemplo, saliendo entre candilejas “del clóset” para acrecentar fama y hasta obtener el grado de “valientes” por sus preferencias sexuales, respetables sí aunque al airearse pierdan toda claridad y destino. La clase política fue la que engendró el amafiamiento a través de la muy célebre “cofradía de la mano caída”. Las cosas de la intimidad deben quedarse en ella y las públicas ser divulgadas, parafraseando al pasaje bíblico de César y Dios.
Volvemos, luego de este periplo no del todo relajante por nuestro presente político, a la familia Larrea, de tal suerte intocable que se han dado el lujo de escabullirse de cualquier indagatoria penal pese a la responsabilidad de su empresa, Grupo México, en la muerte de setenta y dos mineros –sesenta y dos en Pasta de Conchos-, desde febrero de 2006 a la fecha, por las condiciones absolutamente infrahumanas en las que laboran las víctimas, incluyendo las que reducen sus expectativas de vida en treinta o cuarenta años precisamente por inhalar los gases tóxicos subterráneos sin equipos adecuados ni atención médica inmediata. Y todo por unos cuantos pesos, miserables, que no corresponden a los rendimientos multimillonarios de los dueños de estas compañías de la muerte.
No sé si pronto, me parece que sí, aparecerán partidos con el símbolo de la muerte para exaltar la alianza entre los empresarios intocables y los “capos” a quienes se ha dado por ejecutados y pululan con otras personalidades, o ni eso, a través del amplio mundo del hampa, traficando cuanto pueden lo que sería imposible si no tuvieran el aval de las altas autoridades. Así de simple.
El hecho es que las principales fortunas de México, con nombres incluso, Carlos Slim Helú, Germán Larrea y Alberto Baillères, han fundamentado parte de sus haberes en la explotación minera pagando sueldos infames y viviendo en la abundancia más degradante desde el punto de vista espiritual. No sé si puedan dormir tranquilos pero temo que no dadas las circunstancias descritas. Una verdadera pena para ellos que le será cobrada algún día, quizá a sus herederos formados con la misma línea, cuando llegue la hora de la justicia y la democracia no fingidas.
Mientras tanto, no basta con el “pellizco” andaluz a Germancito, el menos fotografiado de la moderna aristocracia mexicana, ni con las investigaciones sobre los consorcios españoles que han iniciado la neoconquista –la primera no lo fue porque sólo se ocuparon a los pueblos de Mesoamérica y no a México, lo que abre una enorme brecha histórica-, como en el caso de la constructora OHL cuyo desfalco, en deuda, ya asciende a 34 mil millones de pesos.
Todo se vale en el paraíso de la corrupción.
Mirador
David Rocasolano –la reina de España se llama, como todos sabemos, Letizia Ortiz Rocasolano y acreditó un largo andar por tierras tapatías en donde tuve la oportunidad de conocerla sin mayor osadía de mi parte-, recibió la encomienda de “destruir”, “desaparecer” o lo que fuera, unos papeles harto comprometedoras para la pariente en fase prematrimonial. Fue citado en la “casita del Príncipe”, muy cerca de La Zarzuela, donde habitan los monarcas cuyas testas coronadas presentan más que dos chipotes escandalosos, y allí la parejita de tórtolos, antes de anunciar su compromiso matrimonial y cuando aún pocos conocían la decisión del entonces heredero de la Corona, le pidieron acudir a la clínica “Dator” sita en Madrid, para obtener la documentación que exhibía como el 13 de octubre de 2002, apenas un año y poco más del enlace “real”, la princesita-periodista había abortado luego de haberse divorciado de Alonso Guerrero Pérez… desde marzo de ese mismo año, siete meses antes del incidente hospitalario.
Rocasolano insiste en que el padre de la criatura malograda es un antiguo compañero de la señora Ortiz en la CNN española: David Tejera, quien hasta ahora, no supo que había dejado embarazada a su amante ni se ocupó del tema cuando pocos meses después el actual monarca, Felipe, anunció su compromiso con la asturiana más conocida de esta historia y quien incluso desdeña a los vecinos de su tierra a decir del autor de “Adiós, Princesa” -de Ediciones Foca, publicado a finales de abril en España y que ya circula en México desde hace diez días lo mismo que toda la colección de Ildelfonso Falcones, casi desconocido en nuestro país y convertido en best-seller con camisa de once varas encima de los presuntos consumidores-. Una jugada a tres bandas.
Por las Alcobas
Ocurrió que los esponsales reales, el 22 de mayo de 2004, con la presencia de mil doscientos invitados y los representantes de doce casas reales –las que van quedando más por inercia que por convencimiento de los súbditos-, ante el altar de la Catedral de la Almudena, frente al Palacio Real de Madrid, técnicamente fueron una aberración: de acuerdo al derecho canónigo la mujer que dispone del fruto de su vientre es automáticamente estigmatizada con la excomunión y, en este caso, Letizia había abortado apenas un año y meses antes de vestirse de blanco y pasear como representante de la férrea devoción católica que es ley en la España del siglo XXI.
Pero, además, se sabe de otro embarazo interrumpido, en el hospital Médica Sur de la ciudad de México, fruto de algún otro amorío con un prohombre de la moderna aristocracia. Cuando menos, en este renglón, les ganamos la conquista a los españolitos.
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LAS MALAS FORTUNAS ESTÁN LIGADAS A LOS MALOS POLÍTICOS, MUCHOS DE ELLOS EN FASE DE VOLVER O DE ASEGURAR SUS ESPALDAS CON SUS JUNIORS, EL MAYOR FLAGELO EN LA PERSPECTIVA FUTURA. SI NO NOS LIBRAMOS DE LOS PRIMEROS, ¿PODREMOS, AL FIN, PONER EN ORDEN A LOS SEGUNDOS CUYA SUFICIENCIA E HIPOCRESÍA LOS DELATAN?

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