Buenos Aires, 23 may (PL) Un nuevo frente de disputa interna estalló en el seno de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) debido al proyecto de algunos de los clubes más importantes de formar una Superliga.
El plan seguiría el modelo español y la principal cuestión a resolver sería el reparto económico, con claras diferencias entre los clubes grandes y los menores.
Este debate vino a agregarle pólvora a una batalla múltiple, donde se compite por el sillón de Julio Grondona (difunto presidente de AFA) y además se plantea cómo será su trasmisión televisiva y quién se queda sus derechos, que serían de cifras exorbitantes.
El modelo «superliguero» es encabezado por los dirigentes de Boca, San Lorenzo, River y Racing, cuatro de los clubes más grandes del país.
A ellos los acompañan otros 12/14 clubes, que en los papeles se verían beneficiados con el nuevo formato.
El orden en que se enumeran los cuatro clubes que encabezan la nómina liguera no es casual. Boca es liderado por Daniel Angelici (continuador del macrismo en la presidencia del club).
San Lorenzo tiene como presidente a Matías Lammens, pero se descuenta que el hombre que más pesa es Marcelo Tinelli, conductor televisivo, y candidato a la presidencia de AFA, en las últimas (y fallidas) elecciones.
Del lado de los que se oponen a la Superliga, la bandera la lleva Hugo Moyano, presidente de Independiente, único club grande que no se adhiere a este formato.
Moyano es un veterano dirigente sindical, líder de una de las centrales obreras, que apoyó al macrismo en las últimas elecciones y que expresó su deseo de presidir la AFA.
Aquí está claramente expuesto que lo que menos se discute es formato de competencia, sino reparto económico y sobre todo poder político.
Angelici en la última reunión amenazó con renunciar, si no se aprobaba la nueva liga, y hasta deslizó su idea de hacerla incluso por fuera de la órbita de AFA.
Una de sus frases fue: «No creo en el consenso, los que no quieran sumarse, fíjense dónde van a jugar, la Superliga se hace sí o sí».
Esta definición, fáctica por naturaleza, evidencia de modo crudo el pensamiento de Angelici. Hombre vinculado al actual gobierno, es más afín a los vetos y a los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) que a una moción democrática.
Para dar una idea de cuál es el rumbo que proponen los que quieren la nueva competencia, se invitó al último cónclave dirigencial a Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional de España.
Cabe aclarar que Tebas, tiene una larga vinculación con Tinelli, desde los tiempos en que el empresario argentino era gerente del Badajoz.
Cuando el negocio ya no le cerraba al actual dirigente de San Lorenzo, el club español quedó a cargo de Tebas, durante 2 años más.
Aquí conviene hacer una reflexión: Si el ejemplo es el español, debe tomarse en cuenta que es un campeonato que sólo es competitivo para dos o tres equipos.
Barcelona, Real Madrid, y últimamente Atlético de Madrid, compiten de verdad. El resto sólo participa, sin muchas aspiraciones. Las diferencias son siderales, y sobre todo en cuanto a la distribución de ganancias. Los clubes grandes se llevan la mejor tajada, y esto hace imposible la competencia real.
Aquí en la Argentina, hasta ahora sostienen que la diferencia de ingresos entre los clubes más grandes y los menores no sería tan significativa.
Pero también es cierto que hoy día está reinando una doble moral muy marcada. Se declara públicamente una cosa y se resuelve exactamente lo contrario.
Entonces qué pasará cuando los clubes menores, que de antemano creen beneficiarse con participar en la Superliga, se den cuenta que ese formato les impide competir dignamente.
Para tratar de acercar a las partes y dejar a todos felices, algunos mediadores propondrían que cada grupo antagónico se quede con un área de poder.
De esta manera, Tinelli vería con buenos ojos ser el dirigente de la Superliga y Moyano cumpliría su sueño de conducir AFA, aunque trascendió que le ronda la idea de bajarse de la candidatura, si algunas cosas no le cierran. Recordar que el 30 de junio se debe elegir al nuevo presidente.
Además, cualquier forma de acuerdo, no puede ser por fuera de AFA, como deslizó el tan particular Angelici.
Hacerlo fuera de la casa rectora del fútbol argentino, es salirse de la órbita de FIFA, y esto traería aparejada la posibilidad de desafiliación.
La sede de Zurich, mantiene como norma la autonomía de sus entidades afiliadas, sin que pueda mediar intervención de los gobiernos nacionales ni de la justicia ordinaria ni de otra índole.
Si esto pasara, la desafiliación implicaría que el seleccionado argentino, con Messi y compañía, dejara de participar oficialmente en torneos de FIFA.
Y nadie va querer cargar con ese costo político.
Argentina: El botín de la Superliga
Por Andrés Sciapichetti