El tema de la infertilidad sigue siendo tabú en la lliteratura: Gabriela Couturier

Couturier comentó que a pesar de que es una novela de ficción que explora diferentes extremos, la parte con la que más se identifica son los problemas por los que atraviesa el personaje

Luis Chimal 
Fotografía y Texto
 
(N22) Esa otra Orfandad es un libro de Gabriela Couturier, de la editorial Cal y Arena, que aborda la infertilidad desde la perspectiva de una novela, tema considerado tabú. Sin embargo, esta novela lucha por ser la voz de las personas que viven esta situación todos los días.
En entrevista para Agencia N22, Couturier comentó que la novela surgió cuando estuvo batallando con la cuestión de la infertilidad. Allí se dio cuenta que el tema no figura en la literatura: «hay mucho sobre infertilidad desde el punto de vista médico, de la auto-ayuda, de la psicología, pero no hay nada desde el punto de vista literario. Creo que las novelas sirven para explorar las orillas, los extremos que no necesariamente llegan hasta tu vida”.
A la autora en un principio le costó narrar esta historia: “me tarde diez años en escribirla, el primer borrador lo dejé afortunadamente por cinco años y cuando lo retomé me di cuenta que estaba viviendo cosas demasiado cerca. Al principio si era muy doloroso».
La escritora afirmó que este libro nunca lo vio como una autobiografía. Ella se puso a realizar entrevistas a personas que conocía, a gente que ha pasado por lo mismo. «Todo eso fue muy chistoso, porque necesité entender mejor mi proceso para poderlo escribir con más perspectiva”.
Esto se debe a que estos temas no se encuentran en la literatura tan fácilmente.

“El tema de la infertilidad es relativamente nuevo, hace treinta años no era un problema tan común como ahora; creo que sigue siendo un tabú. La maternidad sigue siendo algo que la gente no se atreve a tocar, a lo mejor porque duele, las personas infértiles se siguen asumiendo como una vergüenza, como muchas cosas médicas no se hablan y la gente no sabe qué hacer con una persona infértil”, sentenció.

Couturier ideó el personaje principal, Renata, basado en alguien que no necesariamente le sale todo bien. «Pensé en un personaje no tan perfecto, confundido, capaz de desmoronarse, para llegar a deconstruir el éxito y la confianza de este personaje. Ella está enfrascada en varias búsquedas, unas más conscientes que otras, pero cuando se sale de su zona de confort, todo lo que tiene bajo control se le aplasta.
Lo que quise ver es cómo el personaje enfrenta estos retos, estos cambios y cómo se siente aplastada por lo que no puede controlar. La novela siempre la vi como esta búsqueda de empujar los límites y la búsqueda de este ser interior, por eso puse esta epígrafe de Paz”, añadió.

 

“Ser uno mismo es, siempre, llegar a ser ese otro…”.

 

Con respecto a este epígrafe la escritora comentó que éste la había escogido antes de empezar a escribir la novela.

«Estaba releyendo El Laberinto de la Soledad cuando me topé con esa frase, en ese momento me paré y la escribí en mi libreta, varios meses o un año después cuando se me ocurrió la novela, lo primero que hice fue buscar esta frase hasta que di con ella y entonces empecé a pensar que eso era el personaje”.

 

Couturier comentó que a pesar de que es una novela de ficción que explora diferentes extremos, la parte con la que más se identifica son los problemas por los que atraviesa el personaje.

“Todo lo que tiene que ver con la maternidad y la infertilidad que se plantea el personaje son muy mías, creo que el hecho de estar buscando algo, el hecho de no estar contenta de en donde estaba. El punto de partida de insatisfacción es algo con lo que me identificó plenamente. Al avanzar más en el personaje no me veo más en esta situación, porque creo que la literatura te ayuda a explorar algo a lo que tú no tuviste que llegar”.

Muchas personas se enfrentan a esta situación al igual que ella, por lo que espera que este libro les ayude a no sentirse solas: “espero que se sientan identificadas, que se sientan menos solas, que les ayuden a entender el proceso. Aunque el proceso de cada quien es distinto. Hay gente que le pega a la primera y tal vez no se identifiquen mucho, pero hay muchas mujeres que si se cuestionan el tema de la maternidad y a mí me gustaría que pudieran decir, ¡no soy la única, esto sí sucede!, tal vez a mí me hubiera gustado leer algo así”, sentenció.
A raíz del éxito que ha tenido su primera novela publicada, la autora se está animando a hacer otra a lo que adelantó: “ya terminé la segunda, la estoy dejando un poco que se me olvidé para corregirla”.

También confesó que la parte más difícil de su proceso creativo es escribir, porque le parece lo más difícil del mundo.

«Es lo que más miedo me da en el día y literalmente lo voy posponiendo. Empiezo a escribir a mano y me tardo una hora en poder escribir, es frustrante cuando te peleas con un párrafo por más de una hora, pero al día siguiente cuando ya lo estás corrigiendo es lo más maravilloso del mundo”.

 
El ámbito literario, una frustración para los primerizos
El no pertenecer a un gremio de escritores y la falta de oportunidades para publicar un libro, son las grandes brechas que tienen que superar los escritores que inician su aventura en las letras. En este caso no fue la excepción, por lo que Couturier comentó “si no formas parte de un grupo literario puede ser enormemente frustrante, porque estás sentado contra tu pared y nadie te dice nada, yo no tenía a nadie con quien rebotar ideas. Cuando tuve un manuscrito terminado, y me gustó, lo llevé a una editorial y lo perdieron.
Se lo di a alguien y me dieron un recibo. Me dijeron: «Llámanos en septiembre», nunca me llamaron, así que les llamé y me dicen: «¿Cuál?, ¿Cómo se llamaba?, ¿Te dieron un papelito?», les di el número del papelito y me dijeron: «Llámanos mañana». Les llame al día siguiente y me dicen que nadie lo leyó y que si les llamara al año siguiente. Eso significa que ya perdiste un año como autor, de la oportunidad de que alguien te diga algo o lo lea. Sin embargo, al año cuando les volví a llamar me entere que la persona renunció y lo dejó en el cajón, literalmente”.
Esta situación a la que se enfrentó le llevó a analizar lo que le hace falta a las editoriales. Según la escritora carecen de un control interno, «pero también me encantaría que después de recibir un manuscrito haya un proceso y entiendo que lo tienen, el problema es que no lo siguen, sé que hay dictaminadores que se dedican a esto y sé que tienen que tener un documento al final, por lo que sería padrísimo que a los autores nos compartieran la razón del rechazo.
Couturier confesó que el rechazo de su novela la había dejado atónita, pero confesó “a mí me habría encantado que en ese momento que estaba muy sola y muy perdida alguien me dijera la razón por la que no me publicaban. Nunca supe el porqué, no sabía que le tenía que cambiar a la novela, le cambiaba lo que podía pero a ciegas y fue muy frustrante”.
Sin embargo, la autora tuvo la fortuna de ser asesorada, situación que no todos corren con esa suerte:

“Tuve la oportunidad de que uno de mis compañeros de escuela Armando González Torres me invitara a su tertulia y a partir de ahí la vida fue mucho más fácil, porque te topas con un grupito que si te atiende y que te leen. Armando leyó generosamente dos manuscritos defectuosos los cuales corregí y también tuve la suerte que me presentara con Cal y Arena, lo que significó que ya no eres un fulano que trajo un manuscrito, ya alguien dice: lean a este autor”, finalizó.

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