A la memoria de Don Luis H. Álvarez,
que fue el motor del despertar democrático
en este país.
Antoine de Saint Exupéry, autor de «El Principito», dijo que «si al franquear una montaña en la dirección de una estrella el viajero se deja absorber demasiado por los problemas de la escalada, se arriesga a olvidar cuál es la estrella que lo guía».
No cabe duda que algo así le ha pasado al presidente Peña Nieto, pues como ha transcurrido su sexenio, se ha olvidado de aquellas propuestas que fueron el eje de su campaña y deberían de haber sido las que marcaran la ruta de su gobierno. Las dificultades que se han suscitado en lo que va de esta administración, y que en parte se deben a la deficiente gestión de este gobierno, han derivado en que hoy, el presidente esté desconcertado, luzca desorientado y dé pasos en falso, cayendo en tentaciones populistas y autoritarias.
La propuesta presentada por el presidente de la República que eleva a rango constitucional el derecho a lo que él llamó «matrimonio igualitario», es una respuesta absurda a la presión que comienza a ejercer el entorno político y económico sobre el titular del ejecutivo. Granjearse el apoyo de la comunidad homosexual a través de una propuesta tan banal, es una medida populista que busca más un efecto mediático, que dar una respuesta a un clamor social.
La propuesta no es una necesidad del país y ni siquiera refleja el sentir o atiende la exigencia de la mayoría de los ciudadanos. Tergiversa las instituciones, pues las uniones de hecho entre personas del mismo sexo, puede tener los fines más nobles, pero no puede equipararse a la figura del matrimonio, pues esta persigue fines imposibles de alcanzar por personas homosexuales.
El matrimonio, estoy convencido, es una figura que ampara la unión de un sólo hombre y una sóla mujer; tergiversarla para permitir que esta unión sagrada cobije uniones de hombres con hombres y mujeres con mujeres, impide que se materialicen los fines del matrimonio: la preservación de la especie y la ayuda mutua. Ya pensando en absurdos, por qué no quitarle la palabra «sólo» a la definición y permitir también la poligamia, pues con los argumentos tan estúpidos que se han utilizado, tampoco habría razón para prohibirla.
Encuestas realizadas hace unos meses dejaron claro que es una minoría de mexicanos la que apoya este tipo de uniones, si se compara con los que se oponen y los que no tienen una opinión.
Lejos de esto, el presidente de la República retoma esa bandera, haciendo de lado los grandes problemas que tienen al país en esta difícil situación a la que nos enfrentamos cada día y que sí es de interés de la mayoría, si no es que la totalidad de los mexicanos.
Es una falta de respeto para la comunidad homosexual, el ser utilizados como un distractor de los grandes problemas del país y para sociedad en general, cuyos reclamos, exigencias y necesidades no son escuchadas por la clase gobernante.
Y es que en nuestro país hoy vivimos en una grave crisis de seguridad, turbulencia social y vemos los inicios de lo que puede ser una fuerte crisis económica, que son problemas a los que la autoridad debe prestar atención, pues son más urgentes que esa necesidad de pretender crear falsos derechos.
En materia de justicia, vemos que los tribunales del país son hoy demasiado fuertes con los débiles y demasiado débiles con los fuertes. Día con día vemos casos en que los tribunales se ensañan en imponer condenas penales fuertes a acusados por delitos no graves, mientras vemos también que los poderosos viven en la impunidad y hacen gala de ella, para comportarse con prepotencia y descaro.
El caso de #LordFerrari y #LordRollsRoyce, son muestra de las falas de nuestro sistema, que permiten que quienes son investigados por sus delitos, se puedan pasear y placear, creyendo que por su patrimonio o sus relaciones, tienen el derecho de disponer sobre la integridad de los demás ciudadanos.
Vemos la liberación de secuestradores, -para cuyo combate el presidente creó una coordinación especial- que es muestra de que el Poder Judicial está en una sintonía diferente a la de los policías en el tema de derechos humanos. A punto de que entre en vigor un nuevo sistema penal, las instituciones de seguridad no están preparadas para intervenir, respetando las garantías de los ciudadanos y adecuándose a los procedimientos esenciales de investigación. La autoridad administrativa, el gobierno, no ha hecho su tarea y la realidad actual de las policías, corruptas, infiltradas por el crimen y extorsionadas por sus mandos, si no se hace algo, será la condicionante de un fracaso en la nueva estructura de los juicios penales y de la crisis de impunidad que ya se empieza a manifestar.
Administrativamente, el manejo del dinero de todos ha vuelto a ser en beneficio de unos cuantos. La reforma fiscal le ha otorgado recursos nunca antes vistos, provenientes de los mismos contribuyentes de siempre, y el gobierno lejos de reorganizar su gasto para hacerlo más eficiente y generar mayor bienestar, ha caído en el absurdo de creer que el dinero es suyo y lo distribuye entre la clase política y la burocracia, para sus fines. El fiscalista Herbert Bettinger decía recientemente, con mucha razón, que «Tenemos un México al revés. La democracia no debe costar, no necesitamos tantos partidos políticos; (…) la economía no puede seguir regalando al que no paga impuestos».
Mientras la tasa de informalidad sigue creciendo y ronda el 60% de la Población Económicamente Activa, los ingresos tributarios del país aumentan, lo que significa que seguimos siendo los contribuyentes cautivos los que sostenemos el gasto del gobierno, gasto que no está bien orientado. Aún y cuando hubo una reducción en el gasto gubernamental en el primer trimestre del año, el gasto corriente se redujo sólo en 0.4%, mientras que el gasto de inversión, ese que impulsa el crecimiento económico, disminuyó 20%.
La inestabilidad del valor del peso, sin duda elevará el índice de inflación, el cual, a pesar de la publicidad del gobierno, sigue presentando una tendencia real al alza. El dato de abril, aún cuando se presentó negativo, al desestacionalizarce, como lo hizo Jonathan Heath en un esplendido análisis, presenta datos reales al alza y elevados 0.5% para el mes.
Esta misma inestabilidad monetaria condicionará un incremento en la tasa de referencia, con el fin de evitar una alta inflación y contener la salida de capitales, que se ha incrementado notablemente en el mes de mayo.
Con ello, se acentuará la desaceleración económica del país, que según los datos más recientes ya presentan una situación preocupante. En marzo de este año el Indicador Global de la Actividad Económica, el IGAE, sólo creció 0.07 por ciento, su menor variación en 4 meses y que se reflejará en el crecimiento del PIB.
La perspectiva de crecimiento del Producto Interno Bruto del país ha disminuido y la propia Secretaría de Hacienda la ubica en un rango del 2.2 al 3.2 por ciento. Esto es muestra de una falla en las políticas económicas del presidente, pues ya no es creíble que nuestras afectaciones provengan de la marcha económica de los Estados Unidos, que cada vez presenta mejores datos.
La Gestión de Enrique Peña Nieto lleva el sello del fracaso, pues está basada en la absurda premisa de gobernar para unos y no para todos. En su reciente visita a México, el Papa Francisco decía, que cada vez que se busca el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano la vida en sociedad se vuelve terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la violencia, el secuestro y la muerte. Precisamente el que el PRI-Gobierno busque sólo beneficios para ellos y sus intereses, es lo que determina que no nos libremos de esos terribles lastres.
Dice un proverbio chino que hay tres cosas que nunca vuelven atrás: la flecha lanzada, la palabra pronunciada y la oportunidad perdida; la ineptitud de este gobierno ha hecho que el país pierda la gran oportunidad democrática y económica para lograr un pleno desarrollo y esa será la marca de la gestión de Peña Nieto, el fracaso, que hoy se quiere ocultar y disfrazar bajo la bandera del arcoíris.
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