Trump: el fantasma de la intolerancia y la violencia

Por Roberto García Hernández

La Habana (PL) El controversial precandidato presidencial republicano Donald Trump despierta serias preocupaciones, no solo en Estados Unidos sino en una buena parte del mundo debido a sus planteamientos que algunos califican de xenófobos, racistas y aislacionistas.
La más reciente señal de alarma vino del presidente Barack Obama desde Japón, donde participaba en la cumbre de las siete naciones más industrializadas, en la localidad nipona de Ise-Sima, que reúne a los gobernantes de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Canadá y el país anfitrión.
Obama señaló allí el 26 de mayo que los líderes extranjeros están alarmados por las posiciones de Trump y tienen razón para sentirse de esa forma.
Añadió que los dignatarios presentes en ese cónclave no saben si tomar en serio o no las declaraciones del empresario neoyorquino, «caracterizadas por la total ignorancia acerca de los asuntos mundiales».
El magnate inmobiliario concentra su discurso público en ataques a un amplio rango de nacionalidades, etnias y religiones: intenta ridiculizar a los musulmanes, hispanos, mujeres, chinos, mexicanos, europeos, árabes, e inmigrantes por igual, a quienes pretende deportar o simplemente callar sus voces.
Así lo describe un artículo reciente del diario The Washington Post, el que asegura que el programa de campaña del magnate inmobiliario está lleno de promesas para endurecer la política gubernamental contra los extranjeros y todo aquel que según él no clasifique como blanco.
El texto del Post, titulado «Así es como llega el fascismo a Estados Unidos», está firmado por el periodista Robert Kagan, quien compara las posiciones del empresario con dicha ideología.
Según el autor, al igual que Trump, el fascismo no tenía un sistema compacto de ideas ni un juego claro de prescripciones, como es el caso del nacional-socialismo alemán, que estaba lleno de contradicciones.
En Italia las ideas fascistas también carecían de coherencia
ideológica: era antiliberal, antidemocrática, antimarxista,
anticapitalista y anticlerical, y en ambos la figura principal era un dictador, ya fuera El Duce o el Fuhrer, concluye Kagan.
Los ruidos que provocan reacciones como esta en la opinión pública norteamericana vienen de la campaña republicana, o más bien del aspirante Trump porque el liderazgo del partido rojo se deslinda de muchas de sus posiciones.
Al respecto, Ben Key, uno de los principales funcionarios del Comité Nacional Republicano, sostuvo una reunión el 24 de mayo en el Capitolio con empresarios de grandes compañías norteamericanas, a quienes prometió que el multimillonario no será quien dicte la plataforma de esa agrupación política para los próximos años.
De acuerdo con el diario The Hill, en el encuentro participaron directivos de corporaciones y asociaciones comerciales, entre ellas General Motors, Microsoft, Akin Gump, Comcast y Constructores y Contratistas Asociados.

CLINTON AL ATAQUE
Por su parte, la precandidata demócrata Hillary Clinton aprovecha estas posiciones extremas y a la vez contradictorias de Trump y en reiteradas ocasiones lo criticó porque según ella su rival carece de la experiencia necesaria en política exterior para ser el Presidente de Estados Unidos.
El Departamento de Estado se sumó también a esta campaña y reconoció recientemente, sin mencionar a Trump, que el Gobierno estadounidense escucha señales de alarma de líderes mundiales acerca del tono de la campaña electoral en este país y sobre quién reemplazaría a Obama.
La mayoría de los dignatarios extranjeros que se entrevistan con el gobernante norteamericano le expresan en privado su temor por la actual retórica de los aspirantes a las presidenciales de noviembre, los sentimientos aislacionistas y las ideas xenófobas que algunos políticos expresan en sus intervenciones, señaló el vocero de esa agencia federal, John Kirby.
En medio de estas preocupaciones de altas figuras foráneas por los planteamientos de Trump, este político dijo el 23 de mayo que por ahora carece de planes para viajar al exterior porque piensa que esto aportaría muy poco a su campaña.
Lo que realmente quiero es priorizar las elecciones, aunque pudiera salir al extranjero porque fui invitado por líderes de numerosos países, aseguró el magnate inmobiliario.
Ante esta aseveración del aspirante presidencial, medios de prensa estadounidenses mencionaron algunas manifestaciones de rechazo -las más visibles- que tuvieron como protagonistas a figuras internacionales en los últimos meses.
Por ejemplo, el diario The Hill recordó que a mediados de mayo Trump dijo que fue invitado por el Gobierno del Reino Unido, pero la oficina del primer ministro de ese país, David Cameron, negó que exista una invitación formal al aspirante republicano.

TRUMP PROYECTA SU POLÍTICA EXTERIOR
Al enunciar algunas de sus principales propuestas para las
relaciones de Washington con el mundo si él asume la presidencia, Trump estima que la actual política exterior de Estados Unidos es un desastre total y sus incoherencias dañan los intereses del país en la arena internacional.
El multimillonario promete que si logra la jefatura de la Casa Blanca impondrá un giro significativo a los nexos de la nación norteña con el resto del mundo sobre la base de un consenso bipartidista, y pondrá los intereses nacionales en primer lugar, al tomar cualquier decisión que involucre a otros países.
Trump espera reevaluar las relaciones con varios aliados estratégicos de Washington, entre ellos los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), estimularía a Japón y Surcorea a poseer armas nucleares y construiría un muro en la frontera con México para evitar el arribo de inmigrantes.
Tenemos que ser impredecibles, dijo el aspirante republicano el 27 de abril pasado, tras prometer que modernizará el armamento nuclear del país y dedicará todos los medios que necesitan las fuerzas armadas norteamericanas para proyectar su poderío a nivel global y garantizar el bienestar de los uniformados.
Aprovechó la ocasión para reiterar su rechazo a lo que llamó
«extremismo islámico», que según él es una de las principales amenazas para Washington.
Trump considera que los acuerdos de comercio exterior del país están robando los empleos a los ciudadanos norteamericanos y asegura que los aliados de Estados Unidos no comparten los costos de la seguridad común.
Según su opinión, es «desastroso» el reciente convenio alcanzado entre Irán, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania, y criticó el papel desempeñado por el presidente Barack Obama en este arreglo.
Nuestros adversarios ni nuestros aliados nos toman en serio, no nos respetan, todos están confundidos, Estados Unidos debe estar preparado para que sus socios se defiendan por sí solos y aporten más dinero a la defensa colectiva, añadió Trump.
De cualquier manera todavía no está decidida la carrera
presidencial, aunque todo parece indicar que serán la demócrata Hillary Clinton y el republicano Trump quienes se disputen el 8 de noviembre la jefatura de la Casa Blanca.
Según el promedio de encuestas del sitio RealClearPolitics, ambos políticos mantienen un virtual empate técnico a nivel nacional con vista a los comicios del 8 de noviembre, pues el empresario neoyorquino cuenta con 43,4 por ciento de las intenciones de votos, mientras a Clinton la prefiere el 43,2 por ciento.
La exjefa de la diplomacia norteamericana está actualmente bajo investigación por el uso indebido de su servidor privado para las comunicaciones cuando ella ocupaba ese cargo, lo que imprime un elemento de incertidumbre sobre el posible desarrollo del resto de la campaña.
El empuje de Trump en las primarias, así como la maquinaria
mediática que tiene a su disposición hacen pensar a expertos en el tema que la batalla de Clinton será más compleja en los próximos meses.
Esto sin dudas reactivará con fuerza las alarmas de quienes temen que el magnate inmobiliario pueda cumplir sus sueños y llevar a la práctica al menos una parte de las propuestas descabelladas que anunció en los últimos meses.
De todas formas, como ha sucedido con figuras similares en el pasado, en caso de llegar a la jefatura de la Oficina Oval, Trump se verá obligado a escuchar las voces de sus asesores, quienes a su vez deberán estar en frecuencia con los intereses de las grandes corporaciones y otros grupos de poder.

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