- Respuestas a peña
- Comicios Amañados
- Duarte en Capilla
Es necesario, con responsabilidad y criterio, responder a no pocas de las interrogantes planteadas por el titular del Ejecutivo federal en diversos medios de comunicación; por principio de cuentas, al igual que sus predecesores cuando entraron en la espiral de la crisis política, recurre a los órganos con fama de ser más “independientes” –con las apreturas del término-, para expresar sentires, percepciones y ofrecer un adelantado de sus conclusiones cuando nos acercamos a la batalla por su sucesión, en 2018, y los termómetros de la popularidad marcan una fiebre altísima de repulsa ciudadana.
Es lo que explica peña como “mal humor social” sin analizar los perjuicios, mentiras, genocidios, negligencias, altos de alta corrupción en todos los niveles de gobierno –también entre la mayor parte de los gobernadores que siguen el mal ejemplo casi con euforia a sabiendas de la extendida impunidad-, persecuciones y asesinatos contra periodistas en plena bancarrota de la libertad de expresión. Pues bien, hagamos el esfuerzo de contestarle al mandatario.
En primer lugar el “mal social” son surgió de la chistera de algún practicante de la magia negra no puede atribuirse a las campaña negativas de los opositores que miden sus límites, muy bien por cierto, para seguir andando entre las aguas de una disidencia mentirosa –las alianzas entre el PAN y el PRD lo corroboran-, y la complacencia soterrada con el establishment, el sistema, que triunfa en cada nueva escalada dejando sin remover a las piezas claves de la corrupción.
El “mal humor” NO es gratuito, señor peña. Luego de la masacre de Tlatelolco también lo tuvimos hasta que percibimos cómo se habían cortados las alas de una juventud crítica y rebelde por varias generaciones. La “sangría” brutal confirmó que vivíamos bajo una dictadura, en forma, con una milicia sin criterio que olvidando sus pobres orígenes reprimía a sus iguales bajo el pretexto de que la lealtad se medía en sueldos y patrañas y no por alguna convicción “revolucionaria” como exaltaba el priísmo de aquella época también oscura.
Si hay “mal humor” social, señor peña, es porque el gobierno no h respondido a las exigencias del mandante, esto es la ciudadanía en conjunto, para ofrecer decisiones honestas al fracaso de las reformas implementadas con saldos profundamente negativos como la caída del precio del petróleo –con el que se abarató PEMEX hasta los límites de que la producción del crudo era más cara que el valor impuesto al mismo-, y la reiterada oposición de los maestros a ser tratados como los obreros de Leningrado antes del estallido revolucionario que culminó con la caída de los zares y la instalación de los bolcheviques precisamente en 1917 cuando en México comenzaba a discutirse las entrañas de una nueva y vanguardista Constitución.
No hay “mal humor” gratuito; sería una enorme tontería vivir con el ceño fruncido sólo por capricho o por un mala entendida percepción del futuro. (Hace unos días, en Puebla, estando quien escribe por esos lares, un “bólido” o un meteorito explotó en el aire pocos segundos antes de impactar la tierra de Aquiles Serdán; no sabemos cuáles habrían sido las consecuencias si toca la superficie pero los poblanos sí que estaban asustados y no únicamente por los acostumbrados usos autoritarios del “góber-bala”, Rafael Moreno Valle, desafiante siempre e intolerante. Más allá del susto, nadie dio una explicación congruente del incidente; mucho menos el gobierno que, seguramente, sigue preguntándose el porqué de las causas del miedo y el mal humor).
Para peña, el “mal humor” no tendría que ser. Mucho menos desde su visión de presidente ávido de complicidades y complacencias. Todos deberíamos sonreír a la vista de la manera cómo se nos engañó respecto a las “casas blancas” aún en poder de la silbada “Gaviota” –antes era por su belleza ahora por el repudio general cuando irremisiblemente está condenada, tras 2018, si retorna a las pantallas chicas, a ser protagonista de papeles de villana para darles a las historias algún sesgo real-, o al confirmar la honda negligencia oficial sobre los torcidos argumentos sobrelos asesinatos de Iguala, las fosas clandestinas allí encontradas, el oro que se extrae por esos rumbos con la complicidad del Grupo México con las compañías canadienses, y la cocaína que se refina en las cuevas alternas. Todo ello debe ser motivo de una monumental carcajada nacional sin ofender con “memes” a la sagrada voluntad reinante.
Y aun así, hay entidades, digamos Baja California, en donde es iniciativa reprimir y castigar a quienes osen “insultar” o “faltarle el respeto” al presidente o a las instituciones cuando debiera ser al revés: quienes ofendan al pueblo con actitudes pueriles deberían ser cesados y sancionados en la medida de sus faltas porque ellos, los mandatarios, son quienes supuestamente nos sirven y obedecen de acuerdo a la justa definición de los términos.
Seguimos, el señor peña subraya que las campañas electorales, a lo largo de 2016, están “cargadas de mucho lodo y basura”. Como si el lodo no lo proveyera el PRI, su partido, como se ha denunciado con pruebas ineludibles, y la basura no la conformaran quienes pretenden controlar los procesos siguiendo los dictados del crimen organizado en entidades como Tamaulipas, Veracruz, Chihuahua, Puebla, Oaxaca, Hidalgo, Tlaxcala, Aguascalientes, Sinaloa –la cuna de todos los capos célebres-, Quintana Roo, etcétera. Y los que faltan también.
El “lodo” proviene de infinidad de denuncias por los antecedentes y el juego político de decenas de aspirantes, desde el junior-efebo de Oaxaca hasta el cantinero y cómplice de Moreno Valle en Puebla pasando por el descastado tamaulipeco, Egidio Torre Cantú, quien convirtió a la bella huasteca a su cargo en un narco-estado en toda forma. No habrá perdón para él y le alcanzará la condición inalienable de fratricida.
Dice peña que no sabe “cuándo” pasó el gobierno a la condición de acusado en torno a las desapariciones de Ayotzinapa. Parece que va por los caminos del mundo como los jamelgos de los picadores, esto es con los ojos vendados para evitar percibir la cercanía del peligro. Sólo así es posible entender su sentencia torpe. Le vamos a contestar: fue culpable el gobierno cuando la negligencia demostró su complicidad en los hechos, desde que fue evidente la declaración tortuosa de los militares, la aligerada versión sobre la “verdad histórica” por parte del ex procurador Jesús Murillo –Morío- Karam, y las opacidades descbiertas por los forenses y expertos extranjeros en el lugar de los hechos. La estúpida hipótesis de la quema en el basurero de Cocula fue más para puntualizar que los quemados eran quienes habían torcido los hechos comenzando con alguna antorcha de piedra del Palacio Nacional.
Luego adujo que la caída de los precios del petróleo no estaba en el “radar”; pero sí en los bolsillos de los grandes socios beneficiados por la tremenda perspectiva que fue paralela a la súbita depreciación de nuestro pobre peso ante el dólar y el euro en una espiral interminable por la ausencia de medidas inteligentes para revertirlas; en vez de eso se “premió” a los especuladores españoles regalándoles 400 millones de dólares al día, con merma en las reservas del Banco de México, para que pudieran soportar, allende el mar, las marejadas del dólar. ¡Qué buenos conquistados quienes, desde el Palacio Nacional, siguen aceptando espejuelos por oro y plata!
Luego habló de que los “liderazgos” defienden sus intereses a costa d distorsionar los efectos de la reforma educativa. Precisamente, la ausencia de líderes es lo que colapsa la política nacional. Puede ver hacia su interés, señor presidente y lo entenderá todo. Usted mismo surgió de la nada y en seis años se sentó en la silla presidencial porque, adujeron, que por ser “guapo” retrataría muy bien ante las cámaras de sedas cadenas de televisión privada. No conocía a su país y defraudó la voluntad de la inmensa mayoría de los mexicanos.
En esta tesitura son. Cada vez, más pocos quienes se atreven a defender la figura maltrecha de un presidente sin respaldo. Y México sigue en la encrucijada del empantanamiento que abarata para felicidad de los especuladores del exterior y sus prestanombres del interior.
Debate
No hay duda alguna: los comicios del próximo domingo en trece entidades del país –incluyendo Baja California en dónde no renovarán gubernatura pero sí acaldes y diputados locales-, están amañados. De allí la complicidad notaria con las casas encuestadoras –mismas que Roy Campos, uno de los más sonados en el renglón, pretendió justificar inútilmente como rasgo desesperado-, cuyos ejercicios están cada vez más sesgados.
Lo cierto es que en una democracia seria, no tendenciosa ni simulada como la que pretenden los dictadores del sur quienes se visten con el color de la demagogia, no cabría el infinito cruzamiento de denuncias sin que éstas fueran investigadas con profesionalismo por las autoridades respectivas, las electorales y las judiciales. En otras naciones, la presunción de desviaciones terminó separando del cargo de presidente de la República, por seis meses, a Dilma Rousseff en Brasil mientras en Argentina se cuestiona severamente las actuaciones de los Kirchner. En México sólo la mención de acontecimientos similares espanta a los miles de pusilánimes que viven atados a sus deformaciones políticas.
No hay condiciones para la realización de los comicios en la mitad de los estados convocados; y en la otra existen razones suficientes para considerar la manipulación desde el centro con arreglos soterrados de lo más pueriles. Los electores están bajo el yugo de la inercia y van derecho, si así lo quieren, a los campos de exterminio de la manipulación. Cada quien debe escoger el derrotero.
La Anécdota
En Veracruz esperan que, al final del sexenio, arresten a Javier Duarte de Ochoa… aunque éste ya tiene preparada su escapatoria al estilo del ex gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid. Será una versión corregida y aumentada, eso sí, mientras le cacicazgo de los yunes se empodera de una entidad otrora libre.
Mientras, en Chihuahua, otro Duarte, César, se alía con el candidato del PRI, Enrique Serrano, para asegurarse impunidad y tranquilidad en algún lugar del extranjero ya convenido. (Por lo general es España, sede de grandes negocios para los mexicanos multimillonarios que les dan mucho más, en México, a los extranjeros).
Los años pasan, el sistema queda… aunque se resquebraja al fin.
No puede existir un gobierno sin gobernados.
Sobra los poderes institucionales cuando la ciudadanía declina y revira.
Es una ley natural.
La nación no es sólo el gobierno sino el conjunto de quienes la forman.
Los mandantes estamos hartos y los mandatarios deben obedecernos. Esta es la teoría.