Por Alejandra Flores
(N22) Por su propia naturaleza, el jazz ha permitido mezclas, encuentros, sincretismos con la música prehispánica étnica no sólo de México. Ejemplo de ello, es el trabajo que realiza en Yucatán Alberto Palomo, con lo que pudo ser la música maya.
“Ahora que he estado observando con lupa en todo el país a los jazzistas algunos están retomando sus músicas locales y la filtran a través de los códigos de la gramática del jazz y hay cosas interesantérrimas, desde lo que hacen con la etnia kiliwa que es lo más al norte en Baja California hasta lo que están haciendo en Chiapas o en Campeche”.
Con formación musical en Francia, el sueño de Alberto era sonar como alguno de los consagrados del jazz, sin embargo, sus profesores le recomendaron buscar en su cultura algo que le diera un estilo propio. El camino que no fue fácil, dio frutos, buscando en réplicas de instrumentos mayas, de los que tan solo en Yucatán hay más de 100 artefactos que se ligan con la musicalidad maya.
“Por ejemplo el tunkul que se conoce en Mérida como un tronco de madera aquí se llama teponaztli, y el sacatan, el tambor de membrana, también encontré trompetas hechas de agave y lo que yo hice fue experimentar”.
Este hallazgo llevará al maestro malacara a integrar un proyecto que se llamará Las raíces, las etnias y el jazz, que en un primer momento tomará forma de libro, y que aspira a que se concrete como un festival que muestre toda esta riqueza.
“Hay quienes dicen que sin tener bolas de cristal mágicas, las escenas pintan a que el futuro del jazz (en la inmediatez) está en lo que se está produciendo en Latinoamérica en general”.
También tiene otro proyecto, que se llama Cuentos mayas animadoscon Adriana Otero, son animaciones de cuentos en lengua maya y la idea fue hacer las animaciones, presentarlas en vivo y musicalizarlas.