- A pesar de saberse inmersos en una grave crisis política, económica y social, muchos veracruzanos darán su voto al mismo partido.
COSOLEACAQUE, Veracruz.- Parece que Veracruz está de carnaval. Mujeres en bikinis emplumados bailan al ritmo de la música que ensalza al partido gobernante. Un grupo de votantes que llegó en autobús deambula bajo una carpa que cubre una manzana completa, en donde esperan celebrar a un hombre que, si 87 años de historia dicen algo, tiene una fuerte posibilidad de ser el próximo gobernador.
El alegre espectáculo es parte del intento de limpiar la golpeada imagen del Partido Revolucionario Institucional en Veracruz, un estado que nunca ha perdido a pesar de años de violencia de los cárteles de drogas, arcas gubernamentales saqueadas y varios asesinatos no resueltos de periodistas.
Para ello, depende de sus fieles votantes como Rubiselia Alor Pérez, una madre soltera de un barrio en las afueras de esta ciudad de 23 mil habitantes.
Al preguntarle cómo estaban las cosas en el estado, Alor dijo, «Peor, peor… empleo, inseguridad, todo». Sin embargo, se mantiene fiel al PRI: «Yo nací con mi partido», dijo Alor. «Allí se queda y ha estado siempre».
Las encuestas indican que el PRI tiene posibilidad de ganar una vez más en Veracruz y en la mayoría de los otros 11 estados que tendrán elecciones el domingo, victorias que podrían despejarle el camino para conservar la presidencia dentro de dos años.
«Entre más gobiernos estatales tienen, tienen más recursos para movilizar y comprar el voto», dijo José Antonio Crespo, analista político del Centro de Investigación y Docencia Económicas. «Entonces si el PRI pierde algunas plazas importantes, sus probabilidades (de ganar en 2018) disminuyen».
Espera ganar
Veracruz es el estado más grande en votar por gobernador y uno de los cinco -junto con Durango, Hidalgo, Quintana Roo y Tamaulipas- en donde el PRI siempre ha ganado, aun cuando su alguna vez férreo control del país ha mermado.
Incluso cuando el nivel de aceptación del presidente Enrique Peña Nieto está en su nivel más bajo, el líder del PRI, Manlio Fabio Beltrones, dijo que espera ganar ocho de esas gubernaturas. El partido ahora controla nueve de ellas.
El PRI perdió la presidencia en el 2000 tras 71 años en el poder, pero incluso en una era más competitiva, sigue siendo la fuerza política más poderosa del país y, junto con sus aliados, tiene control de aproximadamente la mitad de los escaños en ambas cámaras del congreso y 19 de 32 gubernaturas. Recuperó la presidencia en el 2012.
A simple vista, las condiciones parecían ideales para que hubiera un cambio en Veracruz.
La semana pasada, cinco cuerpos desmembrados fueron aventados en una autopista cerca de la ciudad veracruzana de Córdoba. Un mensaje dejado con los muertos indicaba que un cártel del narcotráfico «limpiaba» a sus rivales.
Días antes, seis personas murieron en dos tiroteos en clubes nocturnos. Dieciséis periodistas han sido asesinados en Veracruz durante el gobierno del muy criticado gobernador saliente Javier Duarte. Con frecuencia, los comercios se quejan de la extorsión de los cárteles de las drogas.
Duelo de primos
Pero el PRI aún disfruta de una extensa maquinaria partidista, así como la lealtad que ha cultivado -algunos dicen que comprado- a lo largo de las décadas.
Tres encuestas publicadas esta semana en diarios nacionales muestran que Héctor Yunes Landa, del PRI, está en un triple empate estadístico. Sus rivales son: su primo, Miguel Ángel Yunes Linares -quien está respaldado por una alianza de conveniencia entre el conservador Partido Acción Nacional y el partido de izquierda Revolución Democrática-, y Cuitláhuac García, del incipiente partido Morena, un candidato poco conocido que ha sorprendido a algunos al convertir la elección en una carrera de tres frentes.
Yunes Linares carga con su propio bagaje político. Ha sido abrumado por, aunque lo niega, supuestos vínculos con un escándalo de pedofilia que data de hace más de una década y en el cual se vieron implicados varios líderes políticos y empresarios, aunque muchos votantes como Lourdes Rosales Calvo no cree en las acusaciones.
Al hijo de Rosales se lo llevaron hombres armados en 2013 en el Puerto de Veracruz y desde entonces no sabe nada de él. Ella culpó al PRI por permitir el surgimiento del crimen organizado en el estado y dijo que ella votará por Yunes Linares, quien se reunió con ella y otras mujeres cuyos hijos han desaparecido en años recientes.
«Sí trae muchas ganas de echarle a la gente este hombre (para castigarlo)… es que todo el mundo quiere que pague Duarte todas sus porquerías», dijo.
El titular de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Electorales de la Procuraduría General de la República dijo recientemente al periódico El Universal que su oficina había recibido más de 250 reportes de supuestos delitos electorales en Veracruz, el número más elevado en México. Entre los más comunes está el «turismo electoral», en donde gente es llevada de otros estados a Veracruz y son registrados para votar ahí. El titular dijo que su oficina investigaba un caso que involucraba a 854 votantes sospechosos en la ciudad costera de Coatzacoalcos.
«Nunca había habido una crisis tan generalizada, tan absurda, un gobernador tan impopular, un colapso del estado», dijo Alberto Olvera, investigador de la Universidad de Veracruz, en donde los profesores y administrativos acusaron al gobierno de desviar fondos federales destinados a la escuela. «La única razón por la cual el PRI puede tener una posibilidad remota de ganar las elecciones es por la eficacia de su sistema de compra de votos y de clientelismo electoral rural».
Desconfianza
Sin embargo, otro partidos también son acusados. En la Ciudad de México, por ejemplo, líderes de Morena se pelean con el partido del cual se separaron, el PRD, al acusarlos de comprar votos con la entrega de depósitos de agua caseros y otros bienes.
El día del mitin del PRI en Cosoleacaque, sentado en la trastienda de donde vende unidades de memoria y cartuchos de impresión, Eduardo Soto dijo que no le impresionaba ningún Yunes.
«Son primos los dos… Por cualquier que vote es el mismo», dijo.
Soto dijo que consideraba a García de Morena, pero no sabía mucho de él.
«La gente desconfía ya en todos los candidatos, ya ni votan por lo mismo. Sienten que el voto ya no vale», agregó.