Chicago, EE.UU, 11 jun (PL) Parecía el cuento del lobo hasta que por fin ingresó a la cancha del Soldier Field con su barba rojiza y el rostro de niño bueno de siempre: Aladino frotó la lámpara y Lionel Messi hizo tres goles.
El hat-trick de la Pulga terminó con emociones adicionales, de esas que aporta el fútbol. Un aficionado burló la seguridad al cierre del partido de Argentina contra Panamá en la Copa América Centenario.
Enfundado con la camiseta del número 10 del Barcelona, el joven, con lágrimas en los ojos, fue reducido por los guardias pero Messi permitió el abrazo. Era la nota añadida a una ovación de más de 50 mil personas rendidas ante el crack argentino.
Se puede ser del Real Madrid o de cualquier equipo rival del Barza. Hasta sumarse a las críticas cuando la Pulga no consigue arrastrar a Argentina al máximo pedestal en torneos de envergadura.
Todo es posible, salvo no rendirse ante al todavía joven delantero, oriundo de Rosario, varias veces Mejor Deportista Latinoamericano según la encuesta anual de Prensa Latina, y con tantos trofeos y reconocimientos como los que existen.
Lo de anoche en el ultramoderno estadio de Chicago, muy cerca de uno de los Grandes Lagos de Norteamérica, el Michigan, con 31 grados centígrados de temperatura, fue el concierto del solista del momento del balompié mundial.
Un par de goles fueron puro olfato y agudeza. Pero el otro, en tiro libro a 23 metros, sello Messi, latigazo con efecto al ángulo izquierdo y sin posibilidades para el portero.
Argentina soltó las velas en el grupo D y ya clasificó a cuartos de final, de primero a menos que ocurra lo inesperado, recibir una goleada de manos de Bolivia, y que Chile aplaste a Panamá.
Por ahora los rioplatenses se toman un día de relax en esta hermosa ciudad antes de partir hacia Seattle, donde chocarán con los del altiplano el 14 de junio.
Hat-Trick; El debut de Messi en la Copa América
Por Fausto Triana