“Las mujeres suelen defenderse, no atacar”.
El retorno del profesor de baile
Henning Mankell
Por Atzin Nieto
(N22) Desde muy niño, siempre he querido ser gangster. Para mí, ser gángster era mejor que ser presidente de EE. UU. Es la famosa y emblemática frase con la que Henry Hill, un joven ítalo-irlandés que desea escapar de la pobreza y la vida anodina del barrio del East New York en 1955 dice, segundos antes de empezar una de las mejores películas que se hayan grabado sobre el tema de la mafia, por supuesto del director Martín Scorsese.
No sé exactamente, desde cuándo comenzó está fascinación por el tema de la mafia, podría ser desde niño como le sucedió a Henry. Ese mundo en donde el dinero, las mujeres, el alcohol y el control del poder se han vuelto algo de particular interés y tema recurrente en mis gustos literarios. Tal vez, se deba un poco a las novelas policiacas del siciliano Leonardo Sciascia que comencé a leer de manera apasionante a mitad de carrera. O incluso, aquella vez que leí El padrino de una sentada y quedé anonadado por esa descripción tan detallada que hace Puzo.
En mi cumpleaños pasado, la chica con la que salgo me regaló Honrarás a tu padre (Alfaguara, 2011) no pude más que agradecerle en cuerpo y alma por tan maravilloso libro. Ahora, que he terminado de leer La Cosa Nostra en México (Grijalbo, 2011) quiero mencionar lo siguiente:
El libro hace referencia a la figura de una femme fatale que es la que sirve como puente entre el gobierno mexicano y la mafia italiana, su nombre, Virginia Hill. Es bien sabido que el papel de la mujer tanto dentro como fuera de la realidad ha ido en aumento.
Dice Piglia en “Lectores imaginarios”, uno de los ensayos de su libro El último lector, (Anagrama, 2010) algo muy importante sobre el rol de la mujer dentro de la novela negra:
En el policial norteamericano el detective sigue siendo un célibe pero su relación con las mujeres aparece en otro registro: no se trata de víctimas como en Poe, sino de figuras de atracción y de riesgo (…) En el thriller norteamericano en cambio las mujeres son la condición del crimen y a menudo las criminales propiamente dichas.
Virginia Hill refleja muy bien ese cambio de pasivo a activo que menciona Piglia, ya que es una mujer que se sirve de sus encantos para llega a las más altas esferas del poder y así lograr establecer las relaciones entre Luciano y el gobierno mexicano. A pesar, de ser ficción, la realidad comparte muchas de sus características y viceversa. Virginia es una pieza importante, y además sabe sacar partido de su posición frente a la Mafia, parecería incluso un personaje típico de las novelas de Chandler, sin embargo Juan Alberto Cedillo hace una investigación a minuciosa, no sólo de la figura de Hill, sino también de todos los que de manera directa o indirecta estuvieron mezclados en aquellos años 40.
La Cosa Nostra en México maneja un lenguaje sencillo que de momentos da la impresión de estar leyendo una novela. Cosa muy parecida me sucedió con Talese y su investigación acerca de los Bonnano. Además de que nos brinda una radiografía en general de cómo fue el proceso de evolución de las redes de la Mafia.
Con este tipo de libros es que nos damos una idea del poder de los algunos gangsters y de cómo es que marcaron las bases de los modelos de corrupción que perduran en la actualidad.