Migración, terrorismo, crisis económica y escepticismo: los demonios que arrastra la UE

Por Richard Ruíz Julién

La Habana (PL) La crisis migratoria, considerada la peor desde la Segunda Guerra Mundial, así como la creciente amenaza del terrorismo, influyen en el descontento hacia el rol actual de la Unión Europea (UE), coinciden analistas, funcionarios y medios de prensa del viejo continente.
En un análisis sobre el tema, el rotativo británico The Guardian resalta también la creciente acogida del euroescepticismo a raíz de una pérdida de confianza en la sociedad, la lenta reactivación de la economía y las rigurosas reformas que demanda Reino Unido para mantenerse dentro del Club de los 28.
Por su parte, en un sondeo de opinión realizado en al menos 15 países europeos, y presentado recientemente por la cadena BBC, especialistas y ciudadanos definen similares factores en relación con la crisis actual de la UE, como sombras que seguirán oscureciendo el panorama de la integración para este 2016.
Según un estudio del Pew Research Center del pasado 31 de mayo, el apoyo a la UE en Francia, uno de los países a priori más favorables, cayó 17 puntos porcentuales en el último año, a 38 por ciento.
En cambio, autoridades como la jefa de la diplomacia, Federica Mogherini, o el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker, son más optimistas y afirman que todas las crisis necesitan de tiempo para ser solucionadas y que este año se verán avances importantes.

CRISIS MIGRATORIA
De acuerdo con un informe de la Organización Internacional para las Migraciones, en 2015 más de un millón de personas cruzaron el Mediterráneo para huir de la guerra y la pobreza en sus países.
Un reciente artículo del diario digital El Tiempo bajo el título «Las encrucijadas que enfrenta la Unión Europea», apunta que con el empeoramiento de la situación en Oriente Próximo, no es probable que tal afluencia disminuya en 2016.
Para enfrentar eficazmente esa problemática, algunos investigadores sugieren una estrategia común, no tanto soluciones internas como cierre de fronteras y trato por separado a los refugiados.

CRECIENTE AMENAZA DEL TERRORISMO
A pesar de que los bombardeos de la coalición internacional hicieron su parte y debilitaron estructuras militares y de financiación del grupo extremista Estado Islámico, la amenaza sigue latente en Europa, en particular en países como Reino Unido, Bélgica y Francia.
Algunos proponen compartir más información e incrementar la integración entre los servicios de inteligencia europeos para combatir con mayor efectividad tal situación, mientras otros indican que ya hay planes en marcha, pero no precisan cuáles.
En tanto, continúa la radicalización de jóvenes, y más de los nacionalizados, si se toman como ejemplo los autores del atentado del pasado 13 de noviembre en París.

PASO AGONIZANTE DE LA ECONOMÍA
Especialistas indican, según reportes presentados por El País, que a pesar del bajo crecimiento y la deflación de los últimos tiempos, Europa podría ver una reactivación económica este año.
Sin embargo, también señalan que esas tendencias más positivas no llegarán a los bolsillos de los europeos, pues se requieren tiempo y reformas a la altura del mundo globalizado.
Esos cambios pasan por sectores como educación, integración dentro del espacio comunitario, unificación de procesos bancarios dentro de la zona euro o supervisión de bancos a nivel regional.
La unión fiscal, reformas de fondo, democratización y legitimidad son, por tanto, esenciales para salir finalmente de la crisis.

AUMENTA EL EUROESCEPTICISMO
En Alemania, puntualizan informes oficiales, el discurso de los euroescépticos cobró fuerza tras orientar su mensaje hacia la xenofobia contra los refugiados.
Otro ejemplo de ello se vive en Francia con el Frente Nacional de Marine Le Pen, que paradójicamente debe su vida política al Parlamento Europeo, donde logró una representación significativa de forma continuada desde la década de 1980.
Según el texto citado que aparece en El Tiempo, el euroescepticismo sirvió para definir la suspicacia británica con respecto a una UE inclinada en torno al eje alemán, pero en la actualidad define tanto a posturas que respetan a esa comunidad, pero no su proyecto de integración, como a los que la rechazan.
De cualquier forma, en seis de los 10 países sondeados por Pew Research Center son mayoría los electores que quieren la vuelta de ciertos poderes a su país, pero aunque las críticas desfavorables crecen y aumenta el euroescepticismo, «el panorama electoral en el continente está diluido», según esa entidad.
Que los ciudadanos de nueve de esos 10 países encuestados estimen en su mayoría que la salida de Reino Unido de la UE sería «una mala cosa», no evidencia precisamente un pensamiento de ruptura afincado dentro de los países miembros, según especialistas.

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