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El demacrado rostro de peña nieto, más intenso durante la presentación de cartas credenciales por parte de la nueva embajadora estadounidense, Roberta Jacobson, exhibe su propia degradación personal y política tras los acontecimientos de violencia generados por su obcecada terquedad y soberbia, esto es sin sopesar sus propias limitaciones y desdeñar la reacción del colectivo. El rechazo a su administración es general, salvo los incondicionales desesperados en salvar, siquiera, la carrera sucesoria perdida ya. Las ratas saltan del barco; los piratas permanecen agarrados al botín.
Algunos interpretaron la salida de Manlio Fabio Beltrones del aguijón priísta como una demostración de fuerza por parte del peñismo y el consiguiente “castigo” por la derrota histórica de este partido el pasado domingo 5. No es así. Nunca lo fue. Beltrones, como dijimos en su oportunidad, estaba en calidad de líder de pacotilla, sin poder intervenir en las decisiones partidistas en la ciudad de México, inclinado ante los poderosos secretarios de Gobernación y Hacienda quienes, en su sórdida imaginación, aspiran a ser nominados a la Presidencia por un partido al que repelen la inmensa mayoría de los mexicanos. Los momios están en contra y, si no lo sabe, bien harían en abrir los ojos.
Pero, insisto, el traspiés electoral no se debió, por tanto, a la mala actuación de Beltrones, a quien no defiendo subrayo por cuanto a su trayectoria rebosante de oscuridades, sino a la intervención de Los Pinos cuyos operadores negociaron, a placer, con las gubernaturas y los Congresos tratando de asegurarse posiciones “opositoras” a través de alianzas turbias como las de Veracruz, Quintana Roo y Durango, en donde los “ganadores” tienen mayor formación priísta que algunos de quienes vencieron en las urnas como en Tlaxcala, Oaxaca, Sinaloa o Zacatecas.
El enfrentamiento, pues, fue de los cárteles políticos que ahora nos asfixian y llegan al nivel de la barbarie sin quitarse la pesadumbre aunque el enfermo peña ya no pueda ocultar los síntomas de las quimioterapias. Y es él, sin duda, el responsable de los genocidios durante su sexenio, de la represión a balazos de los maestros y pobladores de Nochixtlán, Oaxaca, mientras el gobernador de la entidad, todavía Gabio Cué Monteagudo celebraba un festín, y el supuesto vencedor de las elecciones, el junior efebo Alejandrito Murat Hinojosa, simplemente escondía la cabeza como el avestruz que es, cobarde y correlón.
Buen sabe Murat que es él uno de los factores de la devastación social envuelta en la violencia peñista. Sí, porque para limpiarle el camino –y el estado-, las fuerzas federales se despacharon a lo grande, agrediendo a quien se colocara pusiera enfrente, usando los uniformados armas de alto poder y apoyados con helicópteros amén de todo tipo de artilugios, incluyendo la infiltración de vándalos cuando los propios genízaros saqueaban almacenes. El efebo pidió que no le heredaran una entidad conflictiva, en pie de guerra; y desde el centro respondieron mandando aviones Hércules cargados de elementos pertrechados hasta los dientes como si se tratara de perseguir a los narcotraficantes conocidos, encabezados por Ismael “El Mayo” Zambada García, cuyas reuniones escandalosas se dan a la luz del día y sin rubor alguno coludidos, como están, con las autoridades.
No hay casualidades sino hechos y es evidente cómo están actuando las fuerzas armadas. Pero, cuidado, porque éstas, de manera por demás evidente, se están saliendo de control y acaso proceden con mayor dureza a la ordenada para señalar a peña como el mando superior con la consiguiente degradación internacional. Si después del drama de Ayotzinapa jamás pudo recuperar su perfil en el orbe, luego del acribillamiento de maestros no podrá siquiera replicar, ni en el extranjero ni dentro del país, ante la clara percepción de una comunidad nacional que, sencillamente, lo aborrece como a ninguno otro de sus predecesores.
Como comentamos hace días tendríamos, para encontrar una repulsión similar, que retornar en la historia hasta la época de “El Chacal” Huerta envuelto en el alcoholismo, digamos peor que calderón, y apoyado por el inmundo beodo Henry Lane Wilson. Mucha atención con esto, señora Jacobson, para que no voltee siquiera hacia este pasado ominoso. El hecho es que el rencor no se diluirá en los próximos años, ni en las próximas décadas. El régimen en curso ya está dolorosamente marcado y las consecuencias vendrán por añadidura.
El sambenito de que “si a México le va bien, igual le irá a los mexicanos”, tiende a la clásica deformación de la clase política dominante en cuyo epicentro se considera al país como sinónimo del gobierno. México es bastante más que la corrupción ingente y la delincuencia perversa –incluyendo la represión cínica-, de quienes gobiernan. Y sí, a México le irá bien cuando sus hijos, todos nosotros, respondamos a la letra del Himno Nacional y reaccionemos ante el clamor por la batalla contra quienes usurpen o profanen el sagrado suelo de la patria. Entonces, sí, nos tendrá que ir estupendamente a los mexicanos, recuperada nuestra soberanía popular y con la gallardía de la victoria corriendo por nuestras venas. Antes no, mucho menos si mantenemos a quienes tanto daño nos han hecho bajo el argumento de preservar la paz a punta de metralletas; y eso porque las bayonetas son cosas del pasado.
Es curioso: en las entidades “recuperadas” por el PRI, Oaxaca y Sinaloa, la falsa tranquilidad, o el impasse, pereció. Esto es, como si se tratara de armar conflictos a la ligera, sin capacidad para resolverlos sobre los espacios de la razón de Estado, para beneficiarse de los incendios en la cúpula –no cópula, aunque también vale- del poder. En Sinaloa, en donde deja el poder el farsante Mario López Vadés, MALOVA, quien explica hoy su apodo como una predestinación, malo va, cientos de familias abandonaron ya Baridaguato, la sede de los grandes “capos” y en donde nacieron los más poderosos, ante la imposibilidad de guarecerse de las tropelías. Hasta la mamá de “El Chapo” Guzmán, sin sus controles de antaño, debió de salir de “La Tuna” a galope lo que provocó la indignación del reo más célebre de Ciudad Juárez y cuya extradición está por darse luego del retorno de quien fue su aliado y luego su adversario, Héctor “El Güero” Palma Salazar, cuya insolencia no tiene límites en un país en donde las leyes llegan hasta donde la Presidencia quiere. Por eso, el abogado Enrique Mendoza, defensor que fue del ingeniero Jorge Díaz Serrano, me dijo un día, camino del Reclusorio Oriente para visitar al personaje mencionado:
-En México la lucha diaria, de todo hombre relevante, es por evitar caer en prisión… aunque sea inocente.
Con ello refería las atrocidades cometidas desde el poder para proteger a los peores sujetos y dañar, de por vida, a cuantos no siguieron la línea. No entiendo, por ejemplo, que se encarcele a los dirigentes magisteriales y permanezca en prisión José Manuel Mireles Valverde, líder de los autodefensas de Michoacán a quien quisieron matar simulando un accidente aéreo, y no se toque a cuantos participaron en el mando de las acciones en la triste jornada de Nochixtlán, empezando con el señor peña y siguiendo con Aurelio Nuño y Salvador Cienfuegos, ni a los responsables de alterar los hechos de Iguala y Cocula, entre ellos Tomás Zerón de Lucio, director de la Agencia de Investigación Criminal, personalmente protegido por peña nieto durante y después de su paso por el Estado de México. Las trenzas de la corrupción.
En tales condiciones, la sociedad mexicana está en estado de indefensión frente al desbordado poder de una baraja de desconocedores de la geopolítica nacional quienes creen, para colmo, en su capacidad para aplacar los rencores, las protestas e inconformidades, a golpes de ciego o a balazos de uniformados sin más cerebro que el de sus mandos. ¿Cuándo comprenderán que su lealtad es, primero, con los mexicanos y no con una elite abusadora?
En el filo estamos; y con el filo de los metales nos acosan. México debe soltar sus amarras.
Debate
El conocido pederasta, presunto asesino, ladrón –saqueó al ISSSTE con absoluta impunidad gracias al pastelazo que le dio calderón-, Miguel Ángel Yunes Linares, se protege con mujeres alborotadoras que gimen por él. Cada que le menciono aparecen las histéricas aduciendo, entre otras cosas, que no debo opinar pues no soy veracruzano y que “me duele” que la mayoría haya votado por él. No mencionan su pasado y, curioso, ningún varón saca la cara; puras mujercitas bien aleccionados en los actos de seducción política y quizá de los otros también.
Para responder debemos hacer una anotación. De acuerdo a las estadísticas oficiales, con las que no coincido ante el conocimiento de las truculencias realizadas por el perverso sujeto formado en la peor alquimia priísta, Yunes sólo obtuvo el 34 por ciento de los votos emitidos con una participación ciudadana del 54 por cierto del Padrón. Esto significa que únicamente emitieron su sufragio a favor de este sujeto 1.7 veracruzanos entre cada cien, un mínimo indiscutible muy distinto a la suposición de que la “mayoría” lo apoyó… y tal referido a las estadísticas oficiales viciadas.
Pero además, es inadmisible la segregación –no cuestionar los hechos porque no nací en Veracruz sino un poquito al norte, en Tampico-, que busca enseñorear a los veracruzanos como los únicos responsables del desequilibrio político-mental que dio origen a Yuneslandia. Y no es justo si consideramos que, por cierto, la negociación de Manlio Fabio con Miguel Ángel, sugerida por peña para que el PAN y el PRD sacaran las manos de Oaxaca en apoyo de su junior efebo, es uno de los orígenes del quebranto de la paz en la entidad de Juárez. ¡Qué pena!
La Anécdota
Si la política en México se cierne al presidencialismo infectado con gangrena incurable, en España el cáncer vuela sobre la monarquía caduca y un parlamentarismo tan obtuso como inútil. Tras unas segundas elecciones las cosas siguen igual y los enredos de palacio siguen en auge. La realidad es que la mayor parte de los votantes, a sabiendas de la crisis por ellos provocada, rechaza la forma y fondo de la representación nacional española que, por cierto, no puede cantar su himno porque ni letra tiene debido a los regionalismos exacerbados.
Por ejemplo, en Cataluña ya hablan de una futura República como bofetada a monarca, Felipe VI, quien ni siquiera se atreve a ir a los toros para no mover el caldero; no tiene capacidad ni libertad de acción. Y mucho menos quien ha fungido como presidente del gobierno, el franquista Mariano Rajoy Brey, quien gana por una nariz sobre las urnas pero no puede asegurar la gobernabilidad. Siempre hay algo peor… aunque allende el océano no se asesina a maestros y normalistas ni se persigue a los enemigos del régimen a mansalva.
En la encrucijada actual, más le convendría al PRI la renuncia de peña nieto que su permanencia.
Es él el mayor factor de desgaste y rencor entre la ciudadanía;
y su salida, sin duda, traería un aire fresco que haría cerrar algunas heridas, no todas.