Por Irma Gallo
(N22) En medio de una crisis emocional por los excesos de alcohol y cocaína, un hombre se decide por fin a enfrentar a los fantasmas del pasado y empieza a recordar a ese niño que fue a mediados de los setenta y principios de los ochenta, cuando el país recibió a miles de exiliados por las dictaduras militares en América Latina y se vivía una efervescencia libertaria. Este es el argumento central de La casa inundada, la novela más reciente de José Mariano Leyva.
«No te puedo decir que son exactamente memorias porque no lo son, hay muchas cosas de ficción. Hay partes exageradas, pero sí. Es decir: esta novela arrancó a partir de una serie de recuerdos que yo tuve, no los más agradables, en un momento que no la estaba pasando muy bien», comentó el narrador José Mariano Leyva.
«El libro nace a partir de una crisis de niños abusados, de mucha violencia, de niños de los exilios, yo viví mucho tiempo con ellos, y le estaba tratando de rehuir a la historia. De repente lo que pasa es que -por eso se llama La casa inundada– tú le quieres huir a algo que te duele, un pasado, que finalmente te va ahogando y si no le haces caso sigues prolongando el dolor y ese dolor que sucedió en el pasado, se tendría que haber quedado ahí, en el pasado».
Mariano, el personaje central de la novela y su hermana Alejandra viven en una época en la que para los padres a veces es más importante el activismo y la revolución para intentar cambiar al mundo que la propia familia. Sin embargo, a ellos les va «bien», en comparación con otros niños de su generación y del ambiente en el que viven.
«Por ejemplo, los niños nicaragüenses que viven en la casa gris: tres niños que eran insoportables, que golpeaban, que peleaban, que nadie sabía controlarlos y luego me entero después, que los padres de estos tres niños murieron enfrente de ellos. Los torturaron hasta la muerte. Al lanzarse contra este tipo de personas descuidaron a sus hijos y lo que sucede por el otro lado es la violación, en una comuna revolucionaria. Entonces tienes víctimas infantiles de los dos lados».
A José Mariano Leyva le pasó un poco lo que a su personaje Mario: cuando se volvió padre, se dio cuenta de que no es tan fácil. Sin embargo, al contrario de lo que pudieron hacer sus padres con Mario, Leyva se ha vuelto un papá conservador.
«Me di cuenta con este libro que lo que nos define a final de cuentas, por desgracia, es el dolor pero frente a todo dolor tiene que existir un consuelo. De alguna manera».