El ambiente está enrarecido entre los animales del Zoológico de Chapultepec. Hay quienes hablan de homicidio, de suicidio asistido e, incluso, de un asesino serial tras la muerte de Bantú, el gorila de las selvas bajas que la semana pasada viajaría al Zoológico de Guadalajara, declaró en entrevista exclusiva un venado cola blanca que pidió mantener el anonimato para evitar posibles represalias en su contra.
El informativo electrónico Animal Político, por su parte, señala que ésta “no es la primera muerte de un animal bajo el cuidado de los zoológicos de la Ciudad de México”. Durante el 2016 ya suman tres decesos y, en el último año, cinco.
La lista la componen el propio Bantú, por cuyo fallecimiento el director de Zoológicos y Vida Silvestre de la Ciudad de México, Juan Arturo Rivera,ha sido separado temporalmente de su cargo; el chimpancé Lio, del que se desconocen las causas de su muerte; la elefanta Maguie, quien murió en el Zoológico de San Juan de Aragón; el rinoceronte Khartoum y el orangután Jambi, ambos de males hepáticos.
“A mí no me queda la menor duda”, le comentó a este reportero el oso negro mientras bebían vodka en la cueva del primero, “las muertes de Bantú, Lio y Jambi obedecen a una conspiración de una Sociedad Protectora de Animales que, ligada al supuesto Partido Verde Ecologista, busca cerrar el Zoológico de Chapultepec como ya lo hicieron con los circos de la Ciudad de México, dejándonos a los sobrevivientes en el más completo abandono, o bien como mascotas de señoras ricas o de narcotraficantes”.
El oso negro abundó: “Aunque no tengo pruebas concluyentes, puedo asegurar que los tres fueron liquidados por un asesino a sueldo. Y esto lo sé porque desde el fallecimiento de Jambi por un supuesto mal hepático, me quisieron echar la culpa de
su deceso, so pretexto que el vodka que le invitaba era tan malo que le causó pancreatitis.
Pero como yo no soy ningún chivo expiatorio, me puse a investigar y he visto cómo, mes con mes, la conspiración en nuestra contra ha ganado fuerza”.
El lobo mexicano, presente en la conversación, dio su punto de vista: “La situación es obvia. Nos quieren echar del zoológico, sea de la manera que sea, como fiambres o como mendigos, pues nuestro terreno, por la zona en la que se encuentra, tiene una alta plusvalía, y se pretende construir aquí un megaproyecto inmobiliario con departamentos de lujo para la plutocracia de este país, tiendas departamentales, lago artificial, bosque, jardín botánico y una cerca electrificada para evitar la mirada del pueblo”.
Un borrego cimarrón, que se había mantenido callado durante las entrevistas, cuando el reportero se despedía, se le acercó y le dijo: “yo fui muy amigo de Bantú y su muerte fue natural”. Ante la expectación de los demás animales, señaló: “Bantú murió de un infarto cardio-respiratorio, tal como lo informaron las autoridades. Hace apenas unos meses estaba completamente sano, pero desde que le informaron que iba a ser trasladado al Zoológico de Guadalajara, en donde lo esperaban dos gorilas guapas, de ojos tapatíos, de pelambre sedoso y veganas para perpetuar la especie, perdió la tranquilidad”.
El borrego concluyó: “Para ninguno de nosotros es un secreto que Bantú era célibe; de ahí que la noticia de su futura poligamia le causara desazón. Tenía, según me confesó, mucho miedo a hacer el ridículo con las gorilas y, aunque le emocionaba la aventura, en sus últimos días se mostraba irritable, por no decir que intratable. Y fue él mismo el que pidió el tranquilizante antes de viajar, pero yo sospecho que se le cruzó con alguna de las muchas drogas que se venden en el zoológico de manera clandestina. Y si no me creen, pregúntenle a la víbora de cascabel, que es la que vende seguridad, derechos de piso y se encarga del narcomenudeo en la zonas comunes”, puntualizó.
(*Director de Editorial Ficticia )