Tokio, 13 jul (PL) El emperador de Japón, Akihito, de 82 años, tiene previsto abdicar próximamente del Trono de Crisantemo a favor de su hijo Naruhito, aunque la fecha exacta aún no fue revelada, según informó hoy la cadena estatal NHK.
De acuerdo con el citado medio, tanto el príncipe Naruhito, de 56 años, como la emperatriz Michiko, apoyan la decisión del 125 Emperador nipón.
Razones de salud parecen ser el principal motivo que llevó al monarca a tomar tal decisión, puntualizó NHK en el reporte emitido.
El cabeza de la familia imperial japonesa ya fue sometido a dos intervenciones quirúrgicas importantes: un cáncer de próstata en 2003, y un bypass coronario en 2012.
El Emperador apeló en recientes declaraciones a su deseo de que ese reemplazo se produzca «en vida», a diferencia de su caso, pues Akihito accedió al cargo en 1989 tras el fallecimiento de su padre, Hirohito.
Los medios precisaron que la abdicación todavía podría tardar algún tiempo, el necesario para preparar el traspaso de poderes, ya que la ley japonesa no tiene ninguna vía legal para llevar a cabo ese proceso, por lo cual sería necesario modificarla.
Desde la ocupación estadounidense de Japón tras la Segunda Guerra Mundial, en el contexto de la cual los estadounidenses forzaron la pérdida de poderes absolutos de Hirohito, el cargo de Emperador es hoy día mayormente ceremonial.
Sin embargo, no carece de responsabilidades, definidas todas ellas en la Constitución impuesta por Estados Unidos a Japón tras la contienda mundial.
Akihito fue el encargado, por ejemplo, de anunciarle al pueblo japonés la gravedad del desastre de Fukushima, en un discurso televisado en el que pidió la solidaridad de los ciudadanos.
Uno de los objetivos de su mandato fue acercar la familia imperial a los japoneses de a pie, esforzándose, por ejemplo, en visitar todas las prefecturas del país, de acuerdo con publicaciones emitidas por la agencia Kyodo.
Japón, que tiene una de las monarquías más viejas del mundo, no vive ninguna abdicación desde hace 200 años.
Hirohito, que reinó durante la expansión imperial japonesa en el siglo XX, fue tratado, de acuerdo con comentarios difundidos por la prensa internacional, como un dios viviente hasta la derrota de esta nación en 1945.