Con la restauración de seis obras de finales del siglo XVII, XVIII y principios del XIX, del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec (MNH), por un grupo de estudiantes del Seminario-Taller de Restauración de Pintura de Caballete de la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente (ECRO), con sede en Guadalajara, Jalisco, se avanza en un proyecto de colaboración académico-profesional, encaminado a enriquecer la formación educativa de los futuros restauradores mediante la realización de las prácticas de campo en lugares donde tengan contacto directo con el patrimonio cultural.
Esta participación se realizó a partir de la gestión del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través del MNH, para que once jóvenes que cursan el sexto semestre de la licenciatura de Restauración en la ECRO, tuvieran la oportunidad de trabajar en la atención de obras del museo, cuyo acervo es uno de los más importantes de Latinoamérica.
Laura García Vedrenne, restauradora del MNH —también egresada de la escuela tapatía—, propuso el proyecto a Salvador Rueda, director del recinto, y a Elia Botello Miranda, coordinadora del Taller de Restauración, quienes aceptaron gestionar ante la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, la presencia de los alumnos en dicho lugar de trabajo.
Durante 20 días y dirigidos por las profesoras-restauradoras Gilda Pasco Saldaña y Anna Álvarez Grzybowska, los estudiantes intervinieron pinturas de caballete elegidas por su avanzado estado de deterioro y por el tipo de trabajo que requerían.
Anna Álvarez Grzybowska indicó que uno de los retos a los que los jóvenes se enfrentaron fue hacer el diagnóstico del estado de las piezas en un par de días, así como la propuesta de atención para cada una de ellas, que fueron dados a conocer a todo el equipo de restauración del museo.
Entre las obras intervenidas, bajo la asesoría de especialistas del MNH, como la restauradora Verónica Kuhliger Martínez y la historiadora María Laura Flores Barba, está un cuadro que representa a san Anastasio, de la orden de los carmelitas, que data de finales del siglo XVIII. En la parte posterior tiene un textil con una cuadricula de colores. Se trata de un lienzo similar a los que se usan para bordar la llamada tela mascota.
Otra de las pinturas intervenidas es María Magdalena Penitente, realizada por José Mariano Torreblanca a finales del siglo XIX. Se trata de una copia de la pieza pintada en 1760 por el italiano Pompeo Girolamo Batoni, la cual se perdió en la ciudad alemana de Dresde durante la Segunda Guerra Mundial.
Las otras tres piezas atendidas por alumnos de la ECRO son dos cuadros en pequeño formato que forman parte de una serie sobre san Juan de la Cruz, y un óleo que representa una escena de la Parábola del Hijo Pródigo.