Por Luisa María González
París, 24 jul (PL) Los parisinos Campos Elíseos hirvieron hoy de entusiasmo al recibir el Tour Francia en su última etapa, mientras el fuerte dispositivo de seguridad desplegado no logró eclipsar la alegría que siempre acompaña a las fiestas deportivas.
La imponente avenida coronada por el Arco de Triunfo, considerada por muchos la más bella del mundo, se convirtió en espacio de confluencia de miles de personas procedentes de los cinco continentes, de múltiples razas y religiones, que se unieron para ser testigos del final de una competencia ciclística de renombre internacional.
Con sus colores rojo, blanco y azul, la bandera francesa aparecía por todos lados, pero no le faltó la compañía de otras enarboladas por los seguidores llegados de diversas naciones que se agolpaban para mostrar el apoyo a sus representantes en el Tour, que comenzó el 2 de julio y se desarrolló en 21 etapas.
Una de las banderas más presentes era la de Reino Unido, lógicamente, pues decenas y decenas de británicos esperaron horas para ver llegar a Chris Froome, líder de la clasificación general durante la competencia.
Sentada en la acera para guardar energías y con su bandera en las manos, Carrie mostró su admiración por el deportista, que finalmente consiguió llevarse su tercer maillot amarillo.
«Él es un hombre extraordinario, con unas capacidades tremendas, pero también tiene detrás el apoyo de un gran equipo, el Sky, que ha hecho un gran trabajo para impulsarlo a ganar», comentó a Prensa Latina.
La británica confesó además que ama el Tour de Francia y no es la primera vez que viene a la nación gala para disfrutar del torneo.
Varias horas antes de que los ciclistas llegaran a los Campos Elíseos, un mar de personas inundó la avenida para asegurar un buen puesto desde el cual observar el cierre de la carrera.
Además de los espectadores, la vía también quedó tomada por numerosos equipos de agentes de seguridad movilizados con el fin garantizar la tranquilidad de la jornada, en un país golpeado hace solo 10 días por un atentado terrorista en la sureña ciudad de Niza, que dejó 84 muertos.
Algunas entradas de metro estaban cerradas, mientras en las abiertas estaban instalados puntos de estricto registro a quienes entraban y salían, para evitar la presencia de cualquier objeto potencialmente peligroso.
Pese a tales medidas, por encima de todo primó un ambiente de festejo entre las familias, los amigos y en general los amantes del deporte, bajo un sol que calentó con insistencia a un París estival donde la gente vive al máximo el Tour, y el verano.