México (PL) Más de 30 mil monedas, de las 600 mil rescatadas -algunas deformadas por el ataque-, pinturas de Goya, documentos históricos y piezas originales de los siglos XVIII y XIX, se exhiben en México en la exposición procedente de España El último viaje de la fragata Mercedes.
En un recorrido exclusivo por la muestra para los medios internacionales en el país se abrieron las puertas de una de las salas del Museo Nacional de Antropología, en la Ciudad de México.
La expo trata sobre el hundimiento de esta embarcación el 5 de octubre de 1804, por una escuadra británica, así como el expolio que realizó la compañía norteamericana cazatesoros Odyssey Marine Exploration al yacimiento arqueológico subacuático.
Así lo explicó José Enrique Ortiz Lanz, coordinador nacional de museos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Con las miles de monedas sustraídas del lecho marino, emergió la historia de este navío y de las 273 personas que perdieron la vida.
Los sucesos ocurridos en el retorno de la nave desde el Virreinato del Perú al puerto de Cádiz, España, así como el litigio emprendido por el gobierno español en contra de la citada empresa son los hilos conductores de El último viaje de la fragata Mercedes.
Hasta el 2 de octubre se exhibirá en la Sala de Exposiciones Temporales del citado museo que tuvo su apertura el pasado 1 de julio.
Presenta piezas recuperadas del pecio, tales como herramientas de trabajo de la embarcación, cañones y retratos de Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma, firmados por Francisco de Goya.
Una bandera de más de seis metros de largo, utilizada en la batalla de Trafalgar -similar a la que tenía la fragata cuando fue atacada- se puede apreciar en una vitrina.
En la exposición se observan documentos históricos, como los planos elaborados por los marinos a bordo y que señalan los puntos que visitó el navío durante su viaje de ida y vuelta.
Asimismo, el listado de los 48 sobrevivientes del naufragio, testimonios de algunos de ellos y una reproducción a escala del buque de guerra, entre el conjunto de piezas originales.
Además de monedas, el navío llevaba a bordo 325 personas, entre marinos, civiles y algunos niños, lingotes de estaño y cobre, quina, producto que comercializaba la real botica para la fiebre amarilla, relató Ortiz Lanz.
Cargaba también cacao y lana de vicuña o llama, porque el tesoro no solo consistía en oro y plata, afirmó.
Diego Alvear (1749-1830), uno de los protagonistas de este suceso, vio morir a su esposa y a sus siete hijos en la explosión, comentó, para luego ampliar que aquel se volvió a casar en 1807 y tuvo otra larga descendencia.
UN VIAJE SIN RETORNO
Esta exposición de la fragata Mercedes, cuyo nombre completo era Nuestra Señora de las Mercedes, está organizada en tres partes.
La primera destaca las circunstancias históricas en las que se produjeron los hechos en torno a la embarcación, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX.
Incluye los motivos del viaje, la flota a la que pertenecía, su ruta, el carácter del cargamento que transportaba y quiénes fueron algunos de los personajes de la batalla.
En la segunda, el visitante conocerá cómo y dónde fue construida la fragata, cómo fue el combate con la escuadra inglesa, las causas por las que explotó y las consecuencias del ataque.
Iba acompañada en el momento de su hundimiento por los navíos Medea, Fama y Santa Clara, los que fueron capturados y llevados a Inglaterra.
Mientras, el tercer apartado narra el presente: el expolio cometido, lo que representó la destrucción de un yacimiento arqueológico, el proceso judicial y la resolución del juicio a favor de España.
Se complementa con material audiovisual de la batalla, que permite al visitante conocer la historia a través de un viaje al pasado.
Llega a posibilitar incluso vivir la experiencia de navegar y combatir en una fragata española de inicios del siglo XIX.
Mercedes inició su viaje el 27 de febrero de 1803, rumbo al Callao, en Lima, con regreso a Montevideo, de donde partió el 9 de agosto de 1804.
La flotilla de la armada española navegaba tranquila cuando, a un día de arribar al puerto de Cádiz, España, su travesía es interrumpida por el ataque de la escuadra británica que provocó la explosión y hundimiento del navío en aguas del Atlántico, frente al sur de Portugal.
Quedó a mil 200 metros de profundidad, resaltó el funcionario del INAH.
«El futuro de la arqueología está en el fondo del mar, llegó el momento de la arqueología subacuática», destacó.
Esperamos que más de 150 mil personas visiten esta exposición, concluyó Ortiz Lanz su intervención.
ASTILLERO DE LA HABANA, CUBA
Nuestra Señora de las Mercedes o simplemente Mercedes fue botada en el puerto de La Habana, Cuba, en 1786, refleja la Wikipedia, aunque otros textos señalan como fecha 1780, 1788, 1789 e incluso 1790.
En declaraciones a Prensa Latina, Ortiz Lanz explicó que fue una de las más avanzadas en su momento, era la tecnología de punta de un imperio que si bien entraba en decadencia en materia política y económica vivía uno de sus mejores tiempos científicos.
Fue La Habana el centro donde se concentró mucha de esta información y se crearon grandes embarcaciones para todo el mundo, dijo.
Estas fragatas en principio eran prototipos en fase experimental que requerían de las maderas tropicales e insumos que venían de otras áreas americanas y de la propia isla, precisó.
La Habana y Cuba como el corazón o punto de encuentro de todas las colonias reunía todos estos materiales, como las mantas que provenían de Yucatán, México, para fabricar las velas, por ejemplo, agregó.
Unido al conocimiento de los habitantes, de los habaneros en particular, que ya estaban posesionados como destacados manufactureros de obras y es un gran orgullo que los puertos americanos hayan elaborado esta calidad de navíos, con La Habana como el principal astillero, dijo.
Era la Mercedes un barco muy nuevo cuando explotó, pero el misterio sigue siendo cómo, tan resistente, tan potente, pudo ser hundido, apuntó.
Quizás la respuesta sea la casualidad, el cómo una bala incendiaria llegó hasta la santabárbara (lugar destinado en los buques para custodiar la pólvora y otros explosivos) e hizo estallar al navío, significó.
Su construcción debe haber demorado alrededor de cuatro o cinco años, finalizó.
Ahora, esta exposición llega con toda su carga de emotividad y provoca un indiscutible deslumbramiento, al poder disfrutar de un tesoro incalculable que fuera hundido en las entrañas del mar hace más de 200 años.