Existe la creencia de que el periodo vacacional es sinónimo de tener que gastar para salir fuera de la ciudad, sin embargo cada quién puede hacer de sus vacaciones algo caro o barato, pero fuera del tema del destino también sirven para descansar y convivir con la familia, aunque para quienes tienen hijos chiquitos es más que obvio que la menos indicada para disfrutar de esos días son las mamás porque la mayor carga de responsabilidad porque los maridos se las deja a ellas en donde coloquialmente como se dice tienen que arrear a los hijos para alistarlos en todo.
Fuera de esos pequeños detalles cualquier vacación dejan enseñanzas buenas o experiencias malas en donde se aplica textualmente lo que mucho se dice: los viajes ilustran.
Para quienes tuvieron la oportunidad de poder salir fuera de su localidad para visitar algún país o región en particular en ese momento, se convierte en un turista más, aunque sea en su propio país.
Ese turista que puede ser usted mismo o cualquier otro visitante siempre se queda con ese aroma de recuerdo en su mente al lugar en donde decidió vacacionar.
Recuerdos desde la gente que vive ahí, de sus anécdotas que cada ciudad tiene como parte de su identidad, pero sobre todo el turista se lleva con ello la huella que distingue esa comunidad haciéndolo como único.
Pudiera ser desde algo muy simple como una comida tradicional dejando plasmada la identidad de ese país, por ejemplo, cuando se piensa en Italia lo más seguro es que se vienen los recuerdos distintivos sobre su comida, la pasta o pizzas; en Paris sus noches románticas y su torre Eiffel, Estados Unidos sus parques de diversión figurando en primer lugar Walt Disney World Resort y en México sus grandes pirámides.
Pero no todos los lugares de la región cuentan con sus propias características que los hacen únicos, sino son pocas de ellas en donde puede sobre salir unas más que otras. Por mencionar algunas, las pirámides se concentran en su mayoría en el centro y sur de México y los valles de Oaxaca y Chiapas, sin embargo, en Coahuila no podemos decir lo mismo porque no existe.
El tejido fue alguna vez lo que dio fama e identidad internacional a esta capital de Coahuila, empero, ésta ya se encuentra en su peligro de extinción. En la Comarca Lagunera se producía mucho algodón, pero eso ya se terminó. Pero en Saltillo se confeccionó el sarape no sólo aquí, sino de todo México. En la actualidad se cuenta sólo una bonita historia dándole paso a los fósiles de dinosaurios y una que otra propuesta de las riquezas arqueológicas.
La venta de los que antes era considerado como una artesanía la elaboración del sarape en Saltillo, se fue muriendo con el pasar del tiempo al igual que el conocimiento de generaciones posteriores al verse invadido en el comercio por importaciones de Aguascalientes quienes se aprovecharon de la fama vinieron a invadir el comercio desplazando a los artesanos saltillenses, pero su historia aún más triste terminó engañando a la clientela por los chinos que han robado la identidad de lo más simbólico que tenía la Atenas de México invadiendo esta capital por imitaciones en donde el comercio Chino terminó con la tradición de los saltillenses.
Algunos se preguntaran cómo se permitió esto y la culpa fueron los mismos gobernantes que no atendieron con tiempo el paso de la modernidad que fue aniquilando todo para ser sustituido sin que se dieran cuenta, sobre todo sin saber escuchar a los artesanos locales y fue así que el negocio de los sarapes se fue industrializando y la competencia dio lugar a los vendedores de hilos y lana de León, Guanajuato y Aguascalientes, hasta que los productores hidrocálidos se quedaron con el mercado y Saltillo perdió su identidad. En la actualidad el pretender hablar de sarapes es como querer contar una leyenda urbana en esta capital de Saltillo.
El último Gobernador de Coahuila que hizo algo por ello fue Eliseo Mendoza Berrueto, que incluyó la actividad artesanal del sarape como algo característico de Saltillo dentro de un programa nacional que operaba bajo el Fondo Nacional para el Fomento a las Artesanías (FONAR) y que tenía como objetivo incluirla como una materia adicional dentro del sistema educativo en el nivel de secundarias para anexarla entre los conocimientos de los talleres y revivir el uso del telar; no pasó mucho tiempo en que esta cruzada volviera a encontrarse la espalda de quienes prefirieron otras prioridades.
Ingenuamente el turismo que visita Saltillo, preferentemente norteamericanos y su famoso “Mexican Curious”, siguen comprando los sarapes en donde son engañados por los comerciantes con productos provenientes de otros Estados como Aguascalientes o lo que es peor de otros países en específico China.
Es como lo que sucede en todo en el país, la piratería está en donde quiera y aunque es tan noble la actividad porque no produce un desgaste físico, ni gastos de insumos solamente materiales hilados, los mejores años del sarape ya pasaron en donde la tradición que una vez distinguió a Saltillo y cuyo nombre de su equipo de béisbol hace referencia como los Saraperos quedando como único vestigio de lo que una vez fue conocido la identidad de los saltillenses.