La Habana (PL) Los estadounidenses son testigos del sube y baja de Donald Trump y Hillary Clinton en las encuestas, semanas después de concluidas las convenciones nacionales de republicanos y demócratas.
Esto es un anticipo de las elecciones de noviembre, que según algunos pronósticos deben concluir en una aplastante derrota para los rojos del Grand Old Party (GOP).
Concluido el foro de los republicanos el magnate neoyorquino
registró un repunte en los sondeos que lo llevó, en algunas ocasiones, a superar a la exsecretaria de Estado en el apoyo de los votantes.
Sin embargo, Clinton obtuvo un mayor respaldo en los sondeos tras la conclusión del cónclave del partido azul y ahora los números le son favorables a nivel nacional y en más de 10 estados que pueden ser clave en la definición en las urnas en noviembre.
Muchos factores inciden en la caída de Trump, quien además de las pifias postconvención, enfrenta un éxodo alarmante de apoyos y está en peligro de perder su control del partido republicano cuando crecen los temores de que se dirige a una derrota aplastante en noviembre que acabará con las mayorías del Partido Republicano en el Congreso.
El número de políticos del GOP que buscan distancia de su nominado a la presidencia alcanzó niveles alarmantes recientemente, entre ellas varias deserciones de alto perfil, incluida la senadora centrista Susan Collins.
En la actualidad las encuestas muestran que Trump no logró aumentar el apoyo de su propio partido, mientras demócratas y antiguos partidarios de Bernie Sanders agrupan fuerzas constantemente detrás de Clinton, lo que dio al traste con las esperanzas del magnate de apuntalar su candidatura con ese sector de votantes.
Asimismo hay un creciente coro de los conservadores que instan al Comité Nacional Republicano para dejar de lado al multimillonario neoyorquino y dirigir sus recursos a la protección de la mayorías del GOP en la Cámara y el Senado.
Él es un gran problema en este momento, dijo el estratega
republicano Ron Bonjean, para quien el Día del Trabajo pudiera marcar una acentuación de la estrategia para la protección de las mayorías en la Cámara y el Senado, en detrimento del apoyo al nominado.
En esa línea muchas figuras del GOP ya descartan una victoria para llegar a la Casa Blanca y alientan a los votantes a elegir a un Congreso dominado por los rojos que mantenga en jaque a Clinton en el gobierno.
Mientras tanto, la campaña de Clinton está cortejando abiertamente a los republicanos, con el lanzamiento de una iniciativa centrada en el reclutamiento de los conservadores e independientes de derecha.
Según medios de prensa como el diario digital The Hill, la campaña de Clinton busca el respaldo de casi 50 republicanos, entre ellos miembros actuales y anteriores de la Cámara y el Senado, los exsecretarios del gabinete, embajadores, empresarios, activistas conservadores multimillonarios y líderes de las fuerzas armadas, para cortar el camino a Trump.
En ese sentido una encuesta de la Universidad de Monmouth encontró que el 92 por ciento de los demócratas dicen que apoyarán a Clinton, por encima del 88 por ciento en julio y un 85 por ciento en junio.
Por el contrario, el apoyo de Trump entre los republicanos se estancó en el 79 por ciento desde junio.
Aunque esto no es alentador para el candidato rojo, muchos cifran aun esperanzas en los debates presidenciales que comenzarán el 26 de septiembre en Nueva York, donde ambos concursantes estarán frente a frente para exponer sus ideas para su presidencia.
Nada de esto es una buena noticia (el éxodo y el rechazo a Tump), pero todo puede ser borrado y olvidado con una gran actuación en el debate, dijo el encuestador republicano Frank Luntz.
Cuando llegue septiembre, Trump necesitará un mensaje más unificado, estratégica y disciplinadamente, precisó Luntz.
Pero, mientras esto no ocurra proseguirá el drenaje contra el controversial aspirante presidencial, quien aun tiene casi tres meses para cambiar las cosas, en una campaña impredecible.
Además de estos problemas contra Trump conspiran otros asuntos, entre ellos, por ejemplo, el índice de aprobación del presidente Barack Obama.
A pesar de todo el pesimismo en los Estados Unidos, el índice de aprobación de Obama es bastante bueno, oscila alrededor del 50 por ciento y se mantuvo durante este año por encima del 40 por ciento.
Históricamente, el índice de aprobación del presidente es una pieza de las más importantes para predecir el resultado a favor de un partido.
Solo dos candidatos -Richard Nixon en 1960, y Gerald Ford en 1976- perdieron el voto popular cuando el presidente tenía un índice de aprobación positiva de cara a la temporada de campaña.
Según van las cosas, si Trump no maniobra y cambia el rumbo, Clinton está predestinada a convertirse en la primera mujer presidente del país.
El sube y baja de Clinton y Trump en EE.UU.
Por Luis Beatón