Los coahuilenses estamos como la canción de “La Merienda”, del canta-autor Francisco Gabilondo Soler, mejor conocido como Cri-Cri, “El Grillito Cantor”. Primero nos quejábamos por las altas temperaturas y no había quién dijera, “si tan solo lloviera para refrescarnos”, y la gente del campo decía lo mismo, sobre todo más lo hacían quienes siembran por temporada.
Ahora que estas últimas lluvias y sobre todo con la onda tropical número 15 en la Península de Yucatán, la gente ya no quiere más lluvias, sino que por lo contrario aclaman por el sol.
En el semi-desierto coahuilense, donde las lluvias apenas superan los 400 milímetros al año, diez veces menos que en zonas tropicales, el cuidado y captura del agua se vuelve una tarea primordial, particularmente en las comunidades rurales, cuya subsistencia depende de la disponibilidad del vital líquido.
Una de las características de las lluvias que ocurren en nuestro Estado es que se dan sólo en una época del año, en escasas cantidades y en forma de fuertes chubascos, lo que provoca que al caer empiece a escurrir por las pendientes y se pierda finalmente en arroyos y ríos que se vierten en el mar.
Es por eso que se hace indispensable la construcción de infraestructura para capturar toda esa agua de lluvia y evitar que se pierda. Así, que, con el propósito de capturar agua en los años recientes se han construido bordos en la Región Sureste de Coahuila, donde se vive actualmente una de las peores sequías de los últimos años.
Por eso, se implementaron programas para “cosechar el agua”; con la que se han rehabilitado y construido bordos para contener millones de metros cúbicos de agua.
Grandes inversiones se deben hacer en este trabajo que forzosamente exige el uso de maquinaria pesada, desazolvar vasos, reforzar cortinas, equipar con desarenadores, sellar fisuras y aprovechar el máximo de agua posible que corra por el desierto.
Este tipo de trabajos realizado por el gobierno tanto federal como estatal se ha convertido como uno de los componentes más importantes no sólo para mitigar los efectos negativos de la sequía, sino para iniciar un desarrollo de las actividades, particularmente la ganadería caprina que significa la fuente de recursos más importantes en el sector rural y que en la actualidad muchos de esos animales han muerto por la falta de agua.
Con este tipo de obras se beneficia productores de Saltillo, Arteaga, General Cepeda, Parras y Ramos Arizpe que cuentan con la infraestructura necesaria para almacenar el agua que antes se perdía.
Los medios y los recursos ahí están; quedando en la responsabilidad del buen uso y administración del agua. Pero también es importante seguir insistiendo en fomentar la cultura del agua entre los mismos ciudadanos y sobre todo en los centros educativos tanto públicos como privados.
Hay que concientizar primeramente a las mentes jóvenes sobre el cuidado del agua y su difícil tarea para poder extraerla del subsuelo, recolectarla en bancos de agua, como si se estuviera cosechado un producto que rebasó su demanda de manera natural y que ahora hay la necesidad de buscar la forma de multiplicar su producción o en este caso recolectarlo por medio de las lluvias.
Existe mucho trabajo por hacer en cuanto a la cultura del agua, pero para poder tener un efecto positivo siempre es necesario comenzar desde la base piramidal de la estructura social, es decir, la familia y son los padres quienes tienen que enseñar a sus hijos sobre la importancia del cuidado del agua y explicar la escases que tienen algunos coahuilenses, sobre todo en los ejidos para la adquisición del vital líquido con el fin de lograr la concientización para quienes lo tienen en la puerta de sus domicilios y lo valoren.
El compromiso de hacer conciencia al resto de la población es del Gobernador y los 38 alcaldes de la entidad, quienes sí hacen su labor no solo con el apoyo de obras y programas, sino con exhortos para que los coahuilenses reflexionen sobre el buen uso y sus cuidados.