El día de ayer lunes se conmemoró el Día del Bombero en México, ya que en diferentes partes del mundo se celebra en diferentes fechas, pero al menos en nuestro país se tiene el dato que fue el 22 de agosto de 1873, con el primer Cuerpo de Bomberos en Veracruz.
Aunque se tiene una idea equivocada que es una profesión solo para hombres, se tiene registro que durante la Segunda Guerra Mundial, muchas mujeres de naciones que participaron durante esta guerra ocuparon en muchas actividades realizadas solo por el hombre, puesto que la mayoría de los varones se habían registrado y otros llamados por el ejército a prestar su servicio.
Las primeras mujeres en el período de post guerra fueron en Estados Unidos para la extinción de incendios forestales, pero las primeras bomberas profesionales mujeres fueron aquellas de Gran Bretaña.
En nuestro país no existe un dato exacto dónde se haya marcado la participación de las mujeres en el Cuerpo de Bomberos, pero tampoco se le ha dado la difusión de aquellas mexicanas que han optado dar servicio para apagar los fuegos y es por eso que en ocasiones las pocas personas que llegan a ver mujeres bomberos quedan sorprendidos porque lamentablemente se tiene conceptualizado como una labor exclusiva para hombres.
Ayer con motivo de su aniversario no hay que reconocer esta labor tanto cómo a los varones y mujeres que arriesgan su vida enfrentándose al peligro que conlleva estar ante el fuego.
Lo que es un hecho es que tanto estudiantes, profesionistas y amas de casa han encontrado en el Honorable Cuerpo de Bomberos de muchos Estados, incluyendo Coahuila, pero sin importar en donde todas éstas féminas encontraron el sentido de su verdadera vocación y descubrieron también que la labor de un vulcano no es exclusiva para la fuerza masculina cuando hay voluntad y espíritu de servicio.
Una convivencia con las mujeres bomberas deja ver la camadería y hermandad, además de la disciplina de un grupo de heroínas que ingresaron a la corporación pretendiendo explorar en lo desconocido y saber cuáles son los secretos que se guardan en las botas, pantalonera, chaquetón y casco que protegen la integridad física de los bomberos.
Por alguna razón histórica y cultural, los hombres se adueñaron del mundo y para cuando nos tocó vivir ya estaban las cosas así. Los hombres son quienes trabajan y las mujeres quienes cuidan a los hijos.
Aunque esta antigua costumbre aún sobrevive en muchos pueblos del mundo y en comunidades locales de nuestro país, es innegable que en el siglo pasado revolucionaron las ideas respecto del rol de las mujeres y los hombres, al grado de ponerlas a ellas en la oficina y ellos frente al lavaplatos.
Es común hoy en día encontrar mujeres en las oficinas y ya no sólo como secretarias, sino como profesionistas y ejecutivas. Encontramos mujeres empresarias, diputadas, ingenieras, académicas, entre muchas otras más ocupaciones.
Ahora están tan confiadas en rebasar planos insospechados de oficios que antaño eran reservados casi exclusivamente para los hombres. Hoy tenemos luchadoras, traileras, mineras, taxistas, obreras, futbolistas, soldados, albañilas y más.
Pero recordando el Día del Bombero, quiero hacerles un reconocimiento especial a todas aquellas que se enfrentan a situaciones de alto riesgo, que requieren capacitación física y mental y que cumplen cabalmente con este oficio.
Y también desde este espacio que escribo hago una invitación a quienes tienen en sus manos la oportunidad de liberar a las mujeres de su encierro cultural y permitir que afloren en ellas todas sus capacidades.
Desde las familias campesinas que tienen a las niñas como relevo de sus mujeres siendo una vieja cultura, las religiones que diferencian claramente al sexo débil impidiéndoles su desarrollo dentro de su fe y las empresas que aun ven con recelo la posibilidad de que una mujer perciba tanto o más salario por un trabajo.