Por Víctor Gaspar
Ciudad de México, 20/09/16, (N22).- Como parte de la inauguración de la Cátedra Max Aub, la artista multidisciplinaria Laurie Anderson fue invitada por la Máxima Casa de Estudios para ofrecer una conferencia que tiene que ver con lo audiovisual y su repercusión cotidiana, así como su relación con el conocimiento en el siglo XXI.
Muchas gracias, es un placer hablar con Laurie Anderson, una larga tradición detrás usted en el arte. ¿Cuál es el vínculo en general entre la imagen y el conocimiento en el siglo XXI, especialmente dentro del amplio espectro de imágenes y su producción?
¡Qué pregunta tan enorme! Nos estamos ahogando en imágenes y no sabemos lo que el 99% de ellas significa. Éste, creo yo, es el trabajo de las personas que trabajan con imágenes, que les dan un contexto. Porque nuestros ojos están simplemente exhaustos todos los días con tantas imágenes, y también con la velocidad, es verdaderamente muy veloz. Y no tenemos el tiempo para procesar lo que significan, a veces no significan nada.
¿Cuál es la importancia de la narrativa, de las historias? Durante la conferencia nos compartió algunas historias y usted también tiene una larga tradición familiar de narración de historias, de su abuelo sueco. ¿Es correcto?
Bueno, estuve en Suecia hace algunas semanas y descubrí que toda su historia es ficción. Todo era inventado porque su historia decía, “yo vine de Suecia cuando tenía nueve años, llegué a Toronto y después a Chicago y comencé un negocio de caballos cuando tenía 10 y me casé a los 11 años”. La familia se preguntaba, ¿de verdad? Eso no sonaba posible. El punto es que él decidió inventar una historia y siempre pensé que era para esconder una historia oscura, probablemente la de un niño que huye de casa, que se esconden un barco. Pero la verdadera historia es que vino a los Estados Unidos con sus papás cuando tenía tres años, no tiene nada que ver con la ficción que se inventó.
¿Cuál es la relación actual que tenemos como seres humanos y como artistas con la ficción? La mayoría de las veces tendemos a dividir la ficción de la realidad. Los artistas tienden a borrar esa división.
Diría que los políticos hacer un mejor trabajo en borrarla. Soy una narradora de historias, pero esta es la tónica de las historias en los Estados Unidos. Todos los políticos son contadores de historias, es lo que hacen. Trabajan con el lenguaje y el lenguaje es la llave del mundo. Si lo dices de cierta manera tienes mucho poder, mucho. Escuchamos a estos políticos que nos dicen cómo tiene que ser el mundo, por qué es así, lo que será el futuro y simplemente es su historia. Nosotros nos preguntamos si es una buena historia o una mala historia. Sí se parece a la realidad. Es muy difícil de decir.
¿Qué vínculo encuentra entre contar historias y crear arte, ante una tecnología que a veces nos deja muy atrás?
Creo que algunas personas se apoyan en la tecnología para hacer historias más agradables. Es como venderte a ti mismo. A veces nos tratamos a nosotros mismos un tanto como productos. Imagine cómo somos en Facebook: “¡Hola! tengo tal interés y soy de esta manera”. ¿En serio?. No somos una caja de cereal pero te estás vendiendo como tal. El hecho es que sería maravilloso si pudiésemos ser un poco más tiernos y menos absortos en nosotros mismos como productos.
¿Considera que el arte contemporáneo carece de un cierto humanismo?
Creo que la vida contemporánea carece de humanismo. Nos encontramos bajo una presión tal y por hacer ciertas cosas, que eso hace fácil que olvidemos quiénes somos. Yo lo olvidé. Le voy a decir mis tres reglas para vivir, -las que dije esta tarde cuando estaba charlando a los estudiantes- porque me ayudan mucho. Mi esposo y yo desarrollamos estas tres reglas para vivir, porque la vida pasa muy rápido, pasa tan rápido que te preguntas qué hacer y no sabes.
Número uno: no le tengas miedo a nadie. ¿Te imaginas tu vida sin que tengas miedo a nadie? Segunda: procúrate buena literatura y aprende a usarla. La tercera: ser verdaderamente tierno. Eso es todo, tienes todo lo que necesitas ahí si sigues estas tres reglas.