Por Huemanzin Rodríguez
Guanajuato, 17/10/16 (N22).- Teatro de la Abadía fue creado en 1995 en Madrid, como un centro de creación artística y desarrollo de proyectos escénicos. Su director José Luis Gómez, destacada figura de los escenarios en España, decidió montar al año siguiente tres entremeses escritos por Cervantes. En 1996 vinieron al Cervantino y a 20 años de distancia regresan La cueva de Salamanca, El viejo celoso y El retablo de las maravillas.
“Estos tres entremeses están hilados con transiciones musicales que pertenecen a nuestro folclore y refranes de la época de Cervantes, algunos directamente sacados de sus obras y otras del acervo popular”, comentó Miguel Cubero, actor.
El montaje tiene aún la mitad del reparto que estrenó en 1996, los nuevos elementos se han sumado al código y la manera de trabajar de los entremeses que ha desarrollado Teatro de la Abadía, basado en el cuerpo y la palabra.
“Para realizar este trabajo inventamos un código que deviene de la comedia del arte que Cervantes vio cuando estuvo en Italia. Nosotros lo hemos reelaborado para conseguir un código que represente a estos personajes españoles”.
En los entremeses están figuras recurrentes de las historias populares en España: el viejo, la dama o el brabucón, personajes tratados como en la comedia del arte pero a la española.
La escenografía es un espacio limpio con sólo un árbol al centro, basado en la obra de Benjamín Palencia, pintor de la Generación del 27, “componentes del campo, campesinos en plena labranza y ese tótem, como si fuéramos un grupo de gente del pueblo”, finalizó Cubero.
En estos entremeses, Cervantes se muestra crítico frente a la sociedad de su tiempo, en La cueva de Salamanca critica a los bobos que creen en artes oscuras más allá de lo que la razón puede comprobar. En El viejo celoso, a la distancia, se lee a una sociedad nublada por el machismo. Y en El retablo de las maravillas, donde sólo los puros de sangre pueden verlo, señala severo la estratificada sociedad basada en su idea de lo puro.