La Habana (PL) Al presidente estadounidense, Barack Obama le quedan poco más de dos meses en el cargo, pero tiene una larga lista de tareas pendientes, tanto en el plano doméstico como en política exterior, muchas de las cuales no podrá cumplir.
Su propósito de implementar una reforma migratoria que tienda a regularizar el status de más de 11 millones de indocumentados es una de las promesas que no pudo hacer realidad.
A pesar de la insistencia suya y de sus correligionarios en el Congreso, varios proyectos de leyes fueron rechazados por la mayoría republicana y algunos ni siquiera llegaron al plenario del Senado ni de la Cámara de Representantes.
Este tema adquirió un protagonismo significativo en los últimos meses, en la medida en que avanzó la campaña con vista a las elecciones generales del 8 de noviembre.
En ese sentido pasaron a un primer plano los controversiales
planteamientos xenófobos y racistas del candidato del partido rojo a las presidenciales, Donald Trump, quien pretende expulsar del país a los indocumentados y construir un muro en la frontera con México.
Otro aspecto que en el plano interno deberá tratar de impulsar Obama en los próximos meses es el reajuste que pretende hacer en el sistema de justicia estadounidense, y la situación precaria en los centros penitenciarios norteamericanos.
Al respecto, tal y como él reconoce, existen muchas irregularidades en la aplicación de la ley, situación que principalmente enfrentan los sectores menos favorecidos, en particular los afroamericanos y los hispanos.
La creciente epidemia de violencia y brutalidad policial que afecta a la sociedad norteamericana ocupó un lugar importante en la agenda presidencial, pero sin muchos resultados.
El gobernante vio frustradas sus intenciones de reformar la
legislación vigente sobre la compraventa y tenencia de armas de fuego, debido a la fuerte oposición de los republicanos y de entidades como la Asociación Nacional del Rifle, organización que cabildea a favor de los productores de armamentos.
El cierre de la cárcel en la base naval estadounidense en
Guantánamo, en el sureste de Cuba, es un tema que también quedará en el tintero para el próximo Presidente que asumirá en enero de 2017.
Desde la campaña electoral de 2008, Obama prometió clausurar esa penitenciaría, abierta en 2002 por el presidente George W. Bush en dicho enclave militar, ubicado en territorio cubano contra la voluntad del pueblo y Gobierno de la isla caribeña.
Entretanto, la campaña de la coalición liderada por Estados Unidos contra el Estado Islámico (EI) es otro asunto que sigue en la lista de temas sin resolver, después de que los contribuyentes norteamericanos tuvieron que erogar más de ocho mil millones de dólares en su ejecución hasta la fecha.
A pesar de que el presidente presentó al Congreso hace casi un año un proyecto de Autorización del Uso de la Fuerza Militar (AUMF) para dar visos de legalidad a su actuación contra el EI, los legisladores no lograron ponerse de acuerdo para avalar el texto.
Los demócratas insisten en que no puede darse carta blanca a futuros mandatarios para llevar a cabo una contienda sin límites en el Medio Oriente, mientras los republicanos señalan que el texto debe darle mayores facultades al jefe del Ejecutivo en ese tema.
TAREAS PENDIENTES EN AFGANISTÁN
El virtual empantanamiento de Estados Unidos y sus aliados en Afganistán, donde no se vislumbra una solución ni siquiera a mediano plazo, es otro de los asuntos que parece quitarle el sueño al jefe de la Casa Blanca.
Aunque Obama finalizó formalmente la participación directa de los militares norteamericanas en combate en Afganistán desde diciembre de 2014, en ese país asiático hay poco más de nueve mil 800 soldados y oficiales, en tareas de asesoramiento y asistencia, según la versión oficial.
Algo parecido sucede en Iraq, donde a pesar de que Washington retiró el grueso de sus fuerzas combativas en 2011, mantiene allí un número significativo (y creciente) de asesores militares que pretenden ayudar a las fuerzas locales a combatir al Estado Islámico.
El costo humano de la lucha contra el terrorismo en ultramar resulta significativo: en Afganistán murieron más de dos mil 390 militares estadounidenses hasta la fecha, en una contienda que se extiende al parecer indefinidamente.
En Iraq perdieron la vida más de cuatro mil 500, y otros 50 mil resultaron heridos, además de los miles de muertos y mutilados que ocasionaron estos ataques en las naciones agredidas.
Por otra parte, las erogaciones para sufragar estas actividades bélicas superan los seis billones (millones de millones) de dólares.
BLOQUEO CONTRA CUBA
Aunque en la práctica el avance de las relaciones con Cuba -a pesar de algunos logros en los últimos meses- no constituye un objetivo de primer orden para el Ejecutivo estadounidense, este es otro asunto que queda pendiente.
Tras la reanudación de las relaciones diplomáticas bilaterales el 20 de julio de 2015 y la apertura de embajadas en las respectivas capitales, ambas partes lograron firmar acuerdos importantes en diversas esferas de los nexos.
Las iniciativas presidenciales del mandatario en este aspecto, aunque constituyen pasos de avance, resultan insuficientes, de acuerdo con valoraciones de las autoridades cubanas.
A pesar de que el Congreso estadounidense es el que tiene la
potestad para levantar totalmente este cerco, Obama posee amplias facultades para llevarlo a la mínima expresión.
El gobernante está en capacidad de permitir que entidades cubanas abran cuentas en bancos norteamericanos e instruir a los representantes de la nación norteña en las instituciones financieras internacionales que no bloqueen el otorgamiento de créditos u otras facilidades a Cuba.
En el tiempo que le queda, Obama puede hacer algo más para dejar en el esqueleto estas sanciones unilaterales que, según su propio criterio, son obsoletas y no se corresponden con las nuevas condiciones de los nexos entre los dos países.
El 26 de octubre pasado, la Asamblea General de la ONU aprobó por 191 votos a favor, ninguno en contra y la abstención de Estados Unidos e Israel, la resolución 70/5 titulada Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos contra Cuba.
Estas sanciones unilaterales provocaron daños a la isla por más de 753 mil 688 millones de dólares, según cálculos oficiales.
En fin, el próximo mandatario tendrá ante sí un cúmulo de asuntos que amplios sectores de la sociedad norteamericana esperan que se resuelvan.
Sin embargo, a esos temas se suman ahora las nuevas promesas de los actuales candidatos a la jefatura de la Casa Blanca, que no siempre coinciden con los objetivos que se planteó Obama cuando llegó a la presidencia y otros que intentó después llevar adelante.