México (PL) El Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el partido más joven y votado, aspira a ganar las elecciones presidenciales de 2018 y cambiar el país, según los resultados de su segundo congreso en el que ratificó ser «la esperanza de México».
El foro refrendó como su líder a Andrés Manuel López Obrador, exjefe del gobierno de la capital mexicana y excandidato presidencial, pese a ser el político más vilipendiado desde varias esquinas ideológicas, incluso del Partido de la Revolución Democrática (PRD), de donde proviene, que hizo y se propone seguir pactando con el Partido Acción Nacional (PAN), considerado aquí de derecha.
Morena realizó su segundo congreso 19 y 20 de noviembre con la asistencia de miles de delegados, luego que resultara predominante en la capital, y se hiciera de no pocas municipalidades en otros estados de este país federado.
López Obrador se comprometió contra la corrupción, y propone poner a la consideración ciudadana las reformas estructurales que son la bandera del gobierno que preside Enrique Peña Nieto, entre ellas la energética, la cual abrió el mercado de petróleo y gas al capital foráneo. También el proyecto multimillonario del nuevo aeropuerto de esta capital.
La administración federal pretende construir la terminal aeroportuaria de mayor capacidad y más moderna de Latinoamérica, en una nación que tiene el décimo lugar en recibo de turistas y aspira a escalar mucho más por sus bondades estructurales, históricas, patrimoniales y gastronómicas, entre otras reconocidas mundialmente.
El futuro aeropuerto parece convenir, aunque se instalará sobre terrenos que reclaman como suyos comunidades rurales, las cuales también demandan por razones ecológicas.
Entre tanto, la secretaria general de Morena, Yeidckol Polevnsky, aseguró que López Obrador está hoy en la avanzada de las encuestas más recientes para la candidatura presidencial.
Tal apreciación tiene lugar cuando varias encuestadoras indican que el presidente Enrique Peña Nieto cuenta con una alta desaprobación ciudadana.
Según la dirigente de Morena, esa agrupación tiene el compromiso de blindarse frente a la penetración de grupos criminales y corporativos que, dijo, tienen influencia en otros partidos.
Polevnsky reconoció que su organización no está liberada de tales peligros. Tampoco está exenta de las divisiones y parcelas que permean a la izquierda mexicana.
La batalla contra la corrupción, sin embargo, resulta una obligación para otros partidos, en particular el del gobierno, Revolucionario Institucional (PRI), cuyo presidente del Comité Ejecutivo Nacional, Enrique Ochoa, encabezó una cruzada nacional y, de su mano, fue separado como militante el gobernador Javier Duarte, prófugo de la justicia y acusado de malversar cuantiosos recursos estatales y federales.
Peña Nieto, al inaugurar la Semana Nacional de Transparencia 2016, reconoció que no hay un sector o ámbito político en el país que esté libre de corrupción. Por ello, dijo, en el tema nadie puede lanzar la primera piedra.
Dura confesión del mandatario mexicano al que le dan la razón gobernadores y exgobernadores de diversa filiación política, hoy encarcelados, prófugos o bajo investigación.
Es el caso del exmandatario del norteño estado de Sonora, Guillermo Padrés (PAN), contra quien la Interpol interpuso ficha roja para su localización y finalmente está tras las rejas.
Pareció casualidad, pero el propio día que Padrés fue encarcelado, la Procuraduría General de la República (PGR) ofreció una recompensa de 15 millones de pesos (más de 800 mil dólares) a quien informara sobre el paradero del gobernador con licencia de Veracruz, Javier Duarte (PRI).
Este es otro alto funcionario imputado por cargos de corrupción, y con mejor suerte que el de Sonora, pues sigue fuera de prisión.
En el caso de Duarte un familiar de su esposa fue detenido en la aduana de Tapachula, Chiapas, con pasaportes falsos a nombre del exgobernador de Veracruz y su cónyuge. Fue liberado pocas horas después, ya que según la ley mexicana la documentación falsa no es un «delito grave». La prensa aquí tiene en su colimador a otros pejes. Según tales fuentes el exgobernador de Chihuahua, César Duarte, también del PRI, dejó al estado en bancarrota mientras aumentaba su patrimonio financiero y en bienes inmuebles, incluida la adquisición de seis ranchos y el 15 por ciento de las acciones del Banco Progreso Chihuahua.
Priísta es el exgobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, a quien en su momento el presidente Enrique Peña Nieto presentó como ejemplo de ‘una nueva generación política’. Su sucesor afirma que recibió el tesoro en quiebra técnica y la entidad federal con el per cápita de mayor endeudamiento del país.
De Borge se desconoce su paradero, aunque tiene imputaciones de despojo, propiedades adquiridas de manera irregular, desvío de recursos y derroches en el uso de aviones privados. De ascendencia libanesa, se presume que pueda haber viajado a ese país árabe, con el que México no tiene tratado de extradición.
Según el investigador del Instituto Mexicano para la Competitividad, Diego Díaz, los estados mexicanos y los municipios se endeudan con índices de corrupción en los que son protagonistas sus gobernadores, funcionarios, pero también por la debilidad institucional de los congresos estatales.
Con tales indicadores, Morena apuesta bien arriba y caldo social tiene para ello, aunque no pareciera suficiente para aspirar a la presidencia del país.
Al joven partido, con veterano líder, parecieran faltarle adeptos y sobre todo recursos para enfrentar las poderosas maquinarias electorales de los institutos políticos tradicionales, cuyas arcas pagan la publicidad que sataniza a López Obrador y a Morena, casi al mismo nivel del enemigo público más reconocido en México: Donald Trump.
Morena: más allá de la esperanza en México
Por Orlando Oramas León