*Controversias Nulas
*4 Millones de Niños
*Un Paseo por Habana
Hay temas tabúes que no son sencillos de digerir y radicalizan posiciones al extremo de agredir a quienes opinan distinto bajo un maniqueísmo, entre el bien y el mal absolutos, impropio del raciocinio y contrario, en esencia, al ideal de la democracia en donde las voces minoritarias valen y deben ser respetadas aunque no definan rumbo y destino de los grandes colectivos. Blanco y negro; luz y oscuridad absolutas.
No es poco frecuente que los observadores de la geopolítica universal dediquen horas en la bizantina discusión sobre semitismo y antisemitismo, negando los primeros el dolor ajeno y exaltando los segundos su derecho a matar por cuantos han sido asesinados por la contraparte; la dificultad para ser objetivo en este renglón desemboca en una serie de censuras y boicots contra quienes se atrevan a divulgar opiniones disímbolas o inclusos pretendidamente objetivas. No hay perdón para ellos desde la lupa empequeñecida de las pasiones personales, nacidas al fragor de las brutales afrentas mutuas.
Si cualquiera cuenta los horrores que sufren los palestinos acosados por una nación sin tierras que se apoderó de las suyas por órdenes de la ONU, de inmediato es tachado de enemigo de Israel y su larga lucha por la dignidad; y, de igual manera, si se habla del abominable Holocausto no faltan quienes reprochan las “exageraciones” al respecto y la proliferación de películas sobre el tema de los sufrimientos de los judíos sin que aparezca una sola cinta, hasta hoy, que explique la capacidad de Alemania para rearmarse y combatir al mundo bajo una doctrina muy parecida a la que pretende imponer, hoy en día, el miserable “pato” Donald Trump.
Hace una semana murió Fidel Castro Ruz, tras una larga existencia –noventa años- en la que sufrió ¡seiscientos treinta y ocho atentados contra su vida además de la absurda invasión de Bahía de Cochinos financiada, debajo del agua, por la administración Kennedy! Un caudal de infamias, sin medidas, contra quien había logrado derrocar una dictadura de derecha, la de Fulgencio Batista, para acabar imponiendo otra, la suya propia. Luces y sombras en un solo perfil, el de un hombre excepcional, sea para bien, como subrayan muchos, o para mal, según la opinión de otros.
Hay un tercer conglomerado que insiste en la imposibilidad de separar la figura del gran revolucionario de Sierra Maestra, líder de los “barbudos” valerosos que desafiaron a un ejército muy superior en cuanto al número de combatientes, de la del hombre de Estado que, al perpetuarse de manera indefinida en el poder asfixiando a sus opositores y pisoteando la libre expresión; pero tal es factible a la vista de un personaje cuya voz era la única que resonaba en Cuba, mientras los demás se sometían so pena de parar en los calabozos de la ignominia –como en el medievo hacían los emperadores y reyes más autócratas-, sin la menor posibilidad de defensa ante la “traición” que significaba disentir del intocable caudillo.
Conocí a Cuba en 1974 y la recorrí de nuevo en 2002 sin que haya vuelto por allí a pesar de que parte de mis orígenes se encuentran en Camagüey. Estuve con Fidel, de frente, durante más de cinco horas y pude observar el impacto que su sola presencia causaba; no había peregrino en La Habana que no quisiera tomarse una foto con el “barbudo” así como quienes van a Roma no pueden dejar de visitar El Vaticano los miércoles y los domingos cuando es posible acercarse al Papa Francisco. Y, pese a la influencia notoria de los grandes hombres, el repudio de medio mundo se concentra en los mismos como parte, acaso, de la condición humana y as distintas visiones sobre el presente y el futuro.
Lo que es oscurantismo para unos, en torno a la Iglesia Católica, debe observarse como doctrina para otros, inamovible y sólida tal y como el Señor, hace más de dos mil años, explicó y sus seguidores, el mayor de ellos el emperador Constantino de Roma, nacido en Serbia, quien determinó la esencia de la Iglesia actual tres siglos después de la Crucifixión, interpretaron.
Se es o no católico dependiendo de la creencia en los llamados “misterios de la fe”, controvertidos en sí mismos, y en la asimilación de las Sagradas Escrituras formalizadas, digamos, por el mencionado emperador en el cenit de su poder cuando reconoció la vigencia del catolicismo y lo impuso como la religión verdadera. De esta divergencia surgieron miles de batallas sangrientas, desde el surgimiento del credo Anglicano de Inglaterra hasta las Cruzadas para la “recuperación” católica de la Tierra Santa a través de tres siglos, del XI al XIII de nuestra era o la matanza de la noche de San Bernabé, en Francia, en la que murieron miles de hugonotes –calvinistas-, en París en el siglo XVI.
Para unos estos hechos son consecuencia de la maldad de los hombres sin intervención divina; para otros, consecuencia de un fanatismo exacerbado, insensible, para destruir la idea de una eternidad feliz para los más pobres en agravio de los ricos incapaces de pasar por debajo “del hoyo de una aguja”. No hay posibilidad alguna de acuerdo entre dos formaciones distintas acaso desde los hogares de librepensadores y seglares.
Lo mismo con Castro cuya vida siempre se mantuvo bajo candilejas y sobre los titulares del mundo entero. Unos, no sé si la mayoría, insistirán en su mano de hierro para pasar por encima de sus adversarios sobre la nimia sospecha de ser emisarios “del imperialismo” –y no dudo que tuviera infiltrados por aquí y por allá dispuestos a derrocarlo, considerando los más de seiscientos intentos de asesinato-; otros, elevarán a la quinta potencia sus aportaciones sociales, sobre todo en temas tan trascendentes como la salud, la educación y el agro –aunque muchos de sus gobernador sufrieran hambre-, pese a la ausencia de recursos y al permanente bloqueo implementado por órdenes de una torpe Casa Blanca que engendró más odio en el continente latinoamericano.
Pero, pese a todo, la bárbara crisis de los misiles, en 1962, es prueba suficiente de la vulnerabilidad de Cuba y la reciedumbre del liderazgo de Fidel. Eran los años iniciales como “primer ministro”, y un presidente- títere, mientras el gran “Ché Guevara” desempeñaba varios ministerios a la vez, y no era predecible lo que podría pasar si se ausentaba del poder; eso justifica, en principio, su permanencia pero no su mando vitalicio. Y aquí arrancará una discusión enorme sobre los pros y los contras de su legado.
Sin duda, su partida rompe uno de los pocos contrapesos verbales que enfrentaría el señor Trump con sus renovadas ideas nazistas. Estoy seguro de que Fidel hubiese sacado fuerzas sobre su mermada salud, de haber aguantado unos meses más, para gritar sobre los papeles y alzar su puño contra cualquier intento expansionista malsano. Por desgracia, mientras México se prepara para la ofensiva cernida al muro de la ignominia, la barricada cubana ha cedido, más ahora sin Fidel, a la sociedad con los Estados Unidos y evitará los radicalismos de antaño para evitar una guerra civil. Raúl, el hermano menor, está ahora sobre la cuerda floja en su fase más delgada.
Y si de temas tabúes hablamos, no podemos soslayar la idolatría que produce en muchos la figura de Andrés Manuel a quien consideran el único capaz de detener la oleada de advertencias infamantes del próximo presidente estadounidense; a la vez, otros están seguros de que sería un desastre cualquier tipo de diálogo-confrontación entre quien ocupará la oficina oval de Washington, a partir de enero próximo, y el icono de una izquierda dividida y desordenada en caso de que López Obrador, como muestran algunos indicativos y encuestas serias, gane la presidencia de México en caso de que las aguas tormentosas lleguen al 2018 y no se salgan de cauce antes.
Para México, la ausencia de la Doctrina Estrada y la muerte del nonagenario Fidel Castro, no representan un buen augurio aunque era inevitable el fin del “barbudo” tan reverenciado como odiado. Adiós, Comandante.
Debate
Para quienes tanto cuestionan la obra social en Cuba –en lo persona no me agrada su martirologio pero no dejo de reconocer las aportaciones-, debemos indicarles que no hay niños sin escuela ni bebés que no tengan acceso a, cuando menos, un litro de leche al día. Sí, no lo dudo, a trueque de un sometimiento absoluto y hasta burdo.
En México, las autoridades educativas –que apenas saben “ler” y no leer- reconocen un déficit educativo de tres millones ochocientos mil pequeños en edad de cursar estudios primarios; y, por desgracia, los promedios van bajando a medida que se escalan grados escolares hasta llegar a los superiores con una deserción notable por la urgencia de ganar la supervivencia alejándose de los estudios. Pero a ello nos resistimos, lo hacen no pocos tuertos, a considerar dictadura la democracia simulada en la que vivimos.
Una nación con tal índice de niños marginados de la educación no puede ser, de modo alguno, democrática ni justa. Ya no sólo se trata de la geopolítica general sino de los hechos reales, sin maquillajes, cuando la competencia en el mundo se acelera y los niveles para acceder a ella, en México, bajan hasta el ras. De esto debieran responder los personajes como peña y Aurelio Nuño Mayer.
A través de cuatro años de régimen peñista la ignorancia es la única vencedora bajo el mandato de un priísmo amafiado.
La Anécdota
En mayo de 1974 visité Cuba por primera vez. Acompañado de Federico Granja Ricalde, quien llegaría a ser gobernador por dos años de Yucatán, recorrí gran parte de La Habana vieja. Recuerdo que en un parque, muy bien cuidado, nos encontramos a un pequeño de ocho años y le hicimos conversación:
–¿Vives a gusto aquí? ¿Qué opinas de Fidel?
–Vivo en mi país y lo defiendo, no como esos “gusanos” que viven en Miami y no dan la cara más que para pedir una invasión; y, claro, a Fidel lo respeto y quiero porque es el único que ha detenido al imperialismo.
Sí, era el discurso del líder cuya imagen llenaba la mayor parte de los espectaculares por las calles. La doctrina fidelista estaba en auge… hasta que, por desgracia, se corrompió.
– – – – – – – – – – – –
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
Búsquenos en Facebook con VIDEOS y MENSAJES cada día-
La muerte de cualquier personaje universal deja muchas historias por contar. Siempre hay secretos y misterios que difícilmente podrán desentrañarse. Lo que no puede negarse es el legado, superior a las frivolidades de los juicios banales. Y, sin duda, Fidel está por encima de ellos pese a sus agresiones a los adversarios y a la libertad de expresión.