La ALDF anuncia Foro sobre Poblaciones Callejeras
La pobreza, la marginación y el duelo constante en la suma de peligros, son miles de cientos de conciudadanos que han padecido la crisis económica que los ha golpeado, al extremo de por inercia y ante el olvido de las autoridades tanto locales como federales, la Ciudad de México está llena de menesterosos que no solo apestan su entorno, sino se transforman en parásitos que la sociedad rechaza de forma automática.
En el “Foro Sobre Poblaciones Callejeras en la Ciudad de México”, con la que participación funcionarios de los gobiernos local y federal, entre otros, se expuso que este sector de la población ha ido en aumento en los últimos años, algunos enfermos, otros que han sido abandonados y otros más que no han tenido otra opción más que sobrevivir en la vía pública, por lo que los ponentes urgieron plantear soluciones para atender el problema.
De acuerdo a estadísticas del CONEVAL, en 2010, en la Ciudad de México, se registraron 2 millones 525 mil 792 personas en condición de pobreza, 2 millones 332 mil 400 en condición de pobreza moderada y 193 mil 392 en condiciones de pobreza extrema.
En 2012, el Instituto de Asistencia e Integración Social (IASIS) perteneciente a la SEDESO contabilizó 4,014 personas en situación de calle, 14% eran mujeres, es decir 547.
Para 2014, las mujeres en poblaciones callejeras eran 514 y desde 1996 se habían contabilizado 273 muertes por enfermedades relacionadas con la falta de atención en servicios médicos durante sus embarazos.
El líder de la bancada de MC en la Asamblea Legislativa citó que Luis Enrique Hernández, director de “El Caracol” A. C., institución encargada de atender y proteger a poblaciones callejeras, ha señalado que las mujeres en edad reproductiva que viven en la calle tienen entre 3 y 7 hijos (de diferentes padres) de los cuales en la mayoría de los casos fallecen por falta de atención médica o son robados.
“Este es un problema mayor, dentro de este gran problema que enfrentan las mujeres embarazadas de poblaciones callejeras, el descuido, desinterés y desconocimiento de autoridades y de las mismas mujeres en situación de calle ha fomentado la intervención del Gobierno mediante el retiro de los recién nacidos de sus padres, argumentando la incapacidad de éstos para su sostenimiento violentando todo razonamiento jurídico protector de los Derechos Humanos de los niños, niñas y adolescentes, así como de la familia”, mencionó.
Hizo hincapié en que el Estado debe velar porque el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de éstos, excepto cuando, a reserva de previsión judicial, las autoridades competentes determinen, de conformidad con la ley y los procedimientos aplicables, que tal separación es necesaria en el interés superior del niño.
Llamó a reconocer que hay ausencia de mecanismos de identificación y supervisión de poblaciones callejeras, “el quitarles un hijo a sus padres con la excusa de que no podrán mantenerlo, solamente acrecentará el resentimiento social que existe dentro de las poblaciones callejeras hacia la autoridad y la sociedad misma”, afirmó.
“Debemos pugnar por una mayor y mejor protección jurídica del niño antes y después de su nacimiento. Hay niños que viven en condiciones difíciles por eso necesitan especial consideración. Un niño nacido en situación de calle, por este hecho, necesita la atención de autoridades para su crecimiento y desarrollo pero en el seno de su familia aunque sea en la calle, los apoyos deben ser en donde nació y con sus padres”, apuntó para admitir que todo este sector pertenece a los eslabones de generaciones perdidas.
Sus efectos
El resentimiento social se manifiesta en las personas cuando asumen una actitud de frustración, odio, impotencia, rencor y rechazo hacia lo que provoca una situación dada; puede ser en la mayoría de los casos, por poderes establecidos públicos, sociales y familiares.
“El resentimiento social se da en una sociedad en que hay injusticia y desigualdad por un golpeo del Estado y de los poderes públicos. Cuando es por esta causa, el individuo la supera más fácil. Solo se necesita cambiar las condiciones y abrirle espacios de crecimiento y de humanización”, informa el sociólogo César Cuello Nieto, director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
El contexto social en el que el individuo se desenvuelve condiciona el resentimiento social, y dependiendo del desarrollo de su conciencia, de su autoestima y de cuán favorable sea la vida, lo superará, dice el sociólogo.
Informa que esa sensación de sentimientos encontrados en el individuo (todos negativos) también puede ser colectiva. La provocan el abuso y el desmedido ejercicio de poder por los grupos participantes. Este malestar se expresa en rebelión, lucha, y los grupos se organizan para superar sus demandas, sostiene.
Cuello Nieto explica que el resentimiento se manifiesta de diferente manera. “A veces, escuchamos y vemos personas que expresan y actúan de una forma agresiva ante lo que, según ellos, ha dado lugar a que su vida no sea como la desean. Ahí entra otro tipo de resentimiento: el individual”.
Dice que las experiencias individuales son las que marcan ese malestar por situaciones familiares o grupales en que el individuo participa. Según él, puede haber sido una víctima, pero su conciencia se desarrolla como victimizado, una condena a sí mismo y, en algunos casos, la persona se aprovecha de esa victimización y la expresa en la sociedad con actitudes anarquistas, de rechazo a todo lo que se entienda fue partícipe de su situación.
Ejemplos
César Cuello Nieto, director de Flacso, dijo que el resentimiento social suele expresar el rechazo hacia grupos y personas.
Ejemplo, si el individuo entiende que su pobreza es debido a que los ricos no permiten movilidad social a su ascenso, ni que tenga una vida más digna, en vez de superarse, se resiste a hacerlo.
Las personas resentidas se identifican por su falta de estímulo, de metas propias en la vida, tienen una actitud de negar, de estigmatizar, condenar, rechazar todo lo relacionado con su estatus actual.
Descontento generalizado
Cuando el maltrato verbal y físico genera una actitud de impotencia frente a los poderes establecidos, que pueden ser el de una familia en la que padres y madres son violentos y someten a sus hijos de forma abusiva, se da un resentimiento individual, incluso el factor del consumo de drogas, impacta en las cuestiones sociológicas de la propia familia, y si se trata de madres solteras, la pesadilla es cruel.
Está presente en personas que fueron dañadas a temprana edad, y que luego arrojan todas sus frustraciones hacia una sociedad inocente, explica el director de Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), César Cuello Nieto.
Según su experiencia, en esta sociedad hay mucho resentimiento social, porque donde el 40 por ciento de la población es pobre y un 10 está en pobreza extrema, hay mucha exclusión y desigualdad. Es una sociedad en que la concentración del poder y la riqueza, está en pocas manos.
Cuello explica que no se sale del resentimiento social con dádivas, con paternalismo; eso no sana el problema; al contrario, lo reproduce, porque el resentido, aunque se le den paliaztivos, sigue siendo una persona que no se siente útil y crea más sentimientos de inconformidad. Esto, al final, produce una situación en la que la gente se siente atrapada, y va a seguir odiando, y rechazando todo lo que considera que es causante de su penuria y degradación humana, dice el sociólogo.
El profesional está convencido de que la salida no consiste en dádivas a la gente, a través de programas paternalistas y de asistencia. Eso es una salida de emergencia. No permanente. Lo correcto es sacar a estas personas de esa marginación de injustica social, porque es la única forma de que se empoderen de su vida. “Porque no es que la pobreza genera resentimiento; es la manera cómo se asimila el estatus. No es que todo el pobre es un resentido social, depende de los valores que se le inculquen”.
El director de Flacso dice que otra de las causales que provocan más resentimientos negativos en la sociedad es la falta de educación, porque genera exclusión. Y para contrarrestarlo, el Estado debe crear políticas sociales y educativas que permitan una salida y una movilidad social por esta vía.
En este mismo orden, la sicóloga clínica Verónica Guzmán Franco confirma que en una sociedad altamente desigual y consumista, como la mexicana, en la que lo más importante son los bienes materiales, es muy fácil convertirse en un resentido, pues las exigencias económicas y el afán de poder, principalmente económico, no van de la mano con el poder adquisitivo de la mayoría.
Esto, a largo plazo, crea sentimientos de envidia, celos e inconformidad, los cuales son frecuentes en las personas resentidas que consideran que la vida es injusta con ellas. No llegan a entender cómo otros consiguen con cierta facilidad aquello que, a pesar de haber luchado tanto por obtener, no logran conseguir, dijo.
La especialista asegura: “Tan solo pensar que una sociedad esté resentida o que exista un resentimiento generalizado entre las personas, de facto, produce una manifestación de amargura y desesperanza social”.
Explica la sicóloga que el medio social del ser humano comprende la relación con su entorno y de otros aspectos, como las condiciones de vida, en cuanto a trabajo, educación, alimentación, salud. Debido a esto, “se hace necesario que el Estado evite a toda costa, tomando en cuenta tanto las necesidades individuales y de la sociedad en conjunto, que prospere el resentimiento social”.
Guzmán Franco sugiere que las estrategias políticas de los gobiernos se dirijan al mejoramiento de las condiciones de vida.
En una encuesta de campo, este reportero free lance dio cuenta que la mayoría de personas que deambulan por calles y avenidas, y no se diga la utilización de los convoyes del metro que han servido como refugio económico para miles de vagoneros, se conjuga el malestar de los supuestos “niños de la calle” que ya tienen hasta 30 años de vagos, exigiendo bajo coerción una moneda, aclarando que prefieren pedir que robar.