Por Orlando Oramas León*
México (PL) Cuando Enrique Peña asumió la presidencia de México en diciembre de 2012 nunca imaginó que le tocarían momentos más ríspidos que los actuales en las relaciones con Estados Unidos.
Menos que sus reformas estructurales en el área económica, que privilegian la inversión extranjera y las exportaciones, estuvieran en peligro como hoy sucede con la administración de Donald Trump.
La historia entre los dos países ha sido compleja, al punto de que México perdió más de la mitad de su territorio en el siglo XIX por las apetencias expansionistas de su vecino norteño.
Pero hasta hace muy poco Estados Unidos era un vecino, amigo y socio estratégico de México, según el lenguaje que primaba en la cancillería mexicana y en los altos funcionarios gubernamentales, incluido el jefe de Estado.
«México no está manco», afirmó por estos días el vocero presidencial, Enrique Sánchez, ante versiones de que el nuevo presidente estadounidense amenazara con enviar tropas al vecino del sur para combatir a las bandas del narcotráfico.
La irrupción del multimillonario republicano devenido político trastocó una relación que si bien era asimétrica, mantenía múltiples canales de comunicación y acuerdos bilaterales sobre temas de alto interés para ambos países.
Trump ha elevado tanto el tono de la discordia con México hasta el punto de que ambas partes se vieran obligadas a desmentir que el mandatario estadounidense amenazara con una intervención militar durante la conversación telefónica sostenida el 27 de enero con Peña Nieto.
La «filtración» estuvo a cargo de la agencia noticiosa Associated Press (AP), y para el vocero de la Presidencia mexicana todo el entuerto en torno a la plática de los gobernantes es una maniobra para debilitar a de Peña Nieto de cara a las negociaciones pendientes con EE.UU.
Nuestra Constitución prohíbe operaciones de tropas extranjeras en territorio nacional, apuntó Sánchez. Lo que si le dijo el presidente Peña Nieto a Trump es que algo tendría que hacer su administración para atajar el tráfico de armas y de dinero ilegal que alimenta al crimen organizado en México. Lo cierto es que todo parece indicar que el diálogo presidencial fue difícil, como han sido los momentos que viven por estos días los vínculos bilaterales, con un futuro lleno de incertidumbres por los desplantes y declaraciones amenazantes del ocupante de la Casa Blanca.
No hay que olvidar que una delegación encabezada por el canciller, Luis Videgaray; y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, fue recibida en Washington con órdenes ejecutivas de Trump para construir un muro en la frontera y desplegar allí a miles de agentes armados.
El mandatario republicano, además, insistió en que le pasaría la factura de la barda a los mexicanos, ya sea en impuestos fronterizos, o retención de remesas; acompañado de su promesa de campaña de deportar a millones de migrantes de este país.
Trump llegó al extremo de la descortesía cuando escribió en su cuenta de Twitter que si Peña Nieto no pagaba por el muro lo mejor era que desistiera de su viaje a Washington.
Al final no le dejó otra opción a su par mexicano, que se vio obligado a cancelar la cita pactada en la Casa Blanca para el 31 de enero.
Del lado mexicano la política ha sido evitar la confrontación y propiciar el diálogo, aunque sobre la base de defender principios e intereses nacionales.
Según la presidencia mexicana, durante la conversación telefónica ambos mandatarios decidieron no hablar en público sobre la cuestión del muro, pero la Casa Blanca nunca confirmó tal compromiso.
De hecho, el nuevo secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, realizó su primera visita a la frontera sur para supervisar la seguridad y analizar con el gobernador de Texas, Greg Abbot, la vigilancia conjunta.
En el terreno, Kelly expresó el deseo de que la barda fronteriza esté levantada en dos años, lo cual fue celebrado por Abbot, cuyo estado tiene como principal socio comercial a México.
Antes, en una entrevista con la cadena ABC News, Trump manifestó que la construcción de la obra comenzará en meses, lo cual anuncia que el muro será centro de discordia a futuro entre ambos países.
No es el único. La renegociación que se anuncia para los próximos meses sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte promete otros entuertos que incluso ya amenazan con afectar a empresas extranjeras instaladas en México.
Sobre todo del sector automotriz, vital para la economía mexicana, y cuyo principal mercado de exportación es el vecino norteño.
Empresas maquiladoras con sede en Ciudad Juárez, Chihuahua, disminuyeron sus actividades en las últimas semanas por falta de contratos y órdenes de trabajo de sus matrices en Estados Unidos.
Jesús José Díaz, secretario general de la Confederación de Trabajadores de México en esta frontera, dijo que esa situación se deriva de la incertidumbre provocada por las políticas y amenazas de Trump.
Agregó que desde la toma de posesión del presidente de Estados Unidos empezó un cambio en las empresas maquiladoras locales, debido a que los clientes estadounidenses. tienen preocupación de continuar invirtiendo en México.
Pero la frontera tiene dos lados y en el norte también están sintiendo los efectos de los vientos que soplan entre ambos países.
La afluencia de mexicanos que realizan compras en ciudades fronterizas de EE.UU. disminuyó, con efectos negativos para los negocios de la vecina potencia.
En ello influyen la depreciación del peso frente al dólar, el incremento de los precios de las gasolinas y el diésel, las revisiones exhaustivas a turistas por parte de agentes estadounidenses y, también, la indignación por las amenazas contra México, que provocan campañas en las redes sociales en favor de la soberanía y la dignidad de los mexicanos.
La Cámara de Comercio de Eagle Pass, frontera con Piedras Negras, Coahuila, puso en marcha un programa de protección al negocio que incluye estímulos fiscales y la promoción de sus productos a lo largo del cruce contiguo.
Solo entre diciembre y enero dejaron de funcionar 17 establecimientos comerciales de la zona centro de esa ciudad fronteriza, por la baja demanda de los clientes, según el diario La Jornada.
También los comercios asentados en la entrada de Nogales, Arizona, fronterizo con Nogales, Sonora, registran una baja en ventas de alrededor del 40 por ciento.
Jorge Vidal, secretario de Economía en Sonora, atribuye esta situación a las frecuentes amenazas y políticas antiinmigrantes contra México anunciadas Trump.
En las ciudades tamaulipecas de Reynosa y Nuevo Laredo, usuarios de las redes sociales, molestos e indignados por las declaraciones del ocupante de la Casa Blanca, promueven la campaña denominada Adiós McAllen, con la finalidad de que los connacionales eviten cruzar a territorio estadounidense a comprar productos.
Mientras tanto, el gobierno mexicano alista programas y medidas para recortar su dependencia económica y comercial con Estados Unidos, lo cual incluye promover el mercado interno y diversificar sus vínculos con otros países y zonas geográficas.