La Habana, 14 feb (PL) La renuncia del asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Michael Flynn, está hoy en el centro del debate político en Estados Unidos y para algunos constituye otra prueba del caos existente en la nueva administración.
Para otros expertos, quienes están detrás de la campaña mediática en torno a este hecho pretenden además aprovecharla para mantener en un bajo perfil las relaciones con Rusia.
Flynn, quien apenas llevaba un mes en el cargo, pidió anoche su salida del equipo de Gobierno tras un escándalo en torno a sus contactos con funcionarios rusos en diciembre pasado, sobre cuyos intercambios dio «información incompleta» a sus superiores, en particular al vicepresidente Mike Pence.
Fuentes oficiales informaron anoche que el relevo de Flynn sería el general retirado Joseph K. Kellogg, quien asume con carácter temporal hasta que se designe a otra persona para esta posición, que no requiere aprobación del Senado.
Para el diario The Washington Post, la partida de Flynn, exdirector de la Agencia de Inteligencia de Defensa (2012-2014) agrava la confusión en el Consejo de Seguridad Nacional (CSN) que se supone debe servir como centro coordinador en el manejo de los asuntos internacionales de la Administración.
Al parecer, Flynn perdió poder dentro de la Casa Blanca pues algunas funciones del CSN eran asumidas por un pequeño grupo de asesores de Trump encabezados por el jefe de estrategia de la Casa Blanca, Stephen K. Bannon, según advierten medios de prensa estadounidenses.
El diario The New York Times valora su breve actuación en el cargo y destaca que con sus declaraciones de apoyo a las proyecciones de Trump en política exterior, el exgeneral sin darse cuenta ilustró el caos que reina en las primeras semanas del nuevo jefe de la Oficina Oval.
Su renuncia impactó en el Congreso, donde los legisladores demócratas John Conyers y Elijah Cummings llamaron a analizar el asunto en una audiencia a puertas cerradas, con la presencia de los máximos responsables del Departamento de Justicia, el FBI y otras agencias federales.
Sin embargo, el republicano Devin Nunes, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara baja, emitió una opinión diferente al señalar que «Washington D.C. puede ser una ciudad difícil para la gente honorable, y el hecho es que Flynn siempre fue un soldado, no un político y merece la gratitud y respeto del país».
En su carta de renuncia, Flynn aseguró que sostuvo numerosas llamadas con funcionarios extranjeros y que «desafortunadamente, debido a la rapidez con que transcurrieron los hechos», proporcionó «involuntariamente información incompleta» sobre la conversación en diciembre con el embajador ruso Serguei Kislyak.
Por tal motivo, añade, «me disculpé sinceramente con el Presidente y el Vicepresidente y ellos aceptaron mis disculpas».
Al parecer todo fue muy rápido pues anoche llegó la noticia de su solicitud de renuncia, pocas horas después de que Kellyanne Conway, consejera del mandatario, declarara en televisión que Trump mantenía su total confianza en el general retirado.
De forma paralela, en las últimas horas aparecen nuevas «revelaciones» sobre los nexos del defenestrado funcionario con las autoridades rusas y medios de prensa señalan que el FBI monitoreó los contactos telefónicos del exgeneral con la embajada de Moscú en Washington.
La conversación con el embajador ruso incluyó una discusión acerca de las sanciones impuestas a la nación euroasiática.
En medio de los debates sobre la renuncia de Flynn salió a la luz una investigación de los servicios de seguridad del Ejército estadounidense acerca de un supuesto pago al funcionario durante una visita a Moscú en 2015, lo que constituiría una violación de las reglas de la institución, en su condición de oficial en retiro.
Desde Rusia, el presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Duma, cámara baja del parlamento, Alexei Pushkov, señaló que el blanco al que se disparó con esta democión no fue al asesor de Seguridad Nacional, sino a las relaciones con Rusia.
El Kremlin ha reiterado su interés en revertir el agravamiento de los nexos con Washington tras las sucesivas rondas de sanciones durante la presidencia de Barack Obama.
De cualquier manera la salida de Flynn se suma a toda la problemática que enfrenta Trump y su equipo, que va desde la querella judicial sobre las órdenes ejecutivas en materia migratoria hasta las contradicciones con importantes aliados y vecinos como Canadá y México, las tensiones en los nexos con China y la falta de una política coherente en otros temas internacionales y domésticos.
La renuncia de Michael Flynn: ¿otra señal de caos en la Casa Blanca?
Por Roberto Garcia Hernandez