Colombia: La vida en una zona veredal guerrillera

Por Félix Albisu

Bogotá (PL) Para cualquier guerrillero, un campamento transitorio de las FARC-EP o zona veredal, como también se le conoce, no presenta muchas diferencias comparado con sus asentamientos insurgentes, en los que operaban antes de que se acordara la paz entre el gobierno colombiano y ese movimiento armado.
Las 19 zonas veredales en las que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, previstas en los protocolos asumidos por las partes, ya están ocupadas apenas hace días por los miles de combatientes que iniciarán en esos sitios de normalización la preparación para la dejación de las armas y su incorporación inmediata a la vida civil.
Las últimas tropas que salieron de sus unidades enclavadas en las montañas o la selva colombiana, fueron los frentes guerrilleros 14, 15 y tercero, que como ha sido la tónica en este primer paso de desmovilización fueron saludados a menudo, a su paso por distintas comunidades, con banderas blancas.
Para conocer el funcionamiento de las llamadas zonas veredales de la paz, Prensa Latina visitó la que fue ubicada en La Fila, unos 15 kilómetros del municipio intramiontano de Iconozo, en el suroccidental departamento de Tolima, a unos 115 kilómetros de esta capital.
Se trata de un asentamiento de tres campamentos, cuya ubicación se coloca en ascenso en tres escampados distintos, donde están agrupados unos 300 combatientes y cuya comandancia se divisa en lo más alto, al mando del Comandante Carlos Antonio Lozada, miembro del Secretariado de las FARC-EP.
Se trata a todas luces de un terreno empinado en el que todavía quedan rastros de lo que fue una hacienda ganadera, como son dos casuchas para pernoctar los guardianes de las reses.
Como ha sido la tónica de todas estas áreas de desmovilización, los guerrilleros llegaron a este sitio y sólo encontraron esas casuchas. El resto de las instalaciones necesarias aún las siguen construyendo o perfeccionando los propios combatientes.
Durante nuestra estancia en La Fila llegaba a la Comandancia con sus últimos empujes y acomodo de tierra un bulldozer Caterpillar, terminando un angosto y sinuoso terraplén, que da continuación al que ya llegaba de Iconozo hasta la base de esas montañas de la Cordillera Oriental.
Hasta ahora todo lo que era traído de aquella comarca a la vereda, había que llevarlo en hombros por los miembros de las FARC-EP varios kilómetros cuesta arriba.
La composición de la zona veredal es simple. Cada compañía rodea en los campamentos con sus cambuches (ranchos improvisados de viviendas) a las armerías, donde están depositados los modernos fusiles que pertenecen a cada guerrillero.
El resto de las instalaciones rusticas son amplias carpas para superación y actividades culturales, la cocina, almacén de víveres (suministrados por el gobierno), un baño colectivo a la intemperie, la casa -con las mejores condiciones- para madres guerrilleras con sus bebes o gestantes, la enfermería y letrinas alejadas.
Este campamento en particular tiene la característica representativa de la alta presencia de la mujer en las FARC-EP, con unas 120 combatientes, unas casadas y otras solteras. Los ocupantes de los cambuches, todos con colchones sintéticos sobre camas de madera rústica, pueden ser un matrimonio, dos guerrilleras o dos guerrilleros.
El respeto mutuo y la disciplina militar espontánea son la tónica de la convivencia en las zonas veredales, que se han convertido, asimismo, en un hervidero de civiles de distintas tendencias políticas  -además de periodistas- que entran a los campamentos y salen para informarse sobre los pormenores de estos preparativos para la paz definitiva.
Muchos familiares se encuentran por primera vez allí con sus seres queridos, a quienes no veían por décadas.
LO QUE PIENSA LA «GUERRILLERADA»
En La Fila conversamos con varios guerrilleros, unos más jóvenes, otros cuarentones, quienes permanecen desarmados en constante movimiento en distintas ocupaciones del campamento, incluidas las guardias para el cuidado de las armerías u orientando antenas satelitales que los mantiene conectados a Internet y a redes de celulares
Un combatiente que prefirió mantener su nombre en el anonimato, dijo que lo impresionó el recibimiento afectivo que tuvo la tropa cuando pasaron por Iconzó.
La mayoría de los integrantes de las FARC-EP de La Fila provienen de las Sabanas del Yarí, en la demarcación de Caquetá. Este joven curtido, que cuando se desmovilice aspira a estudiar periodismo, marca las diferencias del clima caluroso de aquel llano con esta zona montañosa fría.
También los alimentos. Aquí el gobierno y los equipos de monitoreo de la ONU sólo nos traen comidas secas y lateríos. Pocos productos frescos, mientras que en el Yarí teníamos nuestro propio ganado y comíamos carne fresca y seca muy a menudo.
Yeidy Torres, oriunda del municipio de Puerto Rico, en el departamento del Meta, comentó que la «guerrillerada» está dando un paso trascendental para terminar de unirse al pueblo en medio de la paz, que es lo que necesita Colombia, aunque sin separarnos de nuestro ideario de justicia social.
Es casada y entró a la guerrilla a los 14 años de edad. Lleva 24 años alzada y no conoce Bogotá, pero quiere terminar el bachillerato para luego estudiar sistemas y seguir trabajando con el partido que funde las FARC-EP.
Disney Guzmán, madre de Darita Llanos (dos años de edad), es una de las seis mujeres guerrilleras que han sido ubicadas en dos locales del campamento veredal, con sus propias habitaciones, que comparten con sus esposos (también combatientes).
Considera que dentro de la situación de un campamento en las montañas intrincadas, las condiciones de vida que le han creado la jefatura de la guerrilla son muy buenas, hasta con muchos juguetes para el entretenimiento de cada niño.
Nosotras sólo dedicamos el tiempo a cuidar a nuestros bebes, que también tienen seguimiento médico in situs. Nada de guardias ni otra actividad propia de la guerrillerada, añadió Guzmán, quien también quiere superarse en informática.
En cada conversación con la tropa insurgente brota como una constante la siguiente expresión: nosotros vamos a entregar cada arma a la ONU, pero esperamos que antes nuestros compañeros presos sean amnistiados, como se estableció en los acuerdos de paz de La Habana.

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