México (PL) El Partido Revolucionario Institucional (PRI) enfrenta los mayores retos electorales de su historia, cuando celebra 88 años de fundado.
La conmemoración fue por todo lo alto en la sede nacional de su Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de la capital mexicana, en medio de severas medidas de seguridad con más de un centenar de efectivos del Estado Mayor Presidencial, y con la asistencia del mandatario Enrique Peña Nieto.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantuvo su poder hegemónico en el país entre 1929 y 1989, cuando perdió por primera vez una gobernación, la del norteño estado de Baja California.
Luego perdería la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, en 1997 y el Senado en 2000.
Desde 1929 todos los presidentes mexicanos fueron miembros del PRI o de sus organizaciones antecesoras hasta que se produjo la primera alternancia del poder de manera pacífica en un siglo.
Ocurrió en las elecciones federales de 2000 en las que se impuso Vicente Fox del Partido de Acción Nacional (PAN), que gobernó durante dos sexenios hasta que en 2012 Felipe Calderón entregó la banda presidencial a Peña Nieto.
Hasta 1989 el PRI gobernó las 32 entidades federativas; en la actualidad lo hace en 15 estados de la República: Campeche, Coahuila, Colima, México, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Nayarit, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas, y también en el estado de Chiapas en alianza con otras fuerzas políticas.
A raíz de las elecciones federales de 2012, con un total de 164 diputados electos y 49 plurinominales, el llamado partido tricolor ganó la mayoría en la Cámara de Diputados y se colocó como la primera fuerza política en el Senado, con 41 senadores electos y 11 plurinominales, que lo hace la primera fuerza política nacional en el Congreso de la Unión.
En la celebración por el 88 aniversario -fue fundado el 4 de marzo de 1929-, Peña Nieto estuvo acompañado por los gobernadores priistas, buena parte del gabinete federal y líderes de la dirección de ese instituto político que marca la política mexicana contemporánea.
A México «no sólo hay que defenderlo del exterior, al interior hay riesgos de retroceso», expuso el mandatario quien situó el peligro entre esquinas ideológicas, con el PRI en el centro.
Resultó una referencia indirecta a la candidatura en los comicios de 2018 del líder nacional del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador (AMLO), como le llaman aquí, quien va a su tercera apuesta por la silla presidencial.
También al PAN, cuyos dos sexenios al frente del gobierno federal calificó de época de estancamiento.
Hoy nuevamente hay riesgos de retroceso. Al igual que hace seis años, están resurgiendo las amenazas que representan la parálisis de la derecha o el salto al vacío de la izquierda demagógica. No olvidemos el estancamiento del que veníamos, ni el riesgo real de perder lo que hemos logrado construir como país en las últimas décadas, opinó el gobernante.
El historiador Lorenzo Meyer lo ve de otra manera. Los 12 años de gobiernos panistas significaron que se perdiera «la primera y única oportunidad de un cambio político genuino que echara raíces» en el país. Pero acota que la victoria en 2012 y el retorno del PRI resultó el mejor indicador de su argumento. En México volvió a gobernar un partido antidemocrático que nunca cambió, aseveró en declaraciones a la prensa.
Luego de ceder varias gobernaciones en 2016, algunas en las que nunca había perdido, el PRI apuesta este año por imponerse en Coahuila, Nayarit y el estado de México, el más populoso electoralmente y desde donde se catapultó Peña Nieto.
También promete pelea en Veracruz, donde tendrán lugar consultas municipales. En ese estado se impuso en las elecciones para gobernadores de 2016 el panista Miguel Ángel Yunes.
Su antecesor, el priísta Javier Duarte, abandonó el cargo antes de concluir su mandato y hoy es prófugo de la justicia que le busca por actos de corrupción, incluido desvío de recursos que dejaron las arcas estatales vacías.
Así las cosas, los próximos serán comicios que servirán como termómetro para medir las fuerzas de cara a las elecciones de 2018, para presidente de la República y renovar la Cámara de Diputados y el Senado.
El PRI tiene la maquinaria electoral más experimentada, pero los tiempos que corren en México y la baja popularidad del mandatario, según datos de la consultora Mitofsky, presentan un panorama poco halagüeño.
La corrupción, la impunidad, las desapariciones (incluidas las de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa) podrían pesar en la balanza de la opinión pública.
También los efectos de los vaivenes de la economía en el país y en decisiones tomadas por el gobierno federal, como el aumento de los combustibles que ya comenzó a tener efectos inflacionarios.
Habrá que ver la incidencia de las políticas de Donald Trump hacia México y la postura de las autoridades mexicanas en el proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, así como frente a otros temas de la agenda bilateral: migrantes, muro fronterizo, tráfico de drogas y de armas, entre otros.
Mientras tanto, en estos tiempos de precampaña el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, aparece como el aspirante a la presidencia más posicionado, y por ende el más atacado incluso por candidatos independientes que ya comienzan a aparecer.
AMLO lleva meses recorriendo el país de punta a cabo y ha logrado conseguir adeptos entre legisladores y actores de otros partidos políticos.
Pero sus rivales están por definir, tanto en el PAN como en el PRI, al que Peña Nieto calificó como el partido más fuerte del país, por más que su hegemonía continúe en fase de declinación.
PRI: 88 años y fuertes retos electorales
Por Orlando Oramas León